La perfección y el sacrificio (II)

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Santa Teresita 15 (28)
Familia Guerin - Santa Teresita

II. Mi aberración. - ¡Oh, cuán sencillamente me equivoco en este punto! A la menor idea de perfección que me asalta recurro al sacrificio, hasta el punto de que la idea de perfección se confunde casi, para mí, con la idea de privación y de sacrificio: apenas la concibo de otra manera. Cuando se apodera de mi corazón un fervor vehemente me lanzo por el camino de las penitencias y de las privaciones, creyendo que voy a encontrar luego en él la perfección. ¡Pobre extraviado! la perfección no se encuentra por ese camino.

Por lo común esos sacrificios son lo contrario de lo que se debe hacer. Porque mientras yo abrazo esas privaciones no pienso en enderezar mis caminos, continúo buscándome a mí mismo y el desorden persiste en el mismo estado. Con frecuencia también escojo esos sacrificios bajo la inspiración de mi capricho, de mis gustos del momento; hasta en su elección me busco a mí mismo. El acto mismo por el cual los escojo es, a menudo, acaso un desorden. Como actos satisfactorios pueden tener algún valor, pero para conducirnos a la perfección no tienen ninguno; por lo menos con mucha frecuencia.


III.
Mis fracasos. - Por otra parte, esos sacrificios por mí elegidos tienen muchas veces el inconveniente de ser superiores a mis fuerzas y de no responder a las necesidades presentes de mi alma. Porque, en tanto que yo no haga la rectificación de mis intenciones, no me encuentro a la altura de esos sacrificios, no tengo las fuerzas suficientes para soportarlos. Por lo demás, la gracia, que proporciona su acción a los progresos de mi alma, no me es dada para eso, y entonces ¿qué sucede? Que no produciendo esos ímpetus de generosidad los frutos que yo deseaba, no teniendo mi alma fuerzas para soportarlos me desaliento, vuelvo a caer más bajo de lo que antes estaba, y el resultado más lastimoso de este triste ensayo es que creo imposible la perfección: me parece que he hecho todo lo que estaba en mi mano, que no he retrocedido ante el sacrificio, ¡y sólo he logrado descender!...

No podía acaecer otra cosa: he hecho todo menos lo que era preciso hacer. ¿De qué sirve correr cuando no vamos por el camino que debemos seguir? Cuanto más aprisa se anda fuera del camino, más nos alejamos del término adónde vamos. ¿Por qué ir a buscar la perfección donde no está y no buscarla donde está?; ¿por qué ir a buscarla lejos cuando la tenemos cerca? En vez de sacrificar mi satisfacción, lo que debo hacer es enderezarla: ¡cuánto más sencillo es esto! Aquí es donde está la perfección.

Fuente: R. P. José Tissot, La vida interior

La perfección y el sacrificio (I)

Posted by: Ioseph

Autoflagelación 01 (01)
Autoflagelación

I. La perfección no está en el sacrificio.
II. Mi aberración.
III. Mis fracasos.
IV. Pero ¿sería más perfecto sacrificarse?
V. Hay sacrificios que son necesarios. En qué medida.
VI. El miedo al sacrificio.

I. La perfección no está en el sacrificio. - La perfección en sí no exige de mí el sacrificio de mi satisfacción; lo que me pide es sólo que la coloque (a mi satisfacción) en su lugar, esto es, en segundo término. Así por ejemplo, en el comer y en el beber no me exige sacrificios extraordinarios; puedo usar de las cosas que Dios me da, sin faltar en manera alguna a la perfección; lo esencial es que, en primera intención, lo haga por la gloria de Dios. "Sea que comáis, sea que bebáis", dice el Apóstol; no dice que no comamos ni que no bebamos. Comed y bebed, esto no es contrario a la perfección; hacedlo, pero al hacerlo, hacedlo por la gloria de Dios. Lo que se necesita es que ni el placer ni la necesidad de comer o de beber sean el móvil dominante, la final y, sobre todo, la exclusiva intención del acto, porque en esto consiste la imperfección. Es necesario que el móvil eficazmente preponderante, que la intención principal sea, si no actualmente, por lo menos virtualmente, la gloria de Dios: en esto consiste la perfección. Esta cuestión de la intención actual y virtual será explicada más adelante.

La idea específica de la perfección no finca en el sacrificio de mi satisfacción. Puesto que supongo que mi satisfacción es permitida y que no hay en ella ofensa de Dios, no está en contradicción con su gloria, no hay incompatibilidad alguna entre una y otra; basta que yo subordine la una a la obediencia de la otra y que las coloque en su orden esencial. Lo repito: la perfección no consiste en el sacrificio, sino en poner las cosas en su verdadero punto.

Fuente: R. P. José Tissot, La vida interior

Súplica del pecador arrepentido

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Santa María Magdalena 01 (01)

Vuestra Sangre y vuestra muerte son, Jesús mío, mi esperanza. Habéis muerto por librarme de la muerte eterna. ¿Y quién, Señor, alcanzó mayor parte en los méritos de vuestra Pasión que este miserable, tantas veces merecedor del infierno?... No permitáis que continúe siendo ingrato a tantas gracias como me habéis concedido.

Librándome del infierno, quisisteis que no ardiese yo en las llamas eternas, sino en el dulce fuego de vuestro amor. Ayudadme, pues, a fin de que cumpla vuestros deseos. Si estuviese en el infierno, no podría amaros. Pero ya que ahora puedo amar, amaros quiero...
Os amo, Bondad infinita; os amo, Redentor mío, que tanto me habéis amado. ¿Cómo he podido vivir tan largo tiempo olvidado de Vos? Mucho, Señor, os agradezco que Vos no me hayáis olvidado. De no haber sido así, me hallaría ahora en el infierno, o no tendría dolor de mis culpas.

Este dolor de corazón por haberos ofendido, este deseo que siento de amaros mucho, dones son de vuestra gracia, que me auxilia y vivifica... Gracias, Dios mío. Espero consagraros la vida que me resta. A todo renuncio, y quiero pensar únicamente en serviros y complaceros. Imprimid en mi alma el recuerdo del infierno que merecí y de la gracia que me disteis, y no permitáis que, apartándome otra vez de Vos, vuelva a condenarme yo mismo a los tormentos de aquella cárcel.

¡Oh Madre de Dios, rogad por este pecador arrepentido! Vuestra intercesión me libró del infierno. Libradme también del pecado, único motivo capaz de acarrearme nueva condenación.

Fuente: S. Alfonso Ma. de Ligorio, Preparación para la muerte

Las tres etapas del mal

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Caída 01 (01)

1º etapa: El reparto. - Constituyendo el desorden, en su fondo, una aberración del alma que se deja seducir por el placer criado, se produce en la primera separación de Dios una división o reparto; la corriente de la vida no va ya toda completa a Dios; es dividida en dos partes, y una de ellas comienza a dirigirse a la criatura; y de esta suerte mi interés privado, mi placer humano se coloca, en cierto modo, al mismo nivel que Dios. No considero ya a Dios como a mi único "todo"; juzgo que no es ya bastante El solo a mi esperanza, a mi bienaventuranza y a mi vida; hay para mí algo fuera de El, algo que participa con Él el honor de ser, en cierta medida, el objeto de mi movimiento vital; me apego a mí mismo y a las criaturas, se produce en mí una hendedura por la que fluye algo de mí mismo, y esta efusión defrauda a Dios, que tiene derecho a esperar todo y que exige efectivamente todo de mí.

2º etapa:
La dominación. - Pero la apropiación no siempre se contenta con este reparto; pasa más adelante, como diría San Francisco de Sales; llega a la dominación. No es ya entonces una yuxtaposición del falso interés humano al interés divino; es una superposición. El placer criado termina por tomar una preponderancia, más o menos pronunciada, sobre la gloria inmortal: en el espíritu, ciertas maneras de ver y de juzgar dan a las cosas humanas preferencia sobre las cosas divinas; en el corazón, ciertos afectos adjudican esta preferencia a la satisfacción humana; en las acciones, ciertas diligencias colocan el interés egoísta por sobre el interés divino.
Todo esto es ya un desorden mayor, es el trastorno, es el hombre intentando colocarse sobre Dios. No es ya sólo el simple desconocimiento; es la falta de reconocimiento de la soberanía del Señor. Trastorno más o menos extendido, más o menos consciente, en el que el placer, que no debería ser más que una facilidad instrumental, subordinada al uso mismo del instrumento, llega a predominar sobre la gloria divina; lo que es muy secundario tiende de esta manera a convertirse en principal, lo accidental pretende llegar a ser esencial, la satisfacción egoísta a colocarse en primer término, el siervo a ponerse sobre el señor, la criatura antes que el Criador.

