La consideración de la muerte (I)

Posted by: Nycticorax

Muerte del alma fiel 02 (02)

Llegando al final del actual año litúrgico -tiempo en que se nos recuerda también nuestro fin y el fin del mundo presente- presentaremos una serie de artículos que nos ayudarán a meditar sobre estas tan olvidadas realidades -llamadas “novísimos”-: muerte, juicio, infierno y gloria.

La consideración de la muerte produce en nosotros tres frutos importantes:
a)
Ordena nuestra vida: Lo primero para alcanzar la verdadera sabiduría es saber el hombre regir y ordenar su vida. Porque, como dicen los filósofos, en las cosas que se ordenan a algún fin, la regla y la medida para encaminarlas se toma del mismo fin. Y por esto los que edifican, y los que navegan, y, finalmente, todos los que algo quieren hacer, siempre ponen los ojos en el fin que pretenden, y conforme a él encaminan todo lo demás.
Pues como entre los fines y términos de nuestra vida uno de ellos sea la muerte, donde todos vamos a parar, el que quisiere acertar a encaminar bien su vida, ponga los ojos en este blanco y conforme a él encamine todo lo que hubiere de hacer. Mire cuán pobre y desnudo ha de salir de aquí, y cuán recio juicio ha de pasar allí, y cuán hollado y olvidado ha de estar en la sepultura, y conforme a esto mire cómo le conviene vivir. De esta manera regía su vida un filósofo que decía:
Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo tengo de volver a la sepultura; pues ¿para qué quiero perder tiempo en allegar riquezas, si el fin ha de parar en desnudez?

De no mirar este fin nacen todos nuestros yerros. De aquí nace nuestra presunción, y nuestra soberbia, y nuestra codicia, y nuestro regalo, y las torres de viento que edificamos sobre arena. Porque si pensásemos cuáles nos hemos de ver de aquí a pocos días en aquella pobre casa, más humilde y más templada sería nuestra vida. ¿Cómo tendría presunción quien allí mirase cómo es polvo y ceniza? ¿Cómo tendría por dios a su vientre quien allí mirase cómo es manjar de gusanos? ¿Quién levantaría tan alto sus pensamientos viendo cuán flaco es el cimiento sobre que se funda? ¿Quién andaría perdido buscando riquezas por mar y por tierra, viendo que le han de hacer allí pago con una pobre mortaja? Finalmente, todas las obras de nuestra vida se corregirían si todas las midiésemos con esta regla.
Por esto decían los filósofos que la vida del sabio no era otra cosa sino un continuo pensamiento de la muerte. Porque esta consideración enseña al hombre lo que es algo y lo que es nada; lo que debe seguir y lo que debe huir, conforme al fin en que ha de parar.

Al profeta Jeremías (18, 2) dijo Dios que descendiese a la casa donde se labraba el barro, porque quería hablar allí con él. Bien pudiera Dios hablar en otro cualquier lugar con su profeta, mas quísole hablar en éste para dar a entender que la casa del barro, que es la sepultura, es la escuela de la verdadera sabiduría, donde Dios suele enseñar a los suyos grandes maravillas y doctrinas. Allí les enseña cuán grande sea la vanidad del mundo, la miseria de la carne, la brevedad de la vida, y, sobre todo, allí les enseña a conocer a sí mismos, que es la más alta filosofía que se puede saber.
Desciende, pues, ¡oh hombre!, con el espíritu a esta casa, y ahí verás quién eres, y de qué eres, y en qué has deparar, y en qué para la hermosura de la carne y la gloria del mundo, y así aprenderás a despreciar todo lo que el mundo adora por no saber mirarlo.

Fuente: Fray Luis de Granada O.P., Obra Selecta