Renovemos nuestros propósitos

Posted by: Ioseph

Beato Pier Giorgio Frassati 01
(hacia lo alto) – Beato Pier Giorgio Frassati

Cada día debemos renovar nuestros propósitos y animarnos al fervor como si hoy fuese el primer día de nuestra conversión, y decir: “Ayúdame Señor, Dios mío, en el buen propósito y en tu santo servicio y dame gracia para que comience este día perfectamente, porque nada he hecho hasta ahora”.

Según es nuestro propósito así es nuestro aprovechamiento, y debe poner mucho empeño el que quiere aprovechar bien. Si el que propone firmemente, con frecuencia decae ¿qué será del que rara vez o con menos firmeza propone?
Sucede que de diversas maneras desertamos de nuestros propósitos y una pequeña omisión de los ejercicios no pasa sin detrimento. Los propósitos de los santos penden más de la gracia de Dios que del propio saber y en Dios siempre confían cuando algo acometen. Porque el hombre propone pero Dios dispone y no está en poder del hombre su camino (
Prov 16, 9; Jr 10, 23).

Si por caridad y por provecho del prójimo se suspende alguna vez el cumplimiento de los ejercicios acostumbrados, con posterioridad puede fácilmente recuperarse. Mas si por fastidio del corazón o por negligencia ligeramente se deja, muy culpable es y resultará muy dañoso.
Esforcémonos cuanto podamos porque, así y todo, caeremos con facilidad en muchas faltas. No obstante, siempre algo concreto debemos proponernos, y principalmente contra aquello que más se opone a nuestro progreso.
Debemos escrutar por igual nuestras actividades exteriores e interiores porque todas tienen que ver con nuestro aprovechamiento.

Si no eres capaz de recogerte en ti mismo continuamente, hazlo de cuando en cuando, y, por lo menos, una vez al día, por la mañana o por la noche.
Propón por la mañana y al final del día examina tus obras: cómo has sido este día en palabras, obras y pensamientos, porque es posible que hayas ofendido muchas veces a Dios y al prójimo.
Ármate con todas tus fuerzas contra las maldades diabólicas, frena la gula y podrás frenar con mayor facilidad tus bajas inclinaciones. Nunca estés del todo ocioso, sino lee, escribe, reza, medita o haz algo de provecho para los demás.

En las festividades principales debemos renovar nuestros buenos ejercicios e implorar con más fervor la intercesión de los santos. De celebración en celebración debemos hacer propósitos como si entonces tuviéramos que emigrar de este mundo y llegar por fin a la eterna festividad.
De esta manera, debemos prepararnos con gran solicitud en los tiempos devotos y más piadosamente comportarnos y cumplir más estrictamente nuestros compromisos, como quien ha de recibir en breve de Dios el premio de sus trabajos.

Fuente: Cfr. Tomás de Kempis, Imitación de Cristo, Libro I, Cap. 19