3º etapa: La exclusión. - Y avanzando aún más las usurpaciones del placer sobre los derechos de Dios, el desorden llega por fin a un exceso en el que el soberano Señor es absolutamente desconocido y sus derechos excluidos. La orientación del alma hacia la satisfacción desordenada es tal que se encuentra totalmente apartada de Dios: la unión sobrenatural queda rota, la vida divina se pierde, la gloria santa es aniquilada; destrucción de la vida, exclusión de la gloria divina; éste es el último fondo del abismo.

Conclusión: Vemos, pues, en el descenso que hacemos cuando nos alejamos de Dios, tres etapas sucesivas: la división o reparto, la dominación y la exclusión; el falso placer participando primero, dominando después, excluyendo por fin la gloria divina. En realidad son tres etapas.
Porque la división o reparto recorre un camino muy largo antes de llegar a la dominación, la dominación misma avanza muy lejos antes de establecer la exclusión, y la exclusión, por fin, crece con la multiplicación de la iniquidad: son, por consiguiente, tres etapas del mal.

Fuente: R. P. José Tissot, La vida interior

Ha aparecido el Salvador

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Navidad 02 (14)

¡Dios es caridad, Dios nos ha amado con amor eterno!
“Parece como si Dios dijera:
el hombre no me ama porque no me ve, quiero dejarme ver de él para que así me ame. El amor de Dios hacia el hombre era extremadamente grande y así lo había sido desde toda la eternidad; pero este amor no se había mostrado todavía... Cuando el Hijo de Dios apareció Niño en un portal, reclinado sobre la paja, entonces se manifestó de veras” (San Alfonso).
Este es el misterio de Navidad; este es el grito jubiloso de San Pablo:
“La gracia de Dios Nuestro Salvador se ha manifestado a todos los hombres... Ha aparecido la benignidad de Dios Salvador nuestro y su amor por los hombres”. He aquí el anuncio feliz de la grande alegría que el ángel lleva a los pastores: “Os ha nacido hoy un Salvador, que es el Cristo Señor”.

En el oficio litúrgico de hoy se suceden los textos en un tono jubiloso creciente que canta al dulcísimo Niño Jesús, el Verbo humanado, vivo, palpitante de amor entre nosotros:
“¿A quién habéis visto, pastores? Decidlo, anunciádnoslo; ¿Quién ha aparecido en la tierra? Hemos visto al Niño y ejércitos enteros de ángeles que alababan al Señor”.
“Alégrense los cielos y regocíjese toda la tierra a la presencia del Señor”. Nuestro Dios está aquí, en medio de nosotros, hecho uno de nosotros: “Nos ha nacido un niño, nos ha sido dado un hijo... Su nombre es: Admirable, Dios, Príncipe de la paz, Padre del siglo futuro... ¡Alégrate, hija de Sión, canta, hija de Jerusalén! ¡Ensalzad al Señor, habitantes de la tierra! ¡Venid, oh gentes, y adorad al señor!”.
Levantaos, venid, adorad, escuchad, regocijaos: Jesús, el Verbo del Padre, nos dice estas grandiosas palabras: ¡Dios os ama!

“¡Oh Trinidad poderosa Y eterna! ¡Oh dulcísima e inefable caridad! ¿Quién no se inflamará ante tanto amor? ¿Qué corazón resistirá al incendio de tu Caridad?
“¡Oh abismo de caridad! Tan perdidamente enamorado estás de las criaturas que parece que no puedes vivir sin ellas. Y, sin embargo, Tú eres nuestro Dios; Tú no tienes necesidad de nosotros; nuestro bien nada añade a tu grandeza, pues eres inmutable; nuestro mal ningún daño podía ocasionarte, siendo Tú la soberana y eterna bondad. ¿Qué cosa, pues, te mueve a una tan grande misericordia? El Amor. Porque Tú no tienes ninguna obligación para con nosotros ni tienes necesidad alguna de nosotros. ¿Quién te trae, oh Dios infinito, hacia mí, miserable criatura? Nadie más que Tú mismo, ¡Oh Fuego de Amor! Sólo te indujo el amor. Y el amor continúa siempre induciéndote.
“Tú, suma dulzura, te has dignado unirte con nuestra amargura; Tú, resplandor, con las tinieblas; Tú, sabiduría, con la ignorancia; Tú, vida, con la muerte; Tú, infinito, con nosotros finitos”
(Santa Catalina de Siena).

Fuente: Cf. P. Gabriel de S. M. Magdalena, o.c.d, Intimidad Divina

Siete consideraciones para cada día de la semana (III.b)

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San José 16 (52)
Muerte de San José

MARTES: La muerte (continuación)

3. - Considera también que del momento de tu muerte depende tu dicha o tu desdicha eterna. Estando a punto de dar el último suspiro y a la luz de aquel cirio ¡cuántas cosas veremos! La Iglesia enciende dos cirios para nosotros, uno en nuestro Bautismo, para mostrarnos los preceptos de la Ley de Dios, y el otro en el trance de nuestra muerte, para que podamos conocer si los hemos observado.

A la claridad de aquella última luz, verás, hijo mío, si has amado a Dios durante tu vida o si le has despreciado; si has respetado su santo Nombre o lo has blasfemado; verás las fiestas que has profanado, las Misas que no has oído, las desobediencias a tus superiores, el escándalo que has dado a tus compañeros; verás aquella soberbia, aquel orgullo que te engañaron; verás... Pero ¡oh Dios mío! todo esto lo verás en el momento en que se abrirá delante de ti el camino de la eternidad.
Moméntum a quo péndet aetérnitas. Sí, de aquel instante depende una eternidad de gloria o de tormento. ¿Comprendes lo que te digo? De aquel momento depende para ti el Paraíso o el infierno; el ser para siempre feliz o desgraciado; para siempre hijo de Dios o esclavo del demonio; o siempre gozar con los ángeles y santos en el Cielo, o gemir y arder para siempre con los condenados en el infierno.

Teme mucho por tu alma, y piensa que de una vida santa y buena depende una buena muerte y una eterna gloria. Por lo tanto, sin pérdida de tiempo, arregla tu conciencia con una buena confesión, prometiendo al Señor perdonar a tus enemigos, reparar los escándalos, ser más obediente, abstenerte de comer carne en los días prohibidos, no perder el tiempo, santificar los días consagrados a Dios y cumplir los deberes de tu estado. Y desde ahora, arrojándote a los pies de Jesús, dile:
“Señor y Dios mío, desde este momento me convierto a Vos: os amo, quiero serviros y amaros hasta la muerte. Virgen Santísima, Madre mía, ayudadme en aquel instante terrible. Jesús, José y María, en vuestros brazos expire en paz el alma mía”.

Fuente: San Juan Bosco, La juventud instruida

Siete consideraciones para cada día de la semana (III.a)

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Muerte 02 (03)
Buena muerte

MARTES: La muerte

l. - La muerte consiste en la separación del alma del cuerpo y en el abandono absoluto de las cosas de este mundo. Considera, pues, hijo mío, que tu alma debe necesariamente separarse de tu cuerpo, pero no sabes en qué lugar puede sorprenderte esta separación. No sabes si la muerte te sorprenderá en tu cama, en el trabajo, en la calle o en otro sitio.
La ruptura de una vena, un catarro, una fiebre, una caída, una herida, un terremoto, un rayo, son suficientes para quitarte la vida. Y esto puede sucederte en un año, en un mes, en una semana, en una hora, y quizá mientras lees u oyes leer estas páginas. ¡Cuántos se han acostado sanos por la noche, y han sido encontrados muertos al día siguiente! Otros, atacados de apoplejía, murieron de improviso. ¿Qué habrá sido de su alma? Si estaban en gracia, ¡dichosos de ellos! son eternamente felices; si en pecado, serán eternamente atormentados.
Y tú, hijo mío, si debieses morir en este momento, ¿qué sería de tu alma? ¡Desgraciado de ti si no estás preparado!, porque el que no está dispuesto a morir bien hoy, corre gran riesgo de morir mal.

2. - Aunque el lugar y la hora de tu muerte no te sean conocidos, no puedes dudar empero que están irrevocablemente determinados. Y aunque, como quiero esperar, no te sorprenda una muerte repentina, sin embargo la última hora de tu vida debe llegar, y en esa hora, tendido en un lecho, asistido por un sacerdote que rezará por ti las oraciones de los agonizantes, rodeado de tu familia afligida, con el crucifijo a un lado y el cirio bendito encendido al otro, te encontrarás a la puerta de la eternidad. Tu cabeza dolorida no encontrará reposo, tus ojos no tardarán en oscurecerse tu lengua estará ardiendo, tu pecho oprimido, la sangre se helará en tus venas, tu cuerpo será traspasado por mil dolores. En cuanto tu alma haya abandonado tu cuerpo, éste, revestido de un sudario, será arrojado a una fosa, en donde se convertirá en podredumbre; los gusanos pronto lo devorarán, no quedando ya de ti sino algunos huesos descarnados y un poco de polvo infecto.

