Fugacidad del tiempo

Cuán falsa y engañosa es la felicidad de este mundo (VI)

Posted by: Nycticorax

Pecado 01 (01)

d) Por la ceguedad y tinieblas en que vivimos: A esta muchedumbre de lazos y peligros se añade otra miseria que los hace mayores, que es la ceguedad y tinieblas de los mundanos, la cual convenientísimamente es figurada por aquellas tinieblas de Egipto (Ex 10, 21), las cuales eran tan espesas, que se podían palpar con las manos y que en aquellos tres días que duraron ninguno se movió del lugar donde estaba, ni vio al prójimo que al lado de sí tenía. Tales son, por cierto, y mucho más palpables, las tinieblas que el mundo padece. Si no, discurriendo ahora por las cegueras y desatinos de él, dime: ¿qué mayor ceguedad que creer los hombres lo que creen y vivir de la manera que viven? ¿Qué mayor ceguedad que hacer tanto caso de los hombres y tan poco de Dios, tener tanta cuenta con las leyes del mundo y tan pocas con las de Dios; trabajar tanto por este cuerpo, que es una bestia bruta, y tan poco por el alma, que es imagen de la Majestad divina; atesorar tanto para esta vida, que mañana se ha de acabar, y no recoger nada para la otra, que para siempre ha de durar; hacerse pedazos por los intereses de la tierra y no dar un paso por los bienes del cielo?

¿Qué mayor ceguedad que, sabiendo tan cierto que hemos de morir y que en aquella hora se ha de determinar lo que para siempre ha de ser de nuestra vida, vivamos tan descuidados como si siempre hubiéramos de vivir? Porque ¿qué menos hacen los malos habiendo de morir mañana que si hubieran de vivir para siempre? ¿Qué mayor ceguedad que, por la golosina de un apetito, perder el derecho del cielo; tener tanta cuenta con la hacienda y tan poca con la conciencia; querer que todas tus cosas sean buenas y no querer que tu propia vida lo sea?

De estas ceguedades hallarás tantas en el mundo, que te parecerá estar los hombres como encantados y hechizados de tal manera que teniendo ojos no ven y teniendo oídos no oyen, y teniendo la vista más aguda que de linces para ver las cosas de la tierra, la tienen más que de topos para ver las cosas del cielo; como en figura acaeció a San Pablo cuando iba a perseguir la Iglesia, el cual, después que fue derribado en tierra, abiertos los ojos, ninguna cosa veía. Pues así acaece a estos miserables que, teniendo los ojos tan abiertos para las cosas del mundo, los tengan tan cerrados para las cosas de Dios.

Fuente: Fray Luis de Granada O.P., Obra Selecta