Preparad un corazón digno del Verbo de Dios

Posted by: Laudem Gloriae

Pesebre 01 (04)

Me arrodillo a los pies de Jesús, mi Salvador, pidiéndole que Él mismo prepare mi corazón a su inminente venida.
“Reunid a todas las gentes; anunciad a los pueblos y decidles: he aquí que viene Dios, nuestro Salvador” (Breviario Romano). El mensaje se hace cada vez más apremiante: dentro de breves días se manifestará al mundo el Verbo de Dios hecho carne. Es necesario, pues, urgir los preparativos, disponer un corazón digno de Él.

La Encarnación del Verbo es la prueba más grande del amor infinito que Dios tiene a los hombres; por eso nos recuerda la liturgia aquellas hermosas palabras:
“Te he amado con un amor eterno; por eso te he atraído, compadeciéndome de ti”. Sí, Dios amó al hombre desde toda la eternidad y, para atraerlo a sí, no dudó en enviarle “a su Hijo revestido de una carne semejante a la del pecado” (Rom. 8,3). Al Amor, que está para aparecer “encarnado” en el dulce Niño Jesús hay que salirle al encuentro con un corazón todo penetrado y henchido de amor, un amor fiel en las cosas grandes y pequeñas, un amor ingenioso en valerse de todo para pagar el amor infinito de Dios. “¡Amor con amor se paga!”, es la consigna que ha hecho a los santos y que ha espoleado a innumerables muchedumbres de almas a la más grande generosidad.
Prepárate a la Natividad con este amor y permanece fiel en él, porque, como dice San Pablo (1 Cor. 4,2):
“Es necesario que cada cual sea hallado fiel”.

“¡Oh Dios inmenso, omnipotente y eterno! ¿Era posible ofrecernos una prueba mayor del infinito amor que tienes a tus pobres criaturas, que esta de darnos al Verbo, tu Unigénito Hijo? Por nosotros has querido revestir de carne humana, carne semejante a la carne del pecado, a tu Hijo, que es el resplandor eterno, la figura perfecta de tu substancia.
¡Oh Bondad superior a toda bondad, Tú solo eres sumamente bueno! Tú nos diste al Verbo, tu Hijo Unigénito, para que viviese con nosotros, en contacto con nuestro ser de corrupción y de tinieblas. ¿Cuál es la causa de este don? El Amor. Porque Tú nos amaste antes de que existiéramos nosotros.
¡Oh eterna grandeza! ¡Oh grandeza de bondad! Tú te abajaste y te hiciste pequeño para hacer grande al hombre. A cualquier parte que me vuelva, no encuentro más que el fuego y abismo de tu caridad”
(Santa Catalina de Sena).

Fuente: Cf. P. Gabriel de S. M. Magdalena, o.c.d, Intimidad Divina