Los paganos adoran a Dios ¿Y nosotros? (II)

Por Un Monje Benedictino

Adoración de los Magos 03 (05)

Hoy en día, en Occidente tenemos una cultura y sociedad que no está humildemente de rodillas ante Cristo, sino de pie de modo altivo y soberbio, con la cabeza bien alta. No tenemos tiempo para arrodillarnos durante el día para orar, y tenemos tiempo para pasar horas navegando en Internet, para hablar por teléfono, para hacer deporte o dedicarnos a nuestro hobby. No tenemos tiempo para arrodillarnos ante el Salvador, y sí tenemos tiempo para nuestras mascotas.

Hoy en día no queremos arrodillarnos en la Misa y es todo un drama si alguna vez queremos arrodillarnos antes de la Comunión. Hoy el sacerdote y el religioso siempre tienen tiempo para postrarse ante la pantalla del televisor o de la computadora para ver una película, y nunca tienen tiempo para arrodillarse y adorar al Salvador en el sagrario.
Tiempo para la frivolidad en vacaciones lo tiene todo católico, pero tiempo para dialogar con su Salvador en el Ssmo. Sacramento, siquiera unos diez minutos al día, nadie lo tiene porque aparece siempre la excusa mágica:
“hay tantas cosas para hacer”, “¡¡¡huy, ¡justo ahora tengo que hacer una llamada telefónica!!!!” o “¡tengo que saludar a fulano de tal!” “esto no es útil, pierdo tiempo”.
Veamos los domingos después de Misa: ¿quién se queda para adorar unos instantes a su Salvador? Prácticamente nadie. En el fondo no creemos en Cristo nuestro Salvador y por eso no lo adoramos. Es que somos bastante ateos en el fondo del corazón, vestidos de fieles por de fuera.

Lo cierto es que la salvación comienza de rodillas no de pie. PRIMERO ADORAR DE RODILLAS, COMO LOS MAGOS, Y LUEGO PONERNOS DE PIE PARA LA LUCHA COTIDIANA. Ese es el gran mensaje de los magos, y un sencillo y práctico programa de vida para todos: ADORAR Y LUCHAR. ADORAR Y OBRAR. Creo que la clave de la adoración de los magos, está en que se dejaron cautivar por el misterio del amor de Jesús Niño que brillaba en Belén. No amaron a Jesús simplemente, sino a Jesús Niño en Belén.

Porque el amor impulsa, en cierta manera, a igualarse al amado, a transformarse como es él. Entonces, los magos contemplan a Jesús a sus pies en el pesebre, a ras de tierra, y ellos se ponen al nivel de Dios humillado por nuestro amor; a ras de tierra, a sus pies, de rodillas, se hacen niños como el Niño; se hacen primero niños en el alma, niños en el corazón,
se hacen pequeños, y luego se arrodillan con las obras, con la adoración. Es que ellos han escuchado en su interior estas palabras del mismo Niño Jesús, que las repetirá cuando sea adulto: “Si no os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos”.

Que nosotros, inspirados por los magos, vivamos esta sabia conjunción cada día: primero de rodillas, y luego de pie ante el Salvador: con el corazón, con las obras.

Título original: Adoran a Dios los paganos, no los católicos