Abre la tumba de un joven rico, de un hombre ambicioso y poderoso en el mundo, y mira lo que queda de ellos: pues lo mismo te sucederá a ti. ¡Oh hijo mío! que estos pensamientos te hagan tomar la resolución eficaz de asegurarte una buena muerte. Ahora el demonio, para inducirte a pecar, se esfuerza en distraerte de este pensamiento, en cubrir y excusar la culpa, diciéndote que no hay gran mal en aquel placer, en aquella desobediencia, en faltar a la Misa en los días festivos; pero en el momento de la muerte te hará conocer la gravedad de tus faltas y te las representará todas vivamente. ¿Qué le responderás tú en aquel terrible instante? ¡Ay de aquel que entonces se encontrare en desgracia de Dios!

Fuente: San Juan Bosco, La juventud instruida

Siete consideraciones para cada día de la semana (II)

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Alegoría de los placeres 01 (01)
Alegoría de los placeres

LUNES: El pecado mortal

1. ¡Si supieses, hijo mío, lo que haces cometiendo un pecado mortal! Vuelves las espaldas al Dios que te ha creado y colmado de beneficios; desprecias su gracia y su amistad. Dices con los hechos al Señor: “Alejaos de mí, Señor; no quiero ya obedeceros, no quiero serviros, ni reconoceros ya por mi Dios: Non sérviam. He elegido para mi dios aquel placer, aquella venganza, aquella cólera, aquella mala conversación, aquella blasfemia”. ¿Es posible imaginar una ingratitud más monstruosa? Y no obstante, he ahí lo que haces ofendiendo a tu Dios.

2. Es tanto más negra esta ingratitud, cuanto que para pecar te has servido de los mismos bienes que Dios te ha dado. Oídos, ojos, boca, lengua, pies y manos, todo te fue dado por Dios, y los has empleado para ofenderle. Escucha lo que te dice el Señor:
“Hijo mío, te he creado de la nada, te he dado todo cuanto tienes, te he hecho nacer en la verdadera Religión, te he concedido la gracia del bautismo, podía haberte dejado morir cuando estabas en el pecado, y te conservé la vida para no enviarte al infierno, ¿y tú, olvidando tantos beneficios, quieres aún servirte de esos mismos dones míos para ofenderme?” ¿Quién no experimentará dolor, a la vista de una injuria tan enorme hecha a un Dios tan bueno, por criaturas tan miserables como nosotros?

3. Considera, además, que este Dios de bondad no deja de estar justamente irritado por tus ofensas, y que cuanto más continúas viviendo en el pecado, tanto más excitas contra ti la cólera de Dios: por lo cual debes temer que si multiplicas tus faltas, el Señor te abandonará.
In plenitúdine peccatárum púniet. No porque te falte su misericordia, sino porque te faltará tiempo para implorarla, porque el que abusa de las gracias de Dios, no merece que se las conceda. Grande es el número de los pecadores que vivieron en pecado con la esperanza de convertirse; pero la muerte llegó cuando menos la esperaban y no les dio tiempo para que pusieran en orden su conciencia, y ahora, helos ¡ay! eternamente perdidos. ¿No tiemblas al pensar que puede sucederte igual desgracia? Después de tantas culpas como Dios te ha perdonado, ¿no podría castigarte al primer pecado mortal que cometieras y precipitarte en el infierno?

Dale gracias por haberte esperado hasta ahora y toma una firme resolución, diciéndole:
“¡Dios mío! demasiado os he ofendido hasta ahora; quiero emplear la vida que me resta en amaros y llorar mis pecados, de los que me arrepiento de todo corazón. Jesús mío quiero amaros; Santísima Virgen, Madre de Dios, ayudadme. Así sea”.

Fuente: San Juan Bosco, La juventud instruida

Siete consideraciones para cada día de la semana (I.b)

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San Luis Gonzaga 01 (06)
San Luis Gonzaga meditando

DOMINGO: Fin del hombre (continuación)

3. A este propósito, quiero hacer observar un lazo temible, de que se sirve el demonio para perder a un gran número de cristianos: es el de permitirles que se instruyan en la Religión, impidiéndoles después que la practiquen. Saben perfectamente que Dios los ha creado para amarle y servirle, y se diría que emplean el tiempo en buscar su eterna perdición. En efecto, ¿a cuántos no vemos en el mundo ocupados en pensar en todo, excepto en su salvación?
Si se le dice a un joven que frecuente los sacramentos, que haga un poco de oración, al momento contesta:
“Tengo otras cosas que hacer, tengo que trabajar, tengo que divertirme...” ¡Oh infeliz! Y ¿no tienes un alma que salvar?

En cuanto a ti, joven cristiano que lees esta consideración, no te dejes engañar por el demonio, y promete a Dios que todas tus palabras, tus pensamientos y tus acciones se dirigirán a la salvación de tu alma; porque sería grave imprudencia ocuparte tan seriamente en lo que debe concluir tan pronto y olvidar la eternidad que no tiene fin. San Luis Gonzaga, que hubiera podido gozar de los placeres, de los honores y de las riquezas de la tierra, renunció a esos bienes efímeros, diciendo:
"¿De qué me sirven estas cosas para la vida eterna? Quid haec ad aeternitátem?".

Concluye, pues, así esta consideración:
“Tengo un alma: si la pierdo, lo pierdo todo. Aun cuando ganara el mundo entero con detrimento de mi alma, ¿de qué me aprovecharía?
Quid énim pródest hómini, si múndum univérsum lucrétur, ánimae vero suae detriméntum patiátur? Si llego a ser un hombre rico y sabio hasta poseer todas las ciencias y todas las artes del mundo, y pierdo mi alma, ¿de qué me habrá servido? La misma sabiduría de Salomón no me valdría de nada, si me condenase.
Dios me ha creado para salvar mi alma, y quiero salvarla a toda costa; esta alma será, pues, de hoy en adelante, el único fin de todas mis acciones. Se trata de ser o eternamente feliz o eternamente desdichado: estoy resuelto a perderlo todo para salvarme. Dios mío, perdonadme mis pecados y no permitáis que tenga jamás la desgracia de ofenderos de nuevo; ayudadme con vuestra santa gracia, a fin de que pueda amaros y serviros fielmente en lo porvenir. María, esperanza mía, rogad por mí”.

Fuente: San Juan Bosco, La juventud instruida

Siete consideraciones para cada día de la semana (I.a)

Posted by: Ioseph

Alegoría de la muerte 01 (01)
Alegoría de la muerte

l. Domingo: Fin del hombre.
2. Lunes: El pecado mortal.
3. Martes: La muerte.
4. Miércoles: El juicio.
5. Jueves: El infierno.
6. Viernes: La eternidad de las penas.
7. Sábado: El Paraíso.

Como deseo mucho, hijos míos, que todos los días tengáis un rato de lectura piadosa, os ofrezco una corta consideración para cada día de la semana, y espero que la leeréis atentamente, dado caso que no tengáis otro libro más apropiado para ello.
Después de haberos arrodillado decid lo siguiente:
Dios mío, me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; concededme la gracia de conocer bien las verdades que voy a meditar y abrasadme de amor a Vos. Virgen Santísima, Madre de Jesús, rogad por mí.


DOMINGO: Fin del hombre

1. Considera, hijo mío, que Dios te ha creado a su imagen, que te ha dado un alma y un cuerpo, sin el menor mérito de tu parte. Además, por el bautismo te ha hecho hijo suyo, te ha amado siempre, y te ama aún como tierno padre, y no te ha creado para otro fin que para amarle y servirle en este mundo y merecer así algún día ser eternamente feliz en el Paraíso.
No estás, pues, en este mundo sólo para divertirte, enriquecerte, comer, beber y dormir como los animales privados de razón: infinitamente más noble y más sublime es el fin para el cual fuiste creado, a saber: amar y servir a Dios y salvar así tu alma.
Si durante tu vida, tienes siempre presente este pensamiento, ¡qué consuelo experimentarás en la hora de la muerte! Pero si al contrario no piensas seriamente en servir a Dios, ¡qué remordimientos experimentarás en aquel instante en que conocerás claramente que las riquezas y los placeres de que has gozado en la tierra de nada sirven si no es para llenar de amargura tu corazón, y hacerte conocer el daño que has causado a tu alma!

