Santa Teresita del Niño Jesús
Posted by: Laudem Gloriae
Hoy es la fiesta de santa Teresita del Niño Jesús, virgen y Doctora de la Iglesia. Nació en Aleçon (Francia) el 2 de enero de 1873. Entró al Carmelo de Lisieux el 9 de abril de 1888, a los 15 años. Exhaló su último suspiro en un éxtasis de amor el 30 de septiembre de 1897. Pío XI la canonizó en 1925 y la proclamó Patrona de las Misiones en 1927. Juan Pablo II la declaró doctora de la Iglesia en 1997. Su vida se destacó por su ‘caminito de infancia espiritual’: “El camino que quiero enseñar a las almas es el camino de la infancia espiritual, es el de la confianza y total abandono, quiero indicarle los pequeños medios que tan buenos resultados me han dado y decirles que sólo hay una cosa por hacer aquí: arrojar a Jesús las flores de nuestros pequeños sacrificios.” Llevó una vida de gran sacrificio y abnegación de sí misma por amor a Jesús y por la salvación de las almas. Este texto sobre la gracia que recibió de comprender lo que es la caridad, es parte de la Historia de un alma, la autobiografía que ella escribió.
“Dios me ha concedido la gracia de comprender lo que es la caridad. También antes lo comprendía, es verdad, pero de una manera imperfecta. No había profundizado estas palabras de Jesús: El segundo mandamiento es semejante al primero: amarás a tu prójimo como a ti mismo. Me dedicaba principalmente a amar a Dios.
Y amándole, he llegado a comprender que mi amor no debe manifestarse solamente por medio de palabras, porque: No todo el que dice ‘Señor, Señor’ entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo.
Esta voluntad Jesús la dio a conocer varias veces, casi debería decir en cada página de su Evangelio. Pero en la última cena, cuando sabe que el corazón de sus discípulos arde en una llama más viva de amor a él, que acaba de darse a ellos en el misterio inefable de la Eucaristía, entonces es cuando el dulce Salvador quiere imponerles un mandamiento nuevo. Les dice, con una ternura inexpresable: Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado. La señal por la que conocerán que sois discípulos míos, será que os amáis unos a otros.
¿Cómo amó Jesús a sus discípulos y por qué los amó? ¡Ah, no eran ciertamente sus cualidades naturales las que podían atraerle! Entre ellos y él la distancia era infinita. Él era la Ciencia, la Sabiduría eterna; ellos eran unos pobres pescadores, ignorantes y llenos de ideas terrenas. Sin embargo, Jesús les llama sus amigos, sus hermanos. Quiere verles reinar con él en el reino de su Padre; y para abrirles ese reino, quiere morir en la cruz, pues él mismo dijo: Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Meditando estas palabras, comprendí que la caridad perfecta consiste en soportar los defectos de los demás, en no escandalizarse de sus debilidades, en sacar edificación de los menores actos de virtud que se les ve practicar. Pero sobre todo, comprendí que la caridad no ha de quedar encerrada en el fondo del corazón. No se enciende una vela –dijo Jesús- para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Me parece que esta candela representa la caridad, la cual debe alumbrar, alegrar, no sólo a los que me son más queridos, sino a todos los de casa, sin exceptuar a nadie.”