La dulzura del Salvador (II)

Posted by: Ioseph

Jesus 18 (15)
Jesús y la mujer pecadora

No creamos que la dulzura de Jesucristo resplandezca sólo con los buenos; antes bien, brilla singularmente con los pecadores. Contemplemos los retratos que hace Jesucristo de sí mismo, bajo la figura de un buen pastor: ¡con qué dulzura va a buscar la oveja extraviada, con qué bondad la carga sobre sus espaldas para ahorrarle hasta la fatiga del camino! ¡Qué idea no nos da de su dulzura en la figura del padre del hijo pródigo! ¡Con qué regocijo, con qué alegría le recibe! En lugar de aquellos aspectos fríos, de aquellas repulsas amargas, todo es convites y regocijos.

Dos de sus apóstoles, animados de un celo un poco duro, quieren que haga descender fuego del cielo para castigar una ciudad ingrata que no ha querido recibirle. ¡Con qué bondad les reprende su celo demasiado ardiente y acerbo!
Una mujer desacreditada por su mala conducta viene a arrojarse a sus pies; el fariseo murmura de la condescendencia, de la indulgencia del Salvador, y el Salvador mismo toma la defensa de la pecadora.

En fin, consideremos no más lo que refiere el evangelio con respecto a la mujer adúltera. Ella está convencida del crimen de que es acusada; sus acusadores piden la muerte. ¡Con qué dulzura trata el Salvador a aquella pecadora contrita!
- Mujer, ¿dónde están lo que te acusan? ¿Ninguno te ha condenado?
- Ninguno, Señor
-respondió ella.
- Ni yo tampoco, repone el Salvador; no yo no te condenaré: vete y no peques más en adelante.

¿Puede llevarse más lejos la dulzura? Y después de esto ¿deberán entrar en nuestro celo la amargura y la dureza?

Fuente: J. Croisset, SJ, Año cristiano