La contracepción y el aborto, frutos de la misma planta

Posted by: Nycticorax

Niño por nacer 01 (01)

“La contracepción priva intencionalmente al acto conyugal de su apertura a la procreación y realiza de ese modo una disociación voluntaria de las finalidades del matrimonio” (S.S. Pablo VI, Humanae Vitae, 12).

El diafragma y los preservativos o dispositivos intrauterinos y las pastillas anticonceptivas que impiden la ovulación, rompen con el proceso natural que genera la vida. Quienes fomentan la ideología de “sexo sin amor” distinguen además el acto sexual como mera unión placentera material, del proceso total psicológico y antropológico que da vida a un nuevo ser humano. Pero dice la Iglesia: “El hombre no puede romper por propia iniciativa, entre los dos significados del acto conyugal (dado que debe darse en el matrimonio): el significado unitivo y el significado procreativo” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Inst. Donum vitae, 4)

“Se afirma con frecuencia que la anticoncepción, segura y accesible a todos, es el remedio más eficaz contra el aborto. Se acusa además a la Iglesia Católica de favorecer de hecho el aborto al continuar obstinadamente enseñando la ilicitud moral de la anticoncepción. La objeción… se revela en realidad falaz (…): los contravalores inherentes a la “mentalidad anticonceptiva” –bien diversa del ejercicio responsable de la paternidad y de la maternidad que respeta el significado pleno del acto conyugal– son tales que hacen precisamente más fuerte la tentación al aborto, ante la eventual concepción de una vida no deseada. De hecho, la cultura abortista está particularmente desarrollada justo en los ambientes que rechazan la enseñanza de la Iglesia sobre la anticoncepción.

Es cierto que anticoncepción y aborto, desde el punto de vista moral, son males específicamente distintos: la primera contradice la verdad plena del acto sexual como expresión propia del amor conyugal; el segundo destruye la vida de un ser humano; la anticoncepción se opone a la virtud de la castidad matrimonial, el aborto se opone a la virtud de la justicia y viola directamente el precepto divino “no matarás”.

A pesar de su diversa naturaleza y peso moral, muy a menudo están íntimamente relacionados, como frutos de una misma planta. Es cierto que no faltan casos en los que se llega a la anticoncepción y al mismo aborto bajo la presión de múltiples dificultades existenciales, que sin embargo nunca pueden eximir del esfuerzo por observar plenamente la Ley de Dios. Pero en muchísimos casos estas prácticas tienen sus raíces en una mentalidad hedonista e irresponsable respecto de la sexualidad y presuponen un concepto egoísta de la libertad que ve en la procreación un obstáculo al desarrollo de la propia personalidad.

Así, la vida que podría brotar del encuentro sexual –lícitamente dentro del matrimonio– se convierte en un enemigo a evitar absolutamente, y el aborto es la única respuesta posible frente a una anticoncepción frustrada.
La estrecha conexión que, como mentalidad, existe entre la práctica de la anticoncepción y la del aborto se manifiesta cada vez más y lo demuestra…la preparación de productos químicos, dispositivos intrauterinos y “vacunas” que…actúan en realidad como abortivos en las primerísimas fases de desarrollo de la vida del nuevo ser humano”
(S.S. Juan Pablo II, Evangelium Vitae, 13).

Fuente: Comisión Arquidiocesana de la Mujer, Buenos Aires, 1997