Cumplir la ley de Dios sin pretextos

Posted by: Nycticorax

Presentación de Jesús en el Templo 01 (01)

La Fiesta de la Presentación del Señor en el Templo, que hace unos años era conocida como la Purificación de la Santísima Virgen María, fue instituida, justamente, en memoria del día en que Nuestra Señora fue al Templo de Jerusalén para cumplir la ley de la purificación y presentar a su divino Hijo Jesucristo. Además ofreció en el templo, en su purificación, el sacrificio de las madres pobres, que consistía en un par de tórtolas o palominos.

Esta ley de la purificación, prescrita por Dios a Moisés, mandaba a todas las mujeres purificarse en el templo después del parto, con la obligación de un sacrificio. Ciertamente, la Santísima Virgen no estaba obligada a ello porque fue madre por obra del Espíritu Santo, conservando su virginidad. Y, entonces ¿por qué la Virgen María se sometió a la ley de la purificación, sin estar obligada? Se sujetó para darnos ejemplo de humildad y de obediencia a la ley de Dios.

Asimismo, la Madre de Dios presentó a Jesucristo en el templo, porque por la ley antigua los padres tenían obligación de presentar a Dios sus primogénitos y de rescatarlos luego con cierta cantidad de dinero –Dios había establecido la ley de la presentación de los primogénitos para que su pueblo recordase siempre que fue liberado de la servidumbre del Faraón, cuando el ángel mató a todos los primogénitos de los egipcios y salvó a los de los hebreos–.
Cuando Jesucristo fue presentado en el templo fue reconocido como verdadero Mesías por un santo anciano llamado Simeón y por una santa viuda llamada Ana.
 
¿Qué nos enseñan  estos misterios de la Purificación de la Santísima Virgen María y de la Presentación de Nuestro Señor? En primer lugar, a cumplir exactamente la ley de Dios, sin estar buscando pretextos para dispensarnos de su observancia. En segundo lugar, a desear únicamente a Dios y ofrecernos a Él para hacer su divina voluntad. Y por último, a estimar en mucho la humildad y purificarnos más y más con la penitencia. También, dice el Catecismo Mayor de San Pío X, en este día los padres y las madres deberían ofrecer sus hijos a Dios y pedirle la gracia de educarlos cristianamente.
 
Por otro lado, en el día de la Purificación se hace la característica procesión con candelas encendidas en la mano, en memoria del viaje que hizo la Santísima Virgen con el Niño Jesús en brazos desde Belén al templo de Jerusalén y, también, del júbilo que mostraron los santos Simeón y Ana al encontrarse con Él. Renovemos, por tanto, la fe en Jesucristo, nuestra verdadera Luz, pidamos nos ilumine con su gracia y nos haga dignos de ser admitidos un día en el templo de la gloria por intercesión de su Santísima Madre.

 Fuente: San Pío X, Catecismo Mayor, Parte II, Cap. IV