El gran valor de la fe (I)

Posted by: Laudem Gloriae

Fe 01 (01)
Alegoría de la Fe

¡Señor! ¡Que comprenda yo el gran valor de la fe!

“Sin la fe no es posible agradar a Dios” (Heb. 11, 6), porque la fe es el fundamento de nuestras relaciones con Él. Para el hombre sin fe, Dios no tiene ningún sentido, ningún valor, ningún puesto en su vida. Al contrario, cuanto la fe es más viva, más entra Dios en nuestra vida, hasta llegar a ser nuestro todo, hasta hacerse la única gran realidad por que se vive, porque se afronta animosamente el dolor y la muerte. Sólo cuando la fe ha penetrado profundamente en un alma, puede ésta exclamar con San Pablo: “Si vivimos, vivimos por el Señor, y si morimos, morimos por Él” (Rom. 14, 8).
A nosotros no nos falta la fe, pero sí la viveza y el realismo de la fe que nos hace ver siempre a Dios en todas las cosas y por encima de todas ellas, y nos da el sentido de su realidad esencial, trascendente y eterna, que supera infinitamente todas las realidades inmediatas, contingentes y pasajeras de esta vida.

La fe no se apoya en datos sensibles, en lo que vemos y palpamos, y no se reduce siquiera a lo que comprendemos con el entendimiento, sino que, rebasando todo esto, nos hace participante del conocimiento mismo de Dios, de su pensamiento y de su ciencia. Habiéndonos elevado al estado de hijos suyos, Dios nos ha hecho capaces de participar de su vida íntima, vida de conocimiento y amor. A tal fin, junto con la gracia, nos ha dado las virtudes teologales: la fe nos introduce en su vida de conocimiento y la caridad en su vida de amor. La fe nos capacita para conocer a Dios como Él mismo se conoce, aunque ciertamente no de modo exhaustivo. Dios se conoce no sólo como creador, sino también como Trinidad y como autor de la gracia, y así nos le presenta la fe. Por la fe conocemos las criaturas como Él las conoce, es decir, en relación a Él, como dependientes de Él.
Nuestro entendimiento no puede proporcionarnos más que una luz natural acerca de Dios y de las cosas: la fe, en cambio, nos da la luz sobrenatural, que es una participación de la luz de Dios y del conocimiento que Él tiene de sí mismo y del mundo.

“¡Oh fe de mi Esposo Cristo! A ti me vuelvo, como la que en sí encierra y encubre la figura y hermosura de mi Amado. Tú eres fuente clara y limpia de errores, de la que le emanan al alma las aguas de todos los bienes espirituales. De donde Tú, Cristo, Señor nuestro, hablando con la samaritana, dijiste que en los que creyesen harías una fuente cuya agua saltaría hasta la vida eterna”.
“¡Oh fe! Es tanta la semejanza que hay entre ti y Dios, que no hay otra diferencia sino ser visto Dios y creído. Porque así como Dios es infinito, así tú nos le propones infinito; y así como es trino y uno nos le propones trino y uno; y así como Dios es tinieblas para nuestro entendimiento, así tú ciegas y deslumbras nuestro entendimiento. Y así ¡oh Señor!, por este sólo medio de la fe desnuda, te manifiestas al alma en divina luz, que excede todo entendimiento. Aumenta, pues, ¡Oh Señor!, mi fe, porque cuando más fe tenga, más unido estaré contigo”
(San Juan de Cruz)

Fuente: Cf. P. Gabriel de S. M. Magdalena, o.c.d, Intimidad Divina