Cuán falsa y engañosa es la felicidad de este mundo (VII)

Posted by: Nycticorax

Caverna 01 (01)

Y vistas todas estas cosas entenderás luego con cuánta razón dijo el Profeta: “El Señor se puso a mirar desde el cielo sobre los hijos de los hombre, para ver si había quien conociese a Dios o le buscase; mas todos habían prevaricado y hecho inútiles, y no había quien hiciese bien, ni sólo uno” (Sal 13, 1). Y no menos se queja por el profeta Oseas (4, 1), diciendo que ni había misericordia, ni verdad, ni conocimiento de Dios en la tierra; sino que las malicias, y las mentiras, y los hurtos, y los homicidios, y los adulterios se habían extendido por toda ella, y que una sangre caía sobre otra sangre y una maldad sobre otra maldad.

Finalmente, para que más claro veas qué tal está el mundo, pon los ojos en la cabeza que lo gobierna, y por ahí entenderás cuál estará lo gobernado. Porque si es verdad que el príncipe de este mundo, esto es, de los malos, es el demonio, como dice Cristo, ¿qué se puede esperar del cuerpo donde tal es la cabeza y de la república donde tal es el gobernador? Sólo esta razón basta para darte a entender qué tal está el mundo y cuáles los amadores de él.

Pues ¿qué será luego este mundo, sino una cueva de ladrones, un ejército de salteadores, un revolcadero de puercos, una galera de forzados, un lago de serpientes y basiliscos? Pues si tal es el mundo como esto, ¿por qué no desampararé yo, dice un filósofo, un lugar tan feo, tan sucio, tan lleno de traiciones, de engaños y maldades, donde apenas hay lealtad, ni piedad, ni justicia; donde todos los vicios reinan, donde el hermano arma emboscada a su hermano, donde el hijo desea la muerte de su padre, el marido de la mujer, y la mujer del marido; donde tan pocos son los que no roben o engañen, pues muchos, así de los grandes como de los pequeños, debajo de honestos nombres hurtan y roban; y donde finalmente tantos fuegos arden de codicia, de lujuria, de ira, de ambición y de otros infinitos males?

Pues ¿quién no deseará huir de tal mundo? Lo deseaba, cierto, aquel profeta (Jer 9, 2), que decía: “
¡Quién me llevase a un desierto, o a algún lugar apartado de caminantes, para verme libre de la compañía de este pueblo, porque todos son adúlteros y turbas de prevaricadores!” Esto que hasta aquí se ha dicho, generalmente pertenece a los malos, aunque no se puede negar haber en todos los estados muchos buenos en el mundo, por los cuales lo sustenta Dios.

Consideradas, pues, estas cosas, mira cuánta razón tienes de aborrecer una cosa tan mala, donde, si te abriese Dios los ojos, verías más demonios y más pecados que las partículas que se ven a través de los rayos del sol. Y con esto crezca en ti el deseo de verte fuera de él, a lo menos con el espíritu, suspirando con el Profeta (Sal 54, 6) y diciendo:
“¿Quién me dará alas como de paloma, y volaré, y descansaré?”

Fuente: Fray Luis de Granada O.P., Obra Selecta