Por eso, hijo mío, guárdate bien de ser de aquellos que sólo piensan en procurarse placeres y satisfacer sus pasiones; pues estos al fin de la vida se encontrarán en gran peligro de perderse eternamente.
El secretario de un rey de Inglaterra, moría exclamando:
"¡Desdichado de mí, he empleado tanto papel en escribir las cartas de mi señor, y no he sabido emplear una sola hoja para escribir mis pecados y hacer una buena confesión!"

2. Sube de punto la importancia de tu fin, si consideras que tu salvación eterna o tu eterna condenación depende de ella. Si salvas tu alma, todo te irá bien y serás feliz para siempre; pero si la pierdes, pierdes al mismo tiempo a Dios y el Paraíso, y te condenas por toda la eternidad.
No imites la locura de los desventurados que dicen:
"Cometo este pecado, y después me confesaré"; no te dejes engañar por estas palabras, porque el Señor maldice al que peca con la esperanza de obtener el perdón: Maledíctus homo qui péccat in spe. Acuérdate de que todos los condenados tenían la intención de convertirse más tarde, y a pesar de eso se han perdido por toda la eternidad. ¿Estás cierto, acaso, de tener tiempo para confesarte? ¿Quién te asegura, que no morirás inmediatamente después del pecado? Además, ¿no es una locura herirte gravemente con la esperanza de encontrar un médico que te cure?
Renuncia, pues, al pensamiento falaz de entregarte más tarde a la virtud y al servicio de Dios; hoy mismo detesta y abandona para siempre el pecado, que es el mayor de todos los males, y que alejándote de tu fin, te priva de todos los bienes.

Fuente: San Juan Bosco, La juventud instruida

La perdiz tierna

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Perdiz 01 (01)

Una perdiz madre a quien la comadreja le sorbió tres huevos -y no le sorbió los cuatro porque Guañabéns, que andaba con la escopeta, de una perdigonada le quemó las ancas-, con la aflicción de su desgracia, sobre que era cariñosa de por sí, empolló su huevo unigénito con cuadruplicado ardor. Nació un lindo pichón color canela; y quiso echar a correr como un pollito en la mañana fresca y húmeda. Pero su madre no quería ser menos que la Cardenala que tenía el nido en un naranjo y polluelos de quince días, que no dejaba salir sin embargo, hasta que no tuviesen volantones. Y así le prohibió que saliese y le trajo gusanitos y lo calentó con sus alas, que para eso tenía él mamá de posición y no necesitaba ir a trabajarse el sustento por esos surcos de Dios, llenos en aquel momento de los silbos alegres y tímidos de los perdigoncitos pobretes sus vecinos, nacidos aquel mismo día.

Los pájaros del cielo, que anidaban en los árboles, tienen que pasar antes de salir del nido por las cuatro edades, de tripón, pintón, plumadito y volantón; pero los pájaros de la tierra como la perdiz y el ñandú, apenas nacen, ya son volantones -y nunca salen de ahí en su vida-, y se arreglan ya por sí solos, y andan, cazan y campan como mayores, y disparan -como decía Guañabéns, el fabricante de plumeros-, “que el Diablo se los lleva”.
Y éste fue el error de la joven madre. Quiso tener a su hijo al calorcito de su seno y de sus plumas -y eso que el muchachito quería irse con los otros cada día-; quiso alimentarlo con lombricita mascada, cuando el otro ya tenía pico duro; lo tuvo a la sombra y bajo sus alas; y no le dio jamás un mal picotazo porque lo quería mucho, cuando los otros tenían ya el lomo curtido de los golpes con que sus madres les enseñaban a no salir del matojo cuando se oye ruido, a acurrucarse inmóviles y a hacerse tierra y hojas secas cuando pasa el Hombre, el Zorrito o el Lechuzón Blanco.

Creció pues aquel perdigón de nido, perdigón de invernáculo; y salió lindo, pero fofo. Grandote y sin gracia, como flor de sótano, con las patas rosadas y flojas en vez de firmes y rojas; los ojos rojos en vez de negros y la plumazón albina y clara, que en vez del lindo percal rameado de los otros era fina seda gris.
Apenas salió el sol, grandote e inútil, parecía que se quería derretir, y la gente le cantaba:
La lechuza es batará
y el tero picotazo overo
y la perdiz es barcina, ay, ay, ay,
moteada de blanco y negro.
Eso sí, muy bien educado, y no como esa gentuza, decía la madre del zascandil aquel, que no parecía varón ni era hombre para nada, que lo reventaba un volido(1) de treinta metros y no sabía disparar ni esconderse, ni aguantaba la luz del mediodía con sus ojos tiernos, ni veía el granito perdido en el surco, ni encontraba sustento. Se le burlaban todos. No tenía resolución para nada, ni para irse de allí, donde era infeliz. Pasaba terrores y apuros sin cuento porque no sabía defenderse ni siquiera del Gato, del cual las perdices se burlaban. Una paja lo cortaba, una espina lo mancaba, la escarcha lo endurecía, un calorazo de enero lo ponía hecho una esponja.

Fue un día al Tero y le dijo:
-
¡Son todos crueles conmigo, todos me persiguen, todos son enemigos míos, no sé por qué!
-
¡No, m´hijo! -le dijo el Tero-. Ninguno es cruel. La vida es cruel. ¿Querés saber quién fue cruel con vos? La verdad hay que decirla, aunque sea dura, y yo te la voy a decir, como se lo dije a ella muchas veces por más que lloraba cuando ya no había remedio. El enemigo tuyo ha sido tu finada madre que de quererte tanto, tanto, te ahorró las molestias pequeñas, y te legó las grandes. Tu finada madre ha sido cruel. Dios le haya perdonado que la pobre no sabía que con sus mimos te dejó en herencia buenos modales pero malas costumbres.

(1) Volido: vuelo.

Fuente: P. L. Castellani, Camperas, ed. Vórtice

El valor educativo del dolor

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Sufrimiento 01 (01)

San Pablo define sucinta y vigorosamente las consecuencias educativas del dolor, con estas palabras: “Nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación obra paciencia, y la paciencia prueba, y la prueba esperanza y la esperanza no trae confusión” (Rom. 5, 3 y ss.). La tribulación educa al cristiano para la paciencia y en la paciencia se prueba y acrisola la virtud. La virtud acrisolada y probada da un derecho más firme a poner toda la esperanza en Dios. De ahí que en la tribulación no desfallece la esperanza del cristiano, sino que toma un vuelo más alto y animoso en alas de la paciencia y de la fidelidad para con Dios. El dolor no debe ser para el cristiano un motivo de pena sino de gloria.

El dolor seméjase a un lagar, según una figura del Viejo Testamento empleada por San Agustín en esta forma:
“¿Quieres salir del lagar del dolor? Ten en cuenta que el racimo que teme al lagar, puede ser devorado por las aves y las fieras”. La ligereza, y la pasión pierden frecuentemente al que durante mucho tiempo se ve exento de tribulaciones y desdichas o las teme exageradamente.
“Antes de ser humillado (por el dolor), yo delinquí” dice el Salmista (118, 67). Muchos se han de encontrar en el mismo caso y todos deben agradecimiento al dolor. Cuando pasan demasiados años sin que el árbol dé fruto, o cuando lo da malo, no queda más recurso que cavarle alrededor del tronco con la azada del dolor (S. Luc. 13, 8).

Honores, riqueza, bienestar y placeres adormecen al hombre. Durante un largo sueño del alma, degeneran todos los órganos más nobles. Se produce la dilatación adiposa y, para curarla, es indispensable que Dios lo apriete con su mano y exprima con el estrujamiento del dolor
No ha de considerarse como un castigo el hecho de que Dios se interponga en el camino del pecador con un dolor. Al contrario, castigo verdadero es que rehúse tal encuentro y le deje proseguir la marcha, impelido por los perversos dictados de su corazón (Salmo 80, 13).
“Porque es señal de un gran beneficio, no permitir a los pecadores largo tiempo el obrar según su voluntad, sino aplicar desde el primer momento el castigo” (II Macab. 6, 13). Exclama agradecido San Agustín: “Siempre te apiadaste de mí aun en medio de tu enojo, y destilaste en mis pecaminosos placeres las más amargas tribulaciones”. En otro lugar declara: “¡No recibir castigo! ¿Qué mayor castigo? Si vives mal y Dios te lo permite, es señal de que su enojo es grande”.

