Fiesta del Corpus Christi (I)

Posted by: Juan Sobiesky

Eucaristía 05 (04)
Bendición Eucarística

I. «Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo» (Jn 13, 1).

La Eucaristía es el testamento del Hijo de Dios, que va a morir... Es un don singularísimo: es como la última prenda de su amor... ¿Y qué significa este don? ¿A quién se hace? ¿Cuándo y por qué se hace?... Verdaderamente, invención tan inefable sólo cabía en la mente y corazón de un Dios.

1.
Habiendo amado a los suyos, nos dice el Evangelista San Juan, los amó hasta el extremo. Todo estaba dispuesto: la hora señalada para dar cumplimiento al gran designio del Corazón de Nuestro Señor Jesucristo había llegado... Mientras cenaban, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: Tomad y comed: Éste es mi Cuerpo, que será entregado por vosotros. Después tomó el Cáliz, dio gracias y se lo presentó, diciendo: Bebed todos de él: ésta es mi Sangre; la sangre del Nuevo Testamento, que será derramada por vosotros. (Mt 26, 26).

¿Quién puede escuchar estas palabras sin sentirse sobrecogido de veneración y traspasado de amor?

Éste es mi Cuerpo... Ésta es mi Sangre... ¿Qué es lo que Jesucristo nos da? Es infinitamente más que su reino; no es solamente su poder, su bondad, sus gracias, sus méritos, sino Él mismo... Su carne, inmolada por nosotros, se identifica con la nuestra; su sangre, que ha salvado al mundo, se hace una misma cosa con nuestra sangre; su divinidad nos penetra, y destruye en nosotros lo que ha corrompido el pecado... El Amigo fiel descansa en nuestro pecho y nos dice: Ponme como sello sobre tu corazón... ¿Es posible buscar algún bien que no esté contenido en este bien?¡El amor al hombre ha hecho a Dios pródigo de sí mismo! ¿No es, acaso, pródigo el que, no contento con dar lo suyo, se da a sí mismo?

2. Pero ¿quiénes son los privilegiados a quienes se otorga tan gran regalo?... ¿Estará acaso reservado para la incomparable Virgen María, para el Apóstol predilecto y algunas pocas almas escogidas, imitadoras de la pureza de María y de San Juan? No. Jesús concede este favor a todos sus discípulos; lo da a todos los hijos de la Iglesia, sin excepción de tiempos, de lugares ni de condiciones. Nadie está excluido, sino el que se excluye a sí mismo. Por eso, después de realizar esta obra, resumen de todas las maravillas, manda a sus discípulos que hagan lo que acaba de hacer Él mismo; les ordena que perpetúen este milagro de amor, renovándolo hasta la consumación de los siglos, dondequiera que su celo haya producido adoradores de Jesucristo. ¡Cuánta verdad es que su amor hacia nosotros es sin reserva alguna, puesto que se da todo y a todos!

Fuente: Oses S., Horas de Luz