Reflexiones de fin de año
Posted by: Laudem Gloriae
Ya llegaste al fin de este año; ¿será acaso también el fin de tus infidelidades y de tus ingratitudes? ¿Cómo has vivido? ¿Puedes decir que hayas dado un día de este año enteramente a Dios? Pues sabe que todo lo que no hayas hecho por Dios es totalmente perdido.
¡Cuántos medios de salvación te ha concedido Dios en este año! ¡Cuántas gracias e inspiraciones! Examina cómo las has correspondido y verás cuántas gracias has menospreciado, cuánto tiempo has perdido. ¿Y cómo remediarás estas pérdidas? Sólo puedes lograrlo renovando tu fervor. Un caminante que se distrae, luego, conociendo que le falta todavía mucho que andar y le queda poco tiempo de luz, procura con mayor diligencia ganar el tiempo perdido. ¿Por qué no sigues la advertencia del Salvador, que nos exhorta a caminar mientras tenemos luz, no sea que la noche, esto es, la muerte nos sorprenda? Esta puede estar más cerca de lo que juzgas.
¿Quién te asegura que no será este el último año de tu vida? ¡Cuántos empiezan con menos años y más salud que tú el año nuevo, y no verán el fin! Si se te dijese de parte de Dios que habías de morir este año, ¿cómo lo pasarías? ¡Qué fervor tendrías en emplear bien los momentos, en evitar las ocasiones de pecar, en corresponder fielmente a todas las gracias, en cumplir todas tus obligaciones y en trabajar para adquirir las virtudes! Pues ¿por qué no haces ahora lo que quisieras haber hecho entonces? Sólo el fervor que tuvieres ahora puede prevenir el remordimiento que te atormentará en la hora de la muerte, si no aprovechas el tiempo mejor que hasta aquí lo has hecho.
No te puede faltar fervor si piensas que tienes un Dios a quien agradar, un alma que salvar, terribles enemigos con quien pelear, un juicio que temer, un infierno que evitar y un paraíso que adquirir.
Tienes un Dios a quien amar y servir. Dios te ha dado mucho, te pide poco y debes esperar infinito de Él; ¿puedes dejar de hacer algo de lo que sabes que le agrada?
Tienes un alma que salvar. La salvación de tu alma es tu único negocio; ¿qué es lo que no deberás hacer para salvarte?
Tienes enemigos terribles y vigilantes con quien pelear. Pues ¿de qué procede que ellos sean tan solícitos para que te condenes, y tú tan perezoso o negligente para salvarte?
Tienes un juicio que temer; está ya cerca, será riguroso y terrible, y sus consecuencias duran toda la eternidad; ¿puedes excederte en precauciones para prevenirle?
Tienes un infierno que evitar; cualquier trabajo, por grande que sea, te debe parecer leve si te libra de tan tremenda desgracia.
Tienes un paraíso que ganar; los mayores trabajos te deben parecer dulces cuando una bienaventuranza es el término y el premio de ellos. Vive desde hoy como si el año en que vas a entrar fuera el último de tu vida y el umbral de la eternidad.
¡Oh Señor mío y Dios mío! ¡Cómo es posible que yo no os haya amado hasta ahora, y que no haya correspondido a vuestros infinitos beneficios sino con extrema ingratitud! ¡Quiero desde ahora comenzar a amaros, Dios mío, fortaleza mía y vida mía! Yo os amaré, Señor mío, porque sois infinitamente bueno, y porque me habéis amado desde toda la eternidad, y me habéis colmado de innumerables beneficios, y porque mi felicidad depende de vuestro amor. Os amaré con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas.
Fuente: P. Francisco de Paula Garzón, Meditaciones espirituales