Fuente: Mons. Juan Straubinger, En la escuela del dolor

Sobre el Símbolo de la Fe

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San Cirilo de Jerusalen 01 (01)
San Cirilo de Jerusalén

Al aprender y profesar la fe, adhiérete y conserva solamente la que ahora te entrega la Iglesia, la única que las santas Escrituras acreditan y defienden. Como sea que no todos pueden conocer las santas Escrituras, unos porque no saben leer, otros porque sus ocupaciones se lo impiden, para que ningún alma perezca por ignorancia, hemos resumido, en los pocos versículos del símbolo, el conjunto de los dogmas de la fe.
Procura, pues, que esta fe sea para ti como un viático que te sirva toda la vida y, de ahora en adelante, no admitas ninguna otra, aunque fuera yo mismo quien, cambiando de opinión, te dijera lo contrario, o aunque un ángel caído se presentara ante ti disfrazado de ángel de luz y te enseñara otras cosas para inducirte al error. Pues aunque nosotros mismos o un ángel del cielo os predicáramos un evangelio distinto del que habéis recibido, tened por anatema al que tal cosa hiciere.

Esta fe que estáis oyendo con palabras sencillas retenedla ahora en la memoria y, en el momento oportuno, comprenderéis, por medio de las santas Escrituras, lo que significa exactamente cada una de sus afirmaciones. Porque tenéis que saber que el símbolo de la fe no lo han compuesto los hombres según su capricho, sino que las afirmaciones que en él se contienen han sido entresacadas del conjunto de las santas Escrituras y resumen toda la doctrina de la fe. Y a la manera de la semilla de mostaza, que, a pesar de ser un grano tan pequeño, contiene ya en sí la magnitud de sus diversas ramas, así también las pocas palabras del símbolo de la fe resumen y contienen, como en una síntesis, todo lo que nos da a conocer el antiguo y el nuevo Testamento.

Velad, pues, hermanos, y conservad cuidadosamente la tradición que ahora recibís y grabadla en el interior de vuestro corazón.
Poned todo cuidado, no sea que el enemigo, encontrando a alguno de vosotros desprevenido y remiso, le robe este tesoro, o bien se presente algún hereje que, con sus errores, contamine la verdad que os hemos entregado. Recibir la fe es como poner en el banco el dinero que os hemos entregado; Dios os pedirá cuenta de este depósito. Os recomiendo -como dice el Apóstol-, en la presencia de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Jesucristo, que ante Poncio Pilato rindió tan solemne testimonio, que guardéis sin mancha la fe que habéis recibido, hasta el día de la manifestación de Cristo Jesús.

Ahora se te hace entrega del tesoro de la vida, pero el Señor, el día de su manifestación, te pedirá cuenta de él cuando aparezca como el bienaventurado y único monarca, Rey de reyes y Señor de los señores, el único inmortal, el que habita en la luz inaccesible, a quien ningún hombre vio ni puede ver. A él la gloria, el honor y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.

Fuente: San Cirilo de Jerusalén, Catequesis, Oficio de Lectura, Liturgia de las Horas

¡Cante la Iglesia, cante todo el Cielo!

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Todos los Santos 07 (08)

Entre todas las fiestas que la Santa Iglesia ha instituido por todo el año, en reverencia de los bienaventurados que están en el cielo, la más solemne y de mayor devoción es la que celebra el día primero de Noviembre, en conmemoración y honra de todos los santos; porque en esta fiesta los abraza a todos, sin excluir a ninguno, y se encomienda a ellos, e invoca y llama en su favor a toda aquella bienaventurada compañía y Corte celestial.

Instituyó esta fiesta en Roma el Papa Bonifacio IV, en honra de la gloriosísima Virgen María nuestra Señora, y de todos los santos Mártires, consagrando al Señor aquel famosísimo y suntuosísimo templo que Marco Agripa había dedicado a Júpiter vengador. Llamó Agripa a este templo Panteón, que quiere decir
Casa de todos los dioses, porque en él todos los falsos dioses de la antigüedad eran venerados.
Y dado que después que el Emperador Constantino se convirtió a nuestra santa fe y comenzó a edificar templos a Jesucristo nuestro Salvador, los cristianos derribaron muchos templos de los gentiles para que no quedasen en pie los lugares en que se habían ofrecido tan sucios y abominables sacrificios al demonio. Luego juzgaron que era mejor (ya que estaba caída y rendida la gentilidad) que donde antes había sido servido el demonio fuese servido el verdadero Dios, y que los mismos templos profanos y abominables se purificasen con las ceremonias que usa la Iglesia Católica y, santificados y adornados con las reliquias de los mártires, se consagrasen al Señor. Siguiendo, pues, esta costumbre, Bonifacio IV dedicó el Panteón, que Agripa había edificado a todos los dioses, en honra de la sacratísima Virgen María nuestra Señora, y de todos los Santos Mártires (que eran los que en aquél tiempo se celebraban en la santa Iglesia) y llamó a aquella iglesia Santa María de los Mártires.

Saludemos en este día a todos los santos juntos y a cada uno por su nombre, y pidámosle el sufragio de su oración. Saludemos también a nuestra dulce patria y, como peregrinos que andan desterrados de ella, enviémosle con los ojos el corazón, y digamos:
Oh, dulce patria, oh tierra de los vivientes, Dios te salve puerto seguro, refugio de las almas acosadas, paraíso de deleites, Reino de Dios, casa de bendición, palacio del Rey soberano, Corte de inmensa majestad, jardín de flores eternas, plaza de todos los bienes, premio de todos los justos, centro y fin de todos nuestros deseos. Dios te salve Madre nuestra, esperanza nuestra, bienaventuranza nuestra, por quien suspiramos y damos gemidos y peleamos.

Y vosotros, Santos bienaventurados y gloriosos, volved vuestros piadosos ojos sobre estos vuestros pobrecitos siervos y miserables hermanos, y desde vuestro triunfal palacio mirad este triste valle de lágrimas en que vivimos. Peleado habéis y sufrido grandes batallas y salido de ellas con victoria: ayudad, pues, a los que ahora peleamos, para ser con vosotros vencedores. En el puerto estáis, no desamparéis a los que al presente nos hallamos en las tormentas y peligros en que vosotros muchas veces os hallasteis. Estáis en la Patria y gozáis de Dios: socorred a los que todavía estamos peregrinando por llegar a esa eterna morada. Ya tenéis vuestra cosecha llena, colmada y abundante: favoreced a los que ahora siembran con lágrimas, para recoger con alegría.

Carne nuestra sois, y huesos de nuestros huesos: probado habéis nuestra flaqueza y el poder, astucia y bravura del enemigo: apiadaos pues de nosotros y suplicad al común Señor que nos dé gracia para pelear con Él de tal manera que merezcamos llegar a ese puerto de tranquilidad y dulcísima patria nuestra, y recibir de su mano la corona y el copiosísimo fruto de nuestros pequeños trabajos. Amén.

Fuente: Cfr. Pedro de Ribadeneira, S.J., Flos sanctorum

Velad y orad

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Atalaya 01 (01b)
Atalaya del alcázar de Madrid

Leemos en el Evangelio que, predicando en cierta ocasión el Salvador y habiendo afirmado que daría a comer su carne sacramental para que así sus discípulos pudieran participar de su pasión, algunos exclamaron: ¡Duras son estas palabras! Y se alejaron de él. A vista de ello, preguntó el Señor a sus discípulos si también ellos querían dejarlo; ellos entonces respondieron: Señor, ¿a quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna.

Pues bien, hermanos, es manifiesto que en nuestros días las palabras de Jesús son también espíritu y vida para algunos y, por ello, éstos lo siguen; pero, en cambio, a otros estas mismas palabras les parecen duras, por lo cual no faltan quienes van a buscar en otra parte un consuelo miserable. La sabiduría no deja de levantar su voz en las plazas, anunciando que el camino que conduce a la muerte es ancho y espacioso, a fin de que cuantos andan por él vuelvan sobre sus pasos.

Durante cuarenta años
-dice- aquella generación me repugnó, y dije: «Es un pueblo de corazón extraviado.»
Y en otro salmo añade:
Una sola vez habló Dios; es cierto que Dios habló una sola vez, pues está hablando siempre, ya que su locución es continua y eterna, y nunca se interrumpe.
Esta voz invita sin cesar a los pecadores, exhortándoles a meditar en su corazón y reprendiendo los errores de este corazón, pues es la voz de aquel que habita en el corazón del hombre y habla en su interior, realizando así lo que ya dijo por boca del profeta:
Hablad al corazón de Jerusalén.

