En Fátima, hace 95 años...

Posted by: Laudem Gloriae

Virgen de Fátima 03 (13)

Hace 95 años que Nuestra Señora se apareció en Fátima (Portugal) a tres pastorcitos: Lucía (de 10 años), Francisco (de 9) y Jacinta (de 7).
Así cuenta Lucía lo que pasó ese día, mandada por el Obispo a escribir lo que recuerde de las apariciones del Ángel y de Nuestra Señora.
 
“Estando jugando con Jacinta y Francisco, en lo alto de la pendiente de Cova de Iría, haciendo una pared alrededor de una mata, vimos de repente algo como un relámpago.
-Es mejor que nos vayamos a casa –dije a mis primos–, está haciendo relámpagos; puede haber tormenta.
-Pues, sí.
 
Y comenzamos a bajar la cuesta, llevando las ovejas en dirección de la carretera. Al llegar poco más o menos a la mitad de la pendiente, muy cerca de una encina grande que allí había, vimos otro relámpago, y habiendo dado algunos pasos adelante, vimos sobre una encina una Señora, vestida toda de blanco, más brillante que el sol, esparciendo luz más clara e intensa que un vaso de cristal, lleno de agua cristalina, atravesado por los rayos del sol más ardiente. Nos paramos sorprendidos por la Aparición, Estuvimos tan cerca que nos quedamos dentro de la luz que la cercaba o que ella esparcía. Tal vez a metro y medio de distancia, más o menos. Entonces Nuestra Señora nos dijo:
-¡No tengáis miedo! No os hago mal.
-¿De dónde es Ud.? –Le pregunté.
-Soy del Cielo.
-¿Y qué es lo que Ud. me quiere?
-Vengo a pediros que vengáis aquí seis meses seguidos, el día 13, a esta misma hora. Después os diré quién soy y qué quiero. Después volveré aquí todavía una séptima vez.
-Y ¿yo también voy al Cielo?
-Sí, vas.
-Y ¿Jacinta?
-También.
-Y ¿Francisco?
-También; pero tiene que rezar muchos rosarios.
 
Entonces me acordé de preguntar por dos muchachas que habían muerto hacía poco. Eran mis amigas y estaban en mi casa a aprender de tejedoras con mi hermana mayor.
-¿María de las Nieves ya está en el Cielo?
-Sí está. (Me parece que debía tener unos dieciséis años.)
-Y ¿Amelia?
-Estará en el Purgatorio hasta el fin del mundo. (Me parece que debía tener de dieciocho a veinte años.)
-¿Queréis ofreceros a Dios para soportar todos los sufrimientos que Él quiera enviaros, en acto de reparación por los pecados con que Él es ofendido y de súplica por la conversión de los pecadores?
-Sí, queremos.
-
Tendréis, pues, mucho que sufrir, pero la gracia de Dios será vuestra confortación.
 
Fue al pronunciar estas últimas palabras (la gracia de Dios, etc.) que abrió por primera vez las manos comunicándonos una luz tan intensa como reflejo que de ellas despedía, que nos penetraba en el pecho y en lo más íntimo del alma, haciéndonos ver a nosotros mismos en Dios que era esa luz, más claramente que nos vemos en el mejor de los espejos. Entonces por un impulso íntimo, también comunicado, nos caímos de rodillas y repetíamos íntimamente: “Oh Santísima Trinidad, yo te adoro. Dios mío, Dios mío; yo te amo en el Santísimo Sacramento.” Pasados los primeros momentos, Nuestra Señora añadió:
-
Rezad el Rosario todos los días para alcanzar la paz en el mundo y el fin de la guerra.
 
Enseguida comenzó a elevarse serenamente, subiendo en dirección al saliente, hasta desaparecer en la inmensidad de la distancia. La luz que la rodeaba iba como abriendo camino en la bóveda de los astros.”