La Señorita de Nédonchel

Posted by: Ioseph

Sagrado Corazón 01 (02)

Matilde de Nédonchel, llamada también el Ángel de Jesús, merece que su nombre sea conocido de todos los amigos del Corazón de Jesús.
Niña aún, encargó a la Santísima Virgen que la preparara para acercarse por primera vez a la sagrada Mesa. Jesús sólo esperaba esta hora bendita para manifestarse enteramente a esta joven alma. La primera comunión de Matilde unió para siempre su corazón al Corazón del dulce Maestro, cuyos encantos ella descubrió bien pronto en el sacramento del amor. Nada más celestial que su conversación; fuera de Jesús no conocía nada, o más bien no quería conocer nada, porque
todo lo encontraba en Jesús.
 
Las personas que estaban encargadas de su educación no ignoraban los atractivos de su corazón. Cuando se trataba de exigirle algún trabajo escrito, se le daba como tema Jesús y su amor, y era de ver entonces cómo corría su pluma para narrar las maravillas de su muy Amado: escribía, decían, como lo hubiera hecho un ángel. El amor de Jesús Eucarístico consumía a la señorita de Nédonchel. La comunión frecuente hacía a la vez sus delicias y su tormento, porque su humildad era tal que nunca se aproximaba a la santa Mesa sino con un gran temor de aquel Dios, quien la atraía irresistiblemente. Cuando oraba en presencia del Santísimo Sacramento expuesto sobre el altar, bien pronto abundantes lágrimas inundaban su rostro, las que con gran trabajo lograba ocultar a los demás. El pensamiento de una comunión sacrílega la hacía temblar en tanto grado, que habría dado gustosa su vida para impedir tamaño ultraje a Jesús.
 
Este amante Salvador quiso que su fiel servidora dejara la vida retirada que llevaba, para que se ocupase en atraer almas a la devoción a su adorable Corazón. Se mostraba de tal manera celosa para propagar la Guardia de honor del Corazón de Jesús, que mereció y recibió el título de primera celadora para toda Bélgica.
Tournai fue principalmente el foco de su celo; hubo un año en que llegó a reunir hasta ocho mil asociados. Mientras ella se complacía en extender la devoción al Corazón adorable de Jesús, este divino Maestro iba perfeccionando su alma, que muy pronto debía arrebatar a la tierra.
 
En 1867 Matilde partió para Roma acompañada de su padre. Qué dicha para ella poder ver a Pío IX, el gran pontífice de María Inmaculada e hijo predilecto del Corazón de Jesús. Aseguran que se ofreció entonces como víctima por la libertad del Santo Padre. Sin duda esta virginal ofrenda debió agradar sobremanera al Corazón de Jesús, porque pocos días después de su llegada a Roma Matilde fue atacada de la enfermedad que la llevó a la tumba, a los 25 años de edad.
La señorita de Nédonchel nos deja un modelo perfecto de la virgen cristiana en el mundo.

 Fuente: R. P. Saint-Omer, El Sagrado Corazón de Jesús según San Alfonso María de Ligorio