Ya veis, hermanos, cuán saludablemente nos amonesta el profeta a fin de que si hoy escuchamos su voz no endurezcamos el corazón. Las palabras que leemos en el profeta son casi las mismas que hallamos también en el Evangelio. En efecto, en el Evangelio dice el Señor:
Mis ovejas oyen mi voz, y en el salmo afirma el profeta: Nosotros, su pueblo (el del Señor, ciertamente), el rebaño que él guía, ojalá escuchemos hoy su voz y no endurezcamos el corazón.

Escucha, finalmente, al profeta Habacuc; él no disimula la increpación del Señor, sino que la medita asiduamente y por ello exclama:
Me pondré de centinela, me plantaré en la atalaya, velaré para escuchar lo que me dice, lo que responde a mis quejas. Procuremos, hermanos, ponernos también nosotros de centinela, porque la vida presente es tiempo de lucha.
Que nuestra vida tenga su centro en nuestro interior, donde Cristo habita, y que nuestros actos sean reflexivos y nuestras obras según los dictados de la razón; pero de tal forma que no confiemos excesivamente en nuestros actos ni nos fiemos excesivamente de nuestras simples reflexiones.

Fuente: San Bernardo de Claraval, Sermones, Oficio de Lecturas, Liturgia de las Horas

El camino de Santa Teresa

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Santa Teresa de Jesús 08 (09)

En el marco del V centenario del nacimiento de Santa Teresa de Ávila, en el día de su fiesta litúrgica, ofrecemos este fragmento tomado de sus escritos en el cual explica el gran camino para llegar a Dios que es la Humanidad santísima de Jesucristo.

Con tan buen amigo presente, con tan buen capitán que se puso en lo primero en el padecer, todo se puede sufrir: es ayuda y da esfuerzo; nunca falta; es amigo verdadero. Y veo yo claro, y he visto después, que para contentar a Dios y que nos haga grandes mercedes, quiere sea por manos de esta Humanidad sacratísima, en quien dijo Su Majestad se deleita.
Muy muy muchas veces lo he visto por experiencia. Hámelo dicho el Señor. He visto claro que por esta puerta hemos de entrar, si queremos nos muestre la soberana Majestad grandes secretos.

Este Señor nuestro es por quien nos vienen todos los bienes. Él le enseñará. Mirando su vida, es el mejor dechado.
¿Qué más queremos de un tan buen amigo al lado, que no nos dejará en los trabajos y tribulaciones, como hacen los del mundo? Bienaventurado quien de verdad le amare y siempre le trajere cabe sí.

Miremos al glorioso San Pablo, que no parece se le caía de la boca siempre Jesús, como quien le tenía bien en el corazón. Yo he mirado con cuidado, después que esto he entendido, de algunos santos, grandes contemplativos, y no iban por otro camino. San Francisco da muestra de ello en las llagas; San Antonio de Padua, el Niño; San Bernardo se deleitaba en la Humanidad; Santa Catalina de Sena... otros muchos que vuestra merced sabrá mejor que yo.

Con libertad se ha de andar en este camino, puestos en las manos de Dios. Si Su Majestad nos quisiere subir a ser de los de su cámara y secreto, ir de buena gana.
Siempre que se piense de Cristo, nos acordemos del amor con que nos hizo tantas mercedes y cuán grande nos le mostró Dios en darnos tal prenda del que nos tiene; que amor saca amor.

Procuremos ir mirando esto siempre y despertándonos para amar; porque si una vez nos hace el Señor merced que se nos imprima en el corazón este amor, sernos ha todo fácil y obraremos muy en breve y muy sin trabajo.

Fuente: Santa Teresa de Jesús, Libro de la Vida

Las grandezas de María

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Virgen María 05 (17b)
Nacimiento de la Virgen María

Dios Padre creó un depósito de todas las aguas y lo llamó mar.
Creó un depósito de todas las gracias y lo llamó María.
El Dios omnipotente posee un tesoro o almacén riquísimo en el que ha encerrado lo más hermoso, refulgente, excelente y precioso que tiene, incluido su propio Hijo. Este inmenso tesoro es María, a quien los santos llaman el tesoro del Señor, de cuya plenitud se enriquecen los hombres.
 
Dios Hijo comunicó a su Madre cuanto adquirió mediante su vida y muerte, sus méritos infinitos y virtudes admirables, y la constituyó tesorera de todo cuanto el Padre le dio en herencia. Por medio de Ella aplica sus méritos a sus miembros, les comunica virtudes y les distribuye sus gracias. María constituye su canal misterioso, su acueducto, por el cual hace pasar suave y abundantemente sus misericordias.
 
Dios Espíritu Santo comunicó a su fiel Esposa, María, sus dones inefables y la escogió por dispensadora de cuanto posee. De manera que Ella distribuye a quien quiere, cuanto quiere, como quiere y cuando quiere todos sus dones y gracias. Y no se concede a los hombres ningún don celestial que no pase por sus manos virginales. Porque tal es la voluntad de Dios que quiere que todo lo tengamos por María. Y porque así será enriquecida, ensalzada y honrada por el Altísimo la que durante su vida se empobreció, humilló y ocultó hasta el fondo de la nada por su humildad. Estos son los sentimientos de la iglesia y de los Santos Padres.
 
La autoridad que Dios le confirió es tan grande que parece como si tuviera el mismo poder de Dios y que sus plegarias y súplicas son tan poderosas ante Dios que valen como mandatos ante la divina Majestad. La cual no desoye jamás las súplicas de su querida Madre, porque son siempre humildes y conformes a la voluntad divina.

Fuente: San Luis María Grignion de Montfort, Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen

La dulzura del Salvador (IV)

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Jesus 19 (25)
Jesús cura a la hija de la mujer cananea

¡Qué error el imaginar que es el Espíritu de Dios y la salud de las almas el que os anima, cuando se quiere exterminar al pecador!
Se debe, a la verdad, aborrecer el pecado, no lisonjear el pecado, pero es preciso tener entrañas de padre con el pecador. Es un enfermo cuya curación es lo que se pretende, no su muerte. No se trata de lisonjear al enfermo, pero la caridad cristiana pide que se usen todos los atemperantes que puedan contribuir a curarle.

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La dulzura del Salvador (III)

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El buen Pastor 04 (12)

Considera que el ejemplo de Jesucristo es una lección muy importante, la cual nos enseña que una virtud áspera, enfadosa e incómoda, que un celo duro y amargo, una caridad acre y poco compasiva son falsas virtudes.
El amor propio, el humor, el natural se cubren con frecuencia con la máscara de una virtud puramente superficial, y todos los que hacen profesión de piedad, de caridad, de celo, y son tumultuosos, de mal humor, duros e incómodos viven en un error muy grosero si se piensan tener un verdadero celo, una verdadera virtud.

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La dulzura del Salvador (II)

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Jesus 18 (15)
Jesús y la mujer pecadora

No creamos que la dulzura de Jesucristo resplandezca sólo con los buenos; antes bien, brilla singularmente con los pecadores. Contemplemos los retratos que hace Jesucristo de sí mismo, bajo la figura de un buen pastor: ¡con qué dulzura va a buscar la oveja extraviada, con qué bondad la carga sobre sus espaldas para ahorrarle hasta la fatiga del camino! ¡Qué idea no nos da de su dulzura en la figura del padre del hijo pródigo! ¡Con qué regocijo, con qué alegría le recibe! En lugar de aquellos aspectos fríos, de aquellas repulsas amargas, todo es convites y regocijos.

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La dulzura del Salvador (I)

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Jesus 17 (24)
La resurrección de Lázaro

Considera que la dulzura ha sido siempre uno de los rasgos más señalados del retrato del Salvador; ella es la que forma perfectamente su carácter. Decid a la hija de Sión: he aquí vuestro Rey que viene a vosotros lleno de un espíritu de dulzura. No temáis -dice Isaías- que el Salvador se presente airado; su dulzura será inalterable, y no levantará el tono de la voz; no hará resonar su voz en las calles; no acabará de romper la caña medio cascada ni apagará la mecha que todavía humea.

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Prerrogativas de la Madre de Dios (II)

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Asunción de la Virgen María 03 (15)
Asunción y Coronación de la Santísima Virgen María

Considera que la respuesta que dio Jesús a estas palabras: Dichosas las entrañas que te han llevado, nos insinúa la eminente santidad de María, dándonos a entender que es más distinguida todavía por su fidelidad a todos los deberes de la religión que por la prerrogativa de Madre de Dios: Antes bien -repuso Jesús- bienaventurados aquellos que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica.

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Día del amigo católico

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San Basilio Magno y San Gregorio de Nacianzo 01 (01b)
San Basilio Magno y San Gregorio de Nacianzo

La Iglesia celebra en un mismo día, 2 de enero, la memoria de dos santos que murieron en fechas diferentes. El motivo de esto es la gran amistad que los unió durante su vida terrena. Ellos son san Basilio Magno y san Gregorio de Nacianzo.
Este hecho ha dado lugar a que muchos celebremos hoy el
Día del amigo católico.

