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Posted by: Lotario de Segni

Hijo proĢdigo 01 (03)

Este es el pensamiento que todo lo compendia. Porque si los brazos del crucifijo oran, defienden y enriquecen, es porque aman. Favorables a los buenos, propicio para con “los que no saben lo que hacen”, a todas partes llevan el perdón: el perdón que es, para nosotros, la más grande de las grandezas de Dios.
 
A los pies del crucifijo, la parábola del hijo pródigo adquiere una significación y un relieve verdaderamente conmovedores, los cuales proceden en parte de los extravíos del corazón humano, y en parte del paciente amor del Corazón de Jesús. ¡Ah! ¡Qué bien conocemos los dos personajes del relato evangélico! ¡Qué claro es para nosotros de qué parte estuvo la miseria y de que parte la misericordia! Ahí me confieso con sinceridad enteramente sacramental: sinceridad que rara vez tengo en otra parte.
Dios mío, también yo he tenido días de vértigo y rebeldía, y he dicho:
“Dame la parte del patrimonio que me pertenece”. Y Jesucristo me la ha dado, pues deja en libertad a los que ha hecho libres. Heme ya dueño de mi mismo; partiré con mi tesoro a “tierras lejanas”. Abandonaré el humilde techo de Nazaret con su vida interior y sus ocultos deberes; saldré de ese hogar doméstico de los hijos de Dios, donde me ahogo, porque obliga siempre a velar y a orar. ¡Adelante!...
 
Como hijo desnaturalizado, he sido dos veces loco, según nota muy bien un doctor: primero, he alejado mi corazón de Dios, y después, hasta le he negado el pensamiento. Y he caminado siempre perdiendo de vista el cielo.
Así se extravió David un día en esas regiones extrañas, y dijo:
“Me desampara mi corazón, yéndose lejos. Estaba preocupado con los pensamientos de mi pecado; no podía ver otra cosa alguna”. Así se perdió Agustín, y al volver, puso su experiencia al servicio de todos los fugitivos, diciendo: “Inquieto está el corazón, mientras no le es dado descansar en Dios”.
 
Ah ¿Quién no ha experimentado nunca lo que llama el libro de la Sabiduría las
“circunstancias de la concupiscencia”? De la libertad se pasa a la independencia, y de aquí al libertinaje. ¿No es esta, aunque en grados diversos, la historia de todos nosotros? ¡Cuántas cosas buenas han dejado mi espíritu y mi corazón en todos los senderos por donde me arrastraban la presunción y el desorden!
 
Pero hay un
“sensualismo” sobrenatural para reemplazar el de la carne y la sangre. En el Crucifijo hay brazos para abrazarnos, boca para sonreírnos, pies que podemos besar, y un corazón abierto de par en par para recibirnos y amarnos. Y si es poco, preparada tendrá la sala del banquete el Padre de familia que nos abraza desde su Cruz; Él será nuestra comida y bebida: Tomad, comed y bebed; ESTE ES MI CUERPO, ESTA ES MI SANGRE. Hombres del placer, hombres tanto en el cuerpo como en el alma, para vosotros están preparados el Calvario y el altar, el Crucifijo y la hostia: sensualismo celestial que nos consuela, que compensa el abandono del otro, sin que jamás cause disgusto.

   Fuente: Cfr. Abate Chaffanjon, El Crucifijo, ed. Gustavo Gili, Barcelona 1912
fp 120227