Santidad Argentina (XXVIII)

Posted by: Corim

Vble María Crescencia Pérez 12 (13)

Beata María Crescencia Pérez. Decimocuarta parte.

En entregas anteriores hemos comenzado a considerar el precioso testimonio de la Madre Sor Ludovica Bonoris, quien entre otras personas fue testigo de la santa muerte de Sor Crescencia.
Continuamos con el relato del testimonio que nos dejó:
“El 20 de mayo, por la tarde, Crescencia pidió que rezáramos alguna oración al Sagrado Corazón de Jesús, cuya imagen veía desde su lecho. Rezamos las letanías del Sagrado Corazón. Al terminarlas, ella, como fuera de sí y llena de gozo, nos hacía comprender que veía algo celestial. Un momento después, exclamó: ‘Veo al Corazón de Jesús que está rasgando la llaga de su corazón y de ella salen chispas como de fuego que las arroja hacia mí’.”

Momentos después,
“con sorpresa de todas la vimos incorporarse con energía y, juntando sus manos trémulas, con voz inteligible dijo: Ahí está el Corazón de Jesús vivo, que me habla. Y exclamó fuertemente: ¡Corazón de Jesús bendíceme! Bendice a estas mis Hermanas que están aquí, dales fuerzas para luchar con valor en estos tiempos calamitosos para la salvación de las almas. Bendice a nuestro amado Instituto, del que tanto bien he recibido y en el que me considero en este momento la criatura más feliz que hay en el mundo. Te pido y ruego, Corazón de Jesús, que envíes muchas y buenas vocaciones para el querido Instituto y las que no fueran buenas, que no entren. Bendice, Corazón de Jesús, a mis queridos padres, a cuyos desvelos tanto debo, y a toda mi familia, vivos y difuntos. Corazón de Jesús, te pido una bendición especial para Chile. Y ya que es Voluntad de Dios que yo muera aquí, gustosa te ofrezco el sacrificio por la paz y tranquilidad de esta Nación.”

“Después continuó diciendo que veía la felicidad que Dios le tenía preparada en el Cielo; y en alta voz agregó: ¿Cuándo Señor he merecido eso? ¿Qué son los sufrimientos de este mundo, comparados con la felicidad del Cielo? Yo no soy más que una miserable criatura, la ínfima de todas: soy menos que un gusano de la tierra. ¿De dónde a mí, tanta dicha? ¡Corazón de Jesús no merezco esto! Comprendo que toda esta merced es pura bondad de Tu Misericordiosísimo Corazón.”

Para concluir hoy, vamos a transcribir una pequeña frase que la Beata Sor Crescencia dijo en su lecho de muerte, y que hoy parece decirnos también a todos nosotros:
“...que todos vayan al Sagrado Corazón de Jesús: allí en esa llaga encontrarán la salvación de sus almas...”