Santísimo Nombre de Jesús

Posted by: Laudem Gloriae

Santísimo Nombre de Jesús 01 (01)

Ayúdame a comprender, oh Jesús, los misteriosos tesoros encerrados en tu dulcísimo Nombre.
La Iglesia nos invita a meditar y celebrar las glorias del Nombre del Hijo de Dios. Glorias que, como nos enseña San Pablo, brotan precisamente de su profundo anonadamiento:
“Hermanos: Cristo se anonadó…, por lo cual Dios le exaltó y le otorgó un nombre sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús doble la rodilla cuanto hay en los cielos, en la tierra y en los abismos” (Flp. 2, 7-8). Así canta la Iglesia en el oficio del día del Santísimo Nombre de Jesús, invitando a todos sus hijos a rendir un homenaje de devoción y agradecimiento a quien tanto se humilló por nosotros.

Respondiendo a este llamamiento, todo corazón cristiano está obligado a ensalzar el nombre santísimo de su Salvador, lo cual equivale a ensalzar su misma persona, ya que el nombre de Jesús expresa cabalmente su esencia, que es la de Salvador y Redentor. Dios mismo le impuso este nombre bendito, cuando el ángel anunció a María y a José el gran misterio:
“Le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt. 1, 21). Este nombre declara y sintetiza los grandes misterios de la Encarnación y de la Redención, y está en el centro del universo como punto de contacto y puente de unión entre Dios y la Humanidad. Sólo por medio de Jesús y en nombre de Jesús puede el hombre llegar a Dios: “Porque no existe debajo del cielo otro nombre, dado a los hombres, en el cual hayamos de ser salvos” (Hech. 4, 12).

“¡Oh nombre glorioso, nombre gracioso, nombre amoroso y virtuoso! En tu virtud se perdonan las culpas, se vencen los enemigos, sanan los enfermos, los que sufren hallan consuelo en sus adversidades. Tú eres el honor de los creyentes, el maestro de los predicadores, el alivio de los que trabajan, el sostén de los débiles: con tu fuego ardiente se nutren los deseos santos, se alcanzan los auxilios necesarios, se embriagan las almas contemplativas, y son glorificados los triunfadores en la patria celestial. Concédenos, oh dulcísimo Jesús, por tu santísimo nombre, que también nosotros podamos reinar con los bienaventurados. Tú que glorificas a todos ellos, Tú que triunfas glorioso con el Padre y el Espíritu Santo, en unidad y trinidad perfecta por todos los siglos de los siglos” (San Bernardino de Sena).

Fuente: Cf. P. Gabriel de S. M. Magdalena, o.c.d, Intimidad Divina