Santidad Argentina (XXV)

Posted by: Corim

Vble María Crescencia Pérez 10 (11)
Hospital de Freirina (Chile)

Hermana María Crescencia Pérez. Décima segunda parte.

Ya pasado un tiempo del dichoso día en que nuestra protagonista fue elevada a los altares por la Santa Iglesia, retomamos estas pequeñas consideraciones sobre su vida, que pueden servir de provecho para enriquecernos espiritualmente con este modelo tan cercano a nosotros.

Volvamos a ubicarnos en donde dejamos su historia: luego de pronunciados los primeros votos, Sor Crescencia es destinada al Colegio del Huerto de la calle Rincón en Buenos Aires, de allí pasa al Solárium de Mar del Plata, para la atención de niños enfermos de tuberculosis ósea o pulmonar, allí contrae dicha enfermedad y es trasladada a Chile, esperando que el cambio de clima le sea favorable para su salud. Todo este rápido recorrido de su vida ella lo vivió con un total abandono en las manos amorosas de Dios, y no dudó ni un instante en cumplir a la perfección con lo que veía claro que era la Voluntad de Dios.
Para ilustrar mejor su biografía hemos citado varios de los testimonios de las personas que la han conocido, tanto en Argentina como en Chile, y hemos comprobado su exquisita caridad, su vida de profunda oración, su amor y devoción a la Santísima Virgen.
Y ahora vamos a ir recorriendo los momentos de su vida hasta llegar a su edificante muerte, y el hallazgo de su cuerpo incorrupto.

En el vecino país de Chile, las localidades de Vallenar, Quillota y Freirina, fueron testigos de las virtudes heroicas de la Beata. Vamos a citar algunos testimonios de personas que la conocieron y que podemos usarlos como puntos para nuestra meditación diaria personal.
Primeramente, nos cuenta la señora Delfina Beatriz Monardes:
“La salud la acompañó bastante los primeros tres años de su residencia en Chile, aunque estaba delicada. La mayor parte del tiempo pudo cumplir con sus actividades, dando ejemplo en todo. Fue un verdadero modelo de vida religiosa, en el ejercicio de las prácticas piadosas. La Misa y la comunión diarias eran momentos fundamentales en su vida”. Aquí podemos encontrar un primer punto para considerar: ¿Es la Eucaristía el centro de mi vida, el eje en el que giran mis días?, ¿soy consciente de este don, este regalo que Dios me hace de poder acercarme a Él diariamente, de poder nutrirme con su propia sangre, con su mismo Cuerpo?

Prosigamos con el testimonio de Delfina:
“la enfermedad que la postró fue una verdadera prueba de fuego. La asumió con increíble Fe. Su ánimo no decayó, y en todo momento prevaleció aquella visión que le enseñó a sufrir en silencio y en paz. Confiaba en Dios y en la Virgen. Presentía que la llamaban a vivir para siempre en el Cielo. Este pensamiento le permitió superar grandes dificultades de la vida presente”
“Se la veía feliz. En los últimos días daba la impresión de que el dolor la unía más a Dios. Era su preocupación diaria estar ligada a su Voluntad. Fue el esfuerzo permanente que realizó en medio de sus ocupaciones; sobre todo por la forma en que hacía las cosas. Nunca hizo las cosas de mala gana o quejándose.”
Aquí encontramos con el segundo punto en el que podemos meditar: ¿me preocupo por verdaderamente tratar de conocer y cumplir con lo que es la Divina Voluntad de Dios en mi vida, o antepongo mis propios caprichos, quereres e intereses, a cumplir con fidelidad con lo que Dios me manda en este instante?

Podemos comenzar ya mismo, aprovechando este precioso tiempo del adviento, a tratar de cultivar la devoción a la Santísima Eucaristía, como lo hizo la Beata Crescencia, aprovechando la posibilidad, para quien la tuviera, de comulgar todos los días, alimentándonos con el majar del Cielo; asimismo, en este tiempo de gracia, podemos meditar a menudo si estamos en todo cumpliendo con lo que Dios nos pide y si realizamos nuestras ocupaciones diarias de la manera como Él quiere que se hagan las cosas; no olvidemos que siempre es tiempo de recomenzar, de volver a poner a Dios como centro de nuestra vida.
En la próxima entrega seguiremos meditando los puntos fundamentales de los últimos días de vida terrena de Sor Crescencia.