El Bautismo de Jesús

Posted by: Laudem Gloriae

Bautismo de Jesús 02 (02)

Hoy celebramos la Fiesta del Bautismo de Jesús, una de las tres Epifanías, es decir, manifestaciones del Señor. Las otras dos son la adoración de los Magos y las bodas de Caná.
Con esta Fiesta se concluye el
Tiempo de Navidad. A partir de mañana comienza el Tiempo ordinario o Tiempo durante el año, en el que la Iglesia nos pone a consideración la Vida Pública de Jesús y sus enseñanzas, y tiene el deseo y la firme esperanza de que nos aprovechemos de ellas para llegar al cielo. El color de los ornamentos durante este tiempo es el verde (excepto en las solemnidades, fiestas y memorias de los santos).

Algunos puntos que podemos reflexionar sobre esta Fiesta:
- Consideremos cómo habrá sido la despedida con su Santísima Madre: después de haber pasado treinta años junto a Ella, ahora deja Nazaret para dirigirse al Jordán y luego comenzar su evangelización, su vida pública.

- El título de
Cordero de Dios que da Juan al señalar a Jesús le fue ya aplicado en las antiguas profecías. Empieza a descorrerse el velo. El cordero que sacrificaban los judíos todos los años en la víspera de la fiesta de Pascua y cuya sangre era el signo que libraba del exterminio, prefiguraba a la Víctima divina que, cargando con nuestros pecados, se entregaría en mano de los hombres para que su Sangre más elocuente que la de Abel, atrajese sobre el ingrato Israel y sobre el mundo entero la misericordia del Padre, su perdón y los dones de su gracia para los creyentes.

- El insigne acto de humildad de Jesús que, siendo Dios y no teniendo pecado, no necesitaba del bautismo, pero queriendo
cumplir toda justicia, es decir, guardar puntualmente todas las leyes y costumbres de su pueblo, se sometió al bautismo como se había sometido a la circuncisión y demás ritos judíos.

- La humildad de San Juan el Bautista, que reconoce su indignidad de bautizar al Cordero de Dios:
“Juan quería impedírselo y le decía: ‘Yo tengo necesidad de ser bautizado por Ti y ¿Tú vienes a mí?’ ”

- La obediencia de San Juan el Bautista a las palabras de Jesús, aunque no lo entendiese:
“Jesús le respondió y dijo: ‘Deja ahora; porque así conviene que nosotros cumplamos toda justicia.’ Entonces Juan le dejó.”

- Se manifiesta la Santísima Trinidad: el Padre que habla del cielo, el Hijo que está en forma de hombre arrodillado a la orilla del Jordán, y el Espíritu Santo que se hace visible en forma de paloma. La voz que se oyó del cielo decía:
“Este es mi Hijo, el Amado, en quien me complazco”. He aquí la primera revelación del más grande de los misterios: el infinito amor del Padre al Unigénito, en el cual reside toda su felicidad sin límites y por el cual, con el cual, y en el cual recibe eternamente toda su gloria, como lo expresa el Canon de la Misa.

- Cristo es Bautizado no para ser santificado por las aguas sino para santificar las aguas, para purificarlas con el contacto con su cuerpo. Desde el momento en que Cristo se sumerge en el agua, toda ella queda limpia con miras a nuestro bautismo. Marcha Él primero para que los cristianos sigan confiadamente tras Él.

- Recordar nuestro propio bautismo. Tomar conciencia del inmenso e inmerecido don que nos hizo
hijos de Dios Padre, hermanos de Jesucristo, templos del Espíritu Santo e hijos de María Santísima y miembros de la Iglesia. Agradecerlo y gozarnos. Renovar las renuncias y promesas que hicimos ese día y esforzarnos en vivir según la dignidad que hemos recibido.

“Suplicámoste, Señor, que recibas con celestial piedad los votos de tu pueblo, a fin de que sepa lo que debe hacer para agradarte y tenga el valor de ejecutarlo. Por Jesucristo Nuestro Señor” (Oración colecta del Domingo I de Epifanía)