La familia es cosa sagrada (I)

Posted by: Nycticorax

Santa Gianna Beretta Molla 02 (03)
Santa Gianna Beretta Molla y su esposo

Puesto que es el propio crisol de la vida, que tiene su principio en el mismo Dios, no es de extrañar que la familia aparezca marcada con un signo, con una señal religiosa.
No hay ninguna unión desde los pueblos primitivos hasta nuestros días que no lleve esta señal, este signo.
Fustel de Coulanges no dejó de darse cuenta de esta verdad y de subrayarla debidamente.
“Si nos transportamos con el pensamiento en medio de estas antiguas generaciones de hombres – escribe – encontramos en cada casa un altar y alrededor de este altar, la familia reunida…”

Lo que une sus miembros “es algo más poderoso que el nacimiento, que el sentimiento, que la fuerza física; es la religión del hogar y de los antepasados. Esto hace que la familia forme un cuerpo en esta vida y en la otra. La familia antigua es una asociación religiosa más aun que una asociación de naturaleza. No es, sin duda, la religión la que crea la familia, pero es ella, en verdad, quien le da sus reglas, y de ahí viene que la familia antigua recibió una constitución tan diferente de la que hubiera tenido si los sentimientos naturales hubiesen sido los únicos en formarla”.
Tan verdad es que en diversos grados, la familia se presenta a los ojos del observador imparcial como una sociedad religiosa;
“y es – prosigue monseñor Le Roy – lo que la separa con un foso infranqueable de esta otra familia: la familia animal”.

La familia humana encuentra su principio en el matrimonio. Y el matrimonio ha estado considerado siempre por “el sentido común” de la humanidad, como un estado religioso.
¿Pero, por qué no considerar el matrimonio civil como un adelanto?
Porque su advenimiento, muy lejos de corresponder al más bello desarrollo familiar, inaugura, al contrario, la decadencia de la familia moderna. En efecto, si la familia se distinguía por su solidez, su moralidad, su fecundidad, su unidad, ¿cómo podría decirse que el cuño religioso, que había marcado hasta entonces la familia, era un signo de barbarie?

Además, está muy claro que las teorías que, con su triunfo, impusieron el matrimonio civil, han sido también las que muy lógicamente fueron invocadas para reclamar la unión libre, la abolición de la institución conyugal. ¡Tan verdad es que la familia es religiosa, santa… o no es familia!
Si se quiere una señal de esta decadencia basta con comparar dos encíclicas sobre el matrimonio: la de León XIII y la de Pio XI.
En “Arcanum”, el primero, inquietándose ya, se limitaba, sin embargo, a recordar el carácter religioso del matrimonio y su indisolubilidad. En “Casti Connubi”, Pio XI se ve obligado a descender hasta la refutación de las más abyectas teorías. Ningún crimen, hasta el aborto, ningún vicio hay del que se viera obligado a recordar su condena y de cuyos progresos no tuviera que lamentarse.

Si nosotros faltamos a la lógica, las cosas la imponen en nuestro lugar.
“Los que niegan que el matrimonio sea sagrado… - escribió León XIII -, preparan una acumulación de ruinas”. Todo prueba a nuestro alrededor que la advertencia era fundada.
Considerado como religioso, por el sentido común de la humanidad el matrimonio fue elevado por Nuestro Señor Jesucristo a la dignidad de Sacramento. Escapa de este modo a la jurisdicción de un poder que no es representante de la Iglesia. Su principal finalidad no es dar servidores al Estado, sino dar miembros vivos al cuerpo místico de Cristo.

Fuente: Jean Marie Vaissière, Revista Verbo, Nº 254