La modestia es un deber (II)

Posted by: Juan Sobiesky

Santa Teresita 13 (26)

3. El hábito no hace al monje, pero lo identifica
Se podría objetar que el hábito no hace al monje. El hecho de que una persona se vista con distinción y elegancia no significa necesariamente que tiene buenos principios o buen comportamiento. Del mismo modo, el hecho que una persona siempre lleva ropa informal, no necesariamente indica que tenga malos principios o una conducta reprochable. A primera vista, el argumento parece lógico y hasta obvio. Sin embargo, analizado en profundidad, no se sustenta.
Es verdad que el hábito no hace al monje. Sin embargo, es un elemento que lo identifica. Nadie negará que la pérdida de la identidad de muchas monjas y monjes, que tuvo lugar durante los últimos cincuenta años fue en gran parte debida a que abandonaron sus hábitos tradicionales, que expresaban adecuadamente el espíritu de pobreza, castidad y obediencia, así como un estilo de vida ascética adecuada para la vida consagrada. [3]

4. La necesidad de coherencia entre el vestido y las convicciones.
Habida cuenta de la unidad que existe entre nuestras tendencias, principios, convicciones y el comportamiento, la forma de vestir no puede dejar de influir en nuestra mentalidad.
El uso de un determinado tipo de ropa es una forma de comportamiento, y cuando la ropa ya no refleja adecuadamente nuestras tendencias, principios y convicciones, la propia mentalidad empieza a sufrir un cambio imperceptible para permanecer
“en sintonía” con la forma con la que uno se presenta a sí mismo. Esto se debe a que la razón humana, por la fuerza de la lógica inherente a ella, naturalmente, tiende a establecer la coherencia entre el pensamiento y la conducta.
Esta norma está magníficamente resumida en la famosa frase del escritor francés Paul Bourget:
“Hay que vivir como se piensa, so pena de, tarde o temprano, terminar pensando como se ha vivido”.

El proceso de transformación o de erosión de los principios puede ser tornado más lento o impedido por el fervor religioso de una persona, por tendencias o ideas profundamente arraigadas, y otros factores. Sin embargo, en caso de contradicción entre la conducta reflejada en la forma de vestir y los principios, aunque las convicciones no sean eliminadas, el proceso de erosión, por lento que sea, se convierte en inexorable.

[3] Afortunadamente, desde hace algún tiempo ha habido una reacción saludable contra el abandono de la vestimenta tradicional, un hecho que ha traído un aumento en el número de vocaciones. Según un libro publicado recientemente, “las hermanas de las comunidades cuyos miembros usan un hábito religioso identificable” son las más florecientes y atraen a las mujeres más jóvenes. (Ver Los jóvenes son atraídos por órdenes cuyos miembros visten hábitos, http://infocatolica.com/?t=noticia&cod=4002)

Fuente: AmericaNeedsFatima