Hijo, dame tu corazón

Posted by: Laudem Gloriae

Sagrado Corazón 07 (06)

León XIII en la Encíclica Annum Sacrum, afirma: “El Sagrado Corazón es el símbolo y la imagen de la caridad infinita de Jesucristo, caridad que nos incita a corresponderle”. Efectivamente, nada mejor que el amor es capaz de suscitar amor. “Amor con amor se paga”, han dicho siempre y repetido los santos. Santa Teresa de Jesús escribe: “Siempre que se piense en Cristo, nos acordemos del amor con que nos hizo tantas mercedes…: que amor saca amor. Y aunque sea muy a los principios y nosotros muy ruines, procuremos ir mirando esto siempre y despertándonos para amar…”.

Justamente para excitarnos al amor, nos propone la Iglesia la devoción al Sagrado Corazón; en el oficio de la fiesta, después de habernos recordado las inmensas pruebas del amor de Cristo, esta Madre buena nos pregunta con vivo estremecimiento:
“¿Quién no pagará con amor al que tanto nos ha amado? ¿Quién entre sus redimidos no le amará?” (Himno de Laudes). Y para estimularnos cada vez más a devolver amor por amor, pone en los labios de Jesús estas hermosas palabras de la Sagrada Escritura: “Te he amado con un amor eterno y por eso te he traído a Mí lleno de compasión”; y también: “Fili, praebe mihi cor tuum”, hijo, dame tu corazón (Antífona de Laudes). He aquí, pues, en qué consiste la verdadera devoción al Sagrado Corazón: en corresponder al amor, “devolver amor por amor”, según se expresa Santa Margarita María, la gran discípula del Sagrado Corazón; en “corresponder incesantemente con amor al que tanto nos ha amado”, como añade Santa Teresa Margarita del Corazón de Jesús, la escondida pero no menos ardiente discípula del divino Corazón.

“¡Ea, alma mía, despierta! ¿Hasta cuándo seguirás dormitando? Encima de los cielos hay un rey que desea poseerte: te ama con todo el corazón, te ama sin medida. Tan dulcemente, tan fielmente te ama, que ha dejado su reino y se ha humillado por ti. Para buscarte, ha sufrido ser atado como un malhechor. Te ama tan de corazón, tan fuertemente, está tan celoso de ti y te ha dado tantas pruebas de ello, que por ti ha entregado de buena gana su cuerpo a la muerte. Él te ha lavado con su Sangre, te ha rescatado con su muerte. ¿Hasta cuándo esperarás a corresponderle con amor? Apresúrate, pues, a darle una respuesta.
¡Heme aquí, vengo a ti, Jesús amantísimo! Vengo por tu dulzura, por tu piedad, por tu caridad; vengo con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. ¿Quién me concederá ser toda conforme a tu Corazón, para que Tú puedas encontrar en mí todo lo que deseas?”
(Santa Gertrudis).

Fuente: Cf. P. Gabriel de S. M. Magdalena, o.c.d, Intimidad Divina