De la importancia de las buenas compañías y ejemplos

Posted by: Laudem Gloriae

Familia

Santa Teresa nos dice en el libro de su Vida, la autobiografía que escribió por mandato de sus confesores, que tuvo padres ‘virtuosos y temerosos de Dios’, que su padre era ‘aficionado a leer buenos libros’ y también los tenía ‘para que leyesen sus hijos’. Su madre tenía gran cuidado ‘de hacernos rezar y ponernos en ser devotos de nuestra Señora y de algunos santos.’ Que le ayudaba no ver en sus padres ‘favor sino para la virtud. Tenían muchas. Era mi padre hombre de mucha caridad con los pobres y piedad con los enfermos y aún con los criados.’ ‘Era de gran verdad, jamás nadie le vio jurar ni murmurar. Muy honesto en gran manera. Mi madre también tenía muchas virtudes, y pasó la vida con grandes enfermedades; grandísima honestidad. Con ser de harta hermosura, jamás se entendió que diese ocasión a que ella hacía caso de ella.' Dice que sus hermanos eran ‘todos parecidos a sus padres, por la bondad de Dios, en ser virtuosos’ y ‘mis hermanos ninguna cosa me desayudaban a servir a Dios.”

Este hermoso ambiente de un hogar cristiano hizo que sus ocupaciones y entretenimientos le ayudasen a la santificación de su alma. Nos cuenta que se juntaba con uno de sus hermanos que más quería, a leer vidas de santos. Que les parecía que los mártires
‘compraban muy barato el ir a gozar de Dios, y deseaba yo mucho morir así (…) por gozar en breve de los grandes bienes que leía haber en el cielo.’ Persuade a su hermano y se escapa de su casa para ir a tierra de moros ‘pidiendo por amor de Dios, para que allí nos descabezasen’. Pero a poco de andar los encuentra su tío y los lleva de vuelta a casa…

También nos cuenta:
‘espantábanos mucho el decir que pena y gloria eran para siempre, en lo que leíamos. Acaecíanos estar mucho rato tratando de esto y gustábamos de decir muchas veces: ¡para siempre, siempre, siempre! En pronunciar esto mucho rato era el Señor servido me quedase en esta niñez impreso el camino de la verdad’.
También jugaba a
‘ser ermitaños y en una huerta que había en casa procurábamos, como podíamos, hacer ermitas, poniendo unas piedrecillas, que luego se nos caían’. ‘Hacía limosna como podía (…). Procuraba soledad para rezar mis devociones, que eran hartas, en especial el Rosario, de que mi madre era muy devota y así nos hacía serlo. Gustaba mucho, cuando jugaba con otras niñas, hacer monasterios, como que éramos monjas.’

Vemos en todo esto la gran importancia de que los padres sean virtuosos, como el mejor medio para la educación y santificación de los hijos, como también las buenas lecturas y compañías. A la muerte de su madre, comenzó la santa a tener amistad con una prima suya de ‘
livianos tratos’ y esto fue la causa de que se comenzara a enfriar la virtud en ella, y quizá se hubiera perdido, de no ser por la atenta vigilancia de su padre y hermana mayor, que apenas visto esto, con gran dolor –porque la querían mucho- la llevan a un colegio de monjas agustinas, donde ‘comenzando a gustar de la buena y santa conversación de estas monjas’ ‘comenzó esta buena compañía a desterrar las costumbres que había hecho la mala.’

Hoy comienza esta hermosa estación de la primavera, en la que parece que se palpara más de cerca la presencia de Dios en sus criaturas, en las plantas, las flores, la maravilla de sus perfecciones, colores y perfumes, en los pájaros e insectos. Dice San Juan de la Cruz
‘Las criaturas son como un rastro del paso de Dios, por el cual se rastrea su grandeza, potencia y sabiduría y otras virtudes divinas’.  Y en vez de ser un día de contemplación y acción de gracias, suele ser un día de disipación, cuando no de pecado.
Nos dice Santa Teresa
‘Si yo hubiera de aconsejar, dijera a los padres que en esta edad tuviesen gran cuenta con las personas que tratan sus hijos; porque aquí está mucho mal, que se va nuestro natural antes a lo peor que a lo mejor’.
Que Santa Teresa ilumine especialmente a los padres, maestros, catequistas o quienes tengan a su cuidado a niños y jóvenes, para que sean celosos guardianes de ellos, conserven su inocencia y fomenten en ellos las virtudes, para que sean suave fragancia y bálsamo para los Sagrados Corazones.

Referencia: las citas son de Santa Teresa de Jesús, Libro de la Vida, cap. 1 y 2