Es menester una confianza absoluta en Él

Posted by: Laudem Gloriae

El Buen Pastor 02 (10)

Carta de San Francisco de Sales a la Señora de Veyssilieu, del 18 de enero de 1619:

“Creo, queridísima hija, que vuestro corazón tendrá tal seguridad en el invariable afecto que os profeso, que en adelante no será capaz de seguir dudándolo: lo que Dios hace, bien está. Si he tardado en escribiros atribuidlo a este trajín insoportable, en medio del cual hay que hacer más cosas de las que uno quisiera, dejando de hacer otras que uno está deseando.

Me entero de que la enfermedad de vuestro querido padre no os hace ya temer, pues, gracias a Dios, el enfermo recobra las fuerzas y la salud, lo cual me alegra mucho.
¡Por Dios, hija mía, qué lección más digna de aprenderse bien es el que
esta vida no se nos ha dado más que para ganar la eterna! Por no tener en cuenta esta verdad, solemos cifrar todos los afectos en este mundo, por el cual estamos en tránsito, y cuando llega la hora de dejarlo, nos extrañamos y nos asustamos.

Creedme, hija mía,
para vivir contentos mientras dure la peregrinación, no hay que perder de vista la esperanza de la llegada a nuestra patria, que es donde pararemos eternamente; y hay que creer además firmemente (pues es cierto) que Dios, que nos llama hacia sí, observa cómo nos encaminamos y nunca permitirá que nos suceda nada como no sea para nuestro mayor bien. Sabe perfectamente quiénes somos, y nos seguirá tendiendo su mano paternal, en los malos trances, para que nada pueda detenernos. Más para gozar debidamente de esta gracia, es menester una confianza absoluta en Él.

No os prevengáis ante los contratiempos de la vida pretendiendo conocerlos, sino hacedlo con la perfecta esperanza de que, al paso que vayan llegando, Dios, a quien pertenecéis, os irá librando con bien de ellos. Hasta ahora os ha conservado;
no hagáis más que seguir de la mano de la Providencia, y Él os asistirá en toda ocasión, y os conducirá allí donde por vuestras solas fuerzas nunca llegaríais. Pues ¿qué habéis de temer, queridísima hija, siendo como sois de un Dios que nos ha dado la seguridad de que a los que le aman todo se les convierte en felicidad? No os preocupéis por el mañana, que el mismo Padre eterno que hoy vela por vos, os seguirá cuidando mañana y siempre: tanto si no os impone sacrificios, como si lo hace, os infundirá una fuerza invencible para soportarlo todo.

Vivid en paz, queridísima hija; apartad de la imaginación todo lo que os pueda turbar, y decid a menudo al Señor: Oh Dios, sois mi Dios, y a vos he de confiarme; me asistiréis y seréis mi refugio, y nada temeré, pues no sólo estáis Vos conmigo, sino que estáis en mí, y yo en Vos. ¿Qué temor puede tener un hijo en los brazos de tal Padre? Sed un verdadero niño, queridísima hija, pues bien sabéis que los niños no se preocupan gran cosa por nada, pues tienen quien piensa por ellos; si viven con su padre tienen toda la fuerza en sí mismos. Hacedlo así, queridísima hija, y viviréis en paz.”

fp120420