El valor educativo del dolor
Posted by: Ioseph
San Pablo define sucinta y vigorosamente las consecuencias educativas del dolor, con estas palabras: “Nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación obra paciencia, y la paciencia prueba, y la prueba esperanza y la esperanza no trae confusión” (Rom. 5, 3 y ss.). La tribulación educa al cristiano para la paciencia y en la paciencia se prueba y acrisola la virtud. La virtud acrisolada y probada da un derecho más firme a poner toda la esperanza en Dios. De ahí que en la tribulación no desfallece la esperanza del cristiano, sino que toma un vuelo más alto y animoso en alas de la paciencia y de la fidelidad para con Dios. El dolor no debe ser para el cristiano un motivo de pena sino de gloria.
El dolor seméjase a un lagar, según una figura del Viejo Testamento empleada por San Agustín en esta forma: “¿Quieres salir del lagar del dolor? Ten en cuenta que el racimo que teme al lagar, puede ser devorado por las aves y las fieras”. La ligereza, y la pasión pierden frecuentemente al que durante mucho tiempo se ve exento de tribulaciones y desdichas o las teme exageradamente.
“Antes de ser humillado (por el dolor), yo delinquí” dice el Salmista (118, 67). Muchos se han de encontrar en el mismo caso y todos deben agradecimiento al dolor. Cuando pasan demasiados años sin que el árbol dé fruto, o cuando lo da malo, no queda más recurso que cavarle alrededor del tronco con la azada del dolor (S. Luc. 13, 8).
Honores, riqueza, bienestar y placeres adormecen al hombre. Durante un largo sueño del alma, degeneran todos los órganos más nobles. Se produce la dilatación adiposa y, para curarla, es indispensable que Dios lo apriete con su mano y exprima con el estrujamiento del dolor
No ha de considerarse como un castigo el hecho de que Dios se interponga en el camino del pecador con un dolor. Al contrario, castigo verdadero es que rehúse tal encuentro y le deje proseguir la marcha, impelido por los perversos dictados de su corazón (Salmo 80, 13). “Porque es señal de un gran beneficio, no permitir a los pecadores largo tiempo el obrar según su voluntad, sino aplicar desde el primer momento el castigo” (II Macab. 6, 13). Exclama agradecido San Agustín: “Siempre te apiadaste de mí aun en medio de tu enojo, y destilaste en mis pecaminosos placeres las más amargas tribulaciones”. En otro lugar declara: “¡No recibir castigo! ¿Qué mayor castigo? Si vives mal y Dios te lo permite, es señal de que su enojo es grande”.
Fuente: Mons. Juan Straubinger, En la escuela del dolor
Tener el espíritu alegre en medio de las pruebas
Posted by: Nycticorax
San Pedro Damián
De las cartas de San Pedro Damián, Obispo
Me has pedido, amadísimo hermano, que te escriba una carta de consuelo, con el fin de confortar tu ánimo, entristecido por tantas calamidades como tienes que soportar.
Beato Carlos de Austria: "cumplir la voluntad de Dios en todo" (III)
Posted by: Corim
Hemos considerado ya gran parte de la vida de nuestro beato; desde su nacimiento, pasando por su juventud y su matrimonio con Zita de Borbón, y finalmente habíamos llegado a la etapa de su transformación como Emperador de Austria-Hungría.
Leer más...Meditación de la soledad de María
Posted by: Ioseph
Preámbulo: "Stabat Mater"
"Stabat mater dolorosa,
juxta crucem lacrimosa"
Estaba la Dolorosa,
junto al leño de la Cruz.
Ni Jesús sin la cruz, ni la cruz sin Jesús
Posted by: Ioseph
Hoy, 14 de septiembre, la Iglesia celebra la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, en recuerdo de la recuperación de la cruz en que murió nuestro Señor, obtenida en el año 614 por el emperador Heraclio, quien la rescató de los Persas que la habían robado de Jerusalén.
La cruz es para el cristiano el más honorífico trofeo, pues en ella Nuestro Señor dio muerte al pecado y al infierno. Pero es mucho más que un mero símbolo recordatorio: es la verdadera “señal del cristiano”, especialmente en su sentido de dolor redentor.
Podemos observar, sin embargo, cómo en nuestros días cada vez más se intenta desterrar la cruz de todos los ambientes, aun los ambientes católicos. Se pretende presentar un Cristo sin la cruz, un Cristo resucitado sin señales de la pasión, olvidando que “no hay domingo de Pascua sin Viernes Santo”. Pocos son los predicadores que pueden decir con San Pablo: nosotros predicamos a Cristo crucificado (1 Cor 1, 23).