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Prerrogativas de la Madre de Dios (I)

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Virgen María 03 (14)

Considera que, como dice san Buenaventura, Dios puede hacer una infinidad de mundos más hermosos y admirables que el que ha creado pero, por más que sea omnipotente, no puede hacer una madre más noble, más excelente, más digna de nuestra veneración y devoción que la Madre de Dios. Así es que el Evangelio, para formar todo su elogio, se contenta con decir que María es la Madre de Jesucristo.

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El matrimonio cristiano (II)

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Virgen Niña 01 (01b)
La Virgen María con San Joaquín y Santa Ana

Acaso por ningún otro motivo ha tenido que aguantar la Iglesia tantos reproches como por la entereza con que ha defendido el matrimonio. Muchos se han alejado de ella, indignados. Y, sin embargo, llegará un tiempo en que la humanidad entera tendrá que demostrar su gratitud a la Iglesia por haber defendido con firmeza inquebrantable la indisolubilidad y unidad del matrimonio.

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El matrimonio cristiano (I)

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Desposorios de la Virgen 02 (03)

La familia debe ser siempre el ámbito donde la humanidad se rejuvenece constantemente. La familia ha de ser siempre la puerta por la cual entra en la vida la nueva generación humana, que ocupa el puesto que deja vacío la generación que traspasa la muerte hacia la vida eterna. La familia debe ser el santuario en que florezcan las virtudes más hermosas: el amor, el espíritu de sacrificio, el trabajo bien hecho... etc. La familia es la célula de la que está formada la sociedad, y el fundamento sobre el cual se levanta el edificio de la cultura.

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Mártir de la Misa de Navidad

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Campo concentración ruso - Gulag
Campo de Concentración ruso Gulag

Waldman, judío húngaro, relata su conversión en el campo de concentración nº 4528, en Siberia. Había caído en gracia a los comisarios y capataces ofreciéndose como voluntario para limpiar sus cuartos, y conseguía cosas que canjeaba a los prisioneros a diez veces su valor.

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El SÍ de María

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Anunciación 05 (09)

En los umbrales del Nacimiento del Salvador, meditemos sobre aquél '' de la Santísima Virgen, que Dios quiso aguardar para la Encarnación del Verbo.

Has oído, Virgen, que concebirás y darás a luz un hijo. Has oído que no será por obra de varón, sino por obra del Espíritu Santo. Mira que el ángel aguarda tu respuesta: ya es tiempo de que vuelva al Señor que lo envió. También nosotros, condenados a muerte por una sentencia divina, esperamos, Señora, tu palabra de misericordia.

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Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen

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Jesus 13 (19b)

Cristo Jesús, el Verbo del Padre Eterno, desde el púlpito de la Cruz nos predicó pocas palabras, pero ardientes de amor, de suma utilidad y eficacia, y en todo sentido dignas de ser grabadas en el corazón de todo cristiano, para ser ahí preservadas, meditadas y realizadas literalmente y en obra. Su primera palabra es ésta: “Y dijo Jesús: 'Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen'” (Lc 23, 34).

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La prontitud, la obediencia y la abnegación de San José (III)

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San José 13 (50)
Muerte de San José

Punto tercero:
Mirando a ese José que está vestido como peregrino, comprendemos que, a partir del momento en que supiera del Misterio, su existencia sería la del que está siempre en camino, en un constante peregrinar. Fue así la suya una vida marcada por el signo de Abrahán: porque la Historia de Dios entre los hombres, que es la historia de sus elegidos, comienza con la orden que recibiera el padre de la estirpe: Sal de tu tierra para ser un extranjero (Gen 12, 1; Heb 9, 8ss). Y por haber sido una réplica de la vida de Abrahán, se nos descubre José como una prefiguración de la existencia del cristiano. Podemos comprobarlo con viveza singular en la primera Carta de san Pedro y en la de Pablo a los Hebreos. Como cristianos que somos -nos dicen los Apóstoles- debemos considerarnos extranjeros, peregrinos y huéspedes (1 Pet 1, 17; 2, 11; Heb 13, 14): porque nuestra morada, o como dice san Pablo en su Carta a los Filipenses, nuestra ciudadanía está en los Cielos (Phil 3, 20).

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La prontitud, la obediencia y la abnegación de San José (II)

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San José 12 (49)
Retorno de la Huída a Egipto

Punto segundo:
Ese José que vemos está pronto para erguirse y, como dice el Evangelio, cumplir la voluntad de Dios (Mt 1, 24; 2, 14). Coincide su respuesta con la de Isaías en el instante de recibir el llamamiento: Heme aquí, Señor, envíame. (Is 6, 8, en relación con 1 Sam 3, 8ss). Esa llamada informará su vida entera en adelante. Pero también hay otro texto de la Escritura que viene aquí a propósito: el anuncio que Jesús hace a Pedro cuando le dice: Te llevarán adonde tú no quieras ir (Jn 21, 10). José, con su presteza, lo ha hecho regla de su vida: porque se halla preparado para dejarse conducir, aunque la dirección no sea la que él quiere.

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La prontitud, la obediencia y la abnegación de San José (I)

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San José 11 (48)

Punto primero:
Hace poco pude ver en casa de unos amigos (...) un relieve procedente de un retablo portugués de la época barroca, en el que se muestra la noche de la fuga hacia Egipto. Se ve una tienda abierta, y junto a ella un ángel en postura vertical. Dentro, José, que está durmiendo, pero vestido con la indumentaria de un peregrino.

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El modernismo práctico de los católicos mistongos

Posted by: Ioseph

Sal en el suelo
“Si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar?”

Sabido es que, del intento de cruzar el espíritu cristiano con el espíritu del mundo, surge la nociva corriente llamada modernismo, tantas veces condenada por la Iglesia. Hoy la vemos invadir por doquier los ambientes católicos en sus dos vertientes, una que podríamos llamar doctrinal y otra práctica.

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Humildad y temor de Dios (III)

Posted by: Ioseph

Napoleon 01 (01)
El que se ensalza será humillado

Quien teme al Señor recibe su doctrina, y quien es celoso en observar sus mandamientos hallará la bendición sempiterna. Dichosa el alma de quien teme a Dios, está fuerte contra las tentaciones del diablo: «Bienaventurado el hombre que persevera en el temor» y a quien le ha sido dado tener siempre ante los ojos el temor de Dios.

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Humildad y temor de Dios (II)

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Cenizas 01 (01)
Recuerda que eres polvo y al polvo volverás

El primer grado de la humildad es escuchar humildemente las palabras de la verdad, grabarlas en la memoria y ponerlas por obra. Es cierto que la verdad huye siempre de las mentes que no son humildes. Cuanto más humilde sea el hombre ante sí mismo, más grande será ante Dios; el soberbio, cuanto más glorioso aparece ante los hombres, más abyecto es delante de Dios.

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Humildad y temor de Dios (I)

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Jesus 10 (11)
Cristo de la Humildad

David, profeta y salmista, que, como atestigua la Escritura, fue elegido según el corazón de Dios, y que hizo siempre y en todo su voluntad, nos muestra en un lugar lo que desea y ama nuestro Creador, diciendo: «¿Quién es semejante al Señor, Dios nuestro, que habita en las alturas, y tiene cuidado de las cosas humildes en el cielo y en la tierra?» Y en verdad, si el Altísimo Señor de infinita excelencia y grandeza, en todas sus criaturas, tanto en las más elevadas como en las más pequeñas, es decir, en los ángeles y en los hombres, tiene en mucho y premia la humildad, ¿cómo no va a mirar continuamente por nuestra humildad y a conservárnosla siempre y en todo, por agradar a nuestro Creador?

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Hay que orar con confianza (VI)

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David 03 (03)
David y Goliat

Dice San Agustín que la oración es la llave maravillosa que nos abre todos los tesoros del cielo. Apenas nuestra oración llega al Señor, desciende sobre nosotros la gracia que acabamos de pedir. Sus palabras son éstas: Es la llave y puerta del cielo... sube la oración y desciende la misericordia de Dios. Esto es tan verdadero, que el Real Profeta dice que juntas caminan siempre la oración nuestra y la misericordia de Dios. Bendito sea el Señor que no desechó mi oración ni retiró de mí su misericordia.

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Hay que orar con confianza (V)

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Jesus 09 (10)
Jesús y la mujer cananea

Así decía San Pablo en alabanza de Abraham: que seguía en su esperanza contra toda esperanza. Afirma San Juan que aquel que se pone con firme confianza en Dios será santo. Lo dice con estas palabras: Quien en El tiene tal esperanza, se santifica a sí mismo, así como El es santo también. La razón es que Dios derrama abundantemente las gracias sobre los que confían en él.

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Hay que orar con confianza (IV)

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Santa Bernardita 01 (02)
Santa Bernardita Soubirous

Y ahora quizás dirá alguno: Pues si yo soy ruin y miserable ¿sobre qué fundamento puedo apoyar mi confianza de alcanzar todo lo que pidiere? ¿Sobre qué fundamento? Sobre aquella promesa infalible que hizo Jesucristo, cuando dijo: Pedid y recibiréis. ¿Quién puede temer ser engañado, pregunta San Agustín, cuando el que promete es la misma verdad? ¿Cómo podemos dudar de la eficacia de nuestras oraciones, cuando Dios, que es la misma verdad, nos garantiza solemnemente que nos dará todo lo que pidamos? Y añade el mismo santo Doctor: No nos exhortaría a pedir, si no quisiera escuchar.

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La práctica de la humildad (XIV)

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Pasión de Jesucristo 04 (01)
Aprended de Mí, que soy mando y humilde de corazón

Mantente siempre firme, a pesar de las dificultades que encuentres, en las prácticas que hasta aquí te he enseñado, a pesar de la oposición que encuentres en ti mismo. No digas como los discípulos del Evangelio: dura es esta doctrina, ¿quién podrá practicarla? Porque yo te aseguro que todas las amarguras que experimentes al principio se convertirán bien pronto en dulzuras inefables y en consuelos celestiales.

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Hay que orar con confianza (III)

Posted by: Ioseph

Orar 02 (02)

San Pablo nos exhorta a la confianza con estas fervorosas palabras: Lleguémonos confiadamente al trono de la gracia, a fin de alcanzar misericordia y hallar el auxilio de la gracia para ser socorridos a tiempo oportuno. El trono de la gracia es Jesús. Sentado está ahora a la diestra del Padre, no en trono de justicia, sino en trono de gracia, para darnos el perdón si vivimos en pecado, y la fuerza para perseverar si gozamos de su divina amistad. A ese trono hemos de acudir siempre con confianza, con aquella confianza que proviene de la fe que tenemos en la bondad y en la fidelidad de Dios, confianza firme e invencible, ya que se apoya en la palabra del Señor que ha prometido oír la oración de aquellos que de tal manera le rezaren.

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Hay que orar con confianza (II)

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Orar 01 (01)

¿Se oyó por ventura que alguna vez se haya perdido el que en Dios confió? Ninguno jamás esperó en el Señor y se quedó confundido. San Agustín pregunta: ¿Será Dios tan mezquino que se ofrezca a sacarnos con bien de los peligros si acudimos a El, y luego nos deje solos y abandonados cuando hemos acudido a El? Y responde: No, no es Dios un charlatán que se ofrece con palabras a sostenernos, y retira el hombro cuando queremos apoyarnos en El.

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La práctica de la humildad (XIII)

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San Alejo 01 (01)
San Alejo

Asimismo, acude a aquellos santos que más han destacado en esta virtud. A San Miguel, que fue el primer humilde, como Lucifer fue el primer soberbio; a San Juan Bautista, que, aunque llegó a tan alto grado de santidad, que le tomaron por el Mesías, tenía tan bajo concepto de sí mismo que se juzgaba indigno de desatar la correa de sus zapatos; a San Pablo, el Apóstol privilegiado, que fue arrebatado al tercer cielo, y que, después de haber escuchado los arcanos de la divinidad, se tenía por el último de los apóstoles, hasta el punto de no merecer ni siquiera ese nombre; a San Gregorio Papa, que, por escapar al Sumo Pontificado de la Iglesia, se esforzó más que los ambiciosos por conseguir los mayores honores; a San Agustín, que, en la cima de la gloria que recibía de todos como Santo Obispo y Doctor de la Iglesia católica, dejó en su libro admirable de las Confesiones y en el de las Retractaciones un monumento inmortal de su humildad; a San Alejo, que, en la casa paterna, prefirió los desprecios y los ultrajes de sus servidores a los honores y dignidades que fácilmente hubiera podido cosechar; a San Luis Gonzaga, que siendo señor de un rico marquesado renunció a él con alegría y cambió las grandezas del siglo por una vida humilde y mortificada; en fin, recurrirás a tantos y tantos santos que resplandecen con luz muy viva por su humildad en las festividades de la Iglesia. Todos estos humildes siervos de Dios intercederán en el cielo por ti, para que te cuentes en el número de los imitadores de su virtud.

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Hay que orar con confianza (I)

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Monje rezando 03 (03)

Lo que más encarecidamente nos pide el apóstol Santiago, si queremos alcanzar con la oración las divinas gracias, es que recemos con la más firme confianza de que seremos oídos. Pide, dice, con confianza, sin dudar nada. Santo Tomás nos enseña que así como la oración tiene su mérito por la caridad, así tiene su maravillosa eficacia por la fe y la confianza. Lo mismo nos predica San Bernardo, el cual afirma solemnemente que la sola confianza nos obtiene las misericordias divinas.

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La práctica de la humildad (XII)

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Anunciación 03 (07)
O humilima Maria, fac me tibi similem!

Aunque en medio de los desprecios y de las contradicciones conserves la paz y la alegría, no creas por esto haber alcanzado la humildad, porque, a menudo, la soberbia no está sino adormecida, y basta con que se despierte para que comience a hacer estragos. Sean tus armas, de las que nunca debes separarte, el conocimiento de ti mismo, la huida de las alabanzas y el amor a las humillaciones. Cuando hayas adquirido esta rica heredad no temas perderla ya, porque el humillarse es el medio más seguro para conservar el don precioso de la humildad.

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Santa Mónica, modelo de madre cristiana

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San Agustín 02 (10)
Santa Mónica y San Agustín

La Iglesia celebra en este día la memoria de Santa Mónica, madre de San Agustín, la cual, con sus lágrimas y oraciones, alcanzó para su hijo la gracia de la conversión. Transcribimos a continuación un fragmento del libro abajo citado, en el que queda de manifiesto el amor y el celo de esta mujer ejemplar en pro del bien espiritual de su hijo.

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Director espiritual

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Director Espiritual 01 (01)

Hay que saber que el hombre que tenga un instructor por cuyo consejo se rija y cuya obediencia siga en todos sus actos, pequeños y grandes, podrá llegar más fácilmente y en tiempo más breve a la perfección, que si quiere perfeccionarse a sí mismo, aunque tenga un entendimiento muy agudo y tenga libros en los que se trata de la estructura de todas las virtudes.

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La práctica de la humildad (XI)

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San Francisco de Asís 08 (44)
San Francisco de Asís apedreado por niños

Para crecer más en esta virtud y para endulzar y familiarizarte con las humillaciones te sería muy provechoso que te representaras a menudo en la imaginación las afrentas que te pueden sobrevenir y te esforzaras en aceptarlas, aun a costa de la naturaleza recalcitrante, como prenda segura del amor que Dios te tiene y como medio seguro de santificación. Quizá para ello tendrás que sostener muchos combates; pero sé valiente y esforzado en la pelea hasta que te sientas firme y decidido a sufrirlo todo con alegría por amor de Jesucristo.

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El valor de nuestra alma

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San Francisco de Borja 01 (01)
San Francisco de Borja - Muerte de Santa Isabel de Portugal

La primera obligación que el hombre tiene es la de conocer a su Hacedor y reconocerle por su Señor, y convertir en su servicio el don de la vida que de él recibió. De manera que, lo que por su Bondad comenzó a ser, para Él se prosiga y en Él termine; y la merced que recibió sin merecerla, sirviéndole con ella, luego la merezca.

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La práctica de la humildad (X)

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Santo Domingo de Guzmán 01 (07b)
Santo Domingo de Guzmán

Considera también los ejemplos que nos han dejado los santos de la antigua y nueva Alianza.
Isaías, aquel profeta tan virtuoso y observante, se creía impuro delante de Dios, y confesaba que toda su justicia, es decir, sus buenas obras, eran como un paño lleno de suciedad. Daniel, a quien el mismo Dios llamó santo, capaz de detener con su oración la cólera divina, hablaba a Dios como un pecador que está lleno de vergüenza y confusión.

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La práctica de la humildad (IX)

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Agonís en el Huerto 05 (04)
Agonía en el Huerto

Un enfermo que desea vivamente la curación procura evitar todo lo que pueda retrasarla; toma con temor aun los alimentos más inofensivos y casi a cada bocado se detiene a pensar si le sentarán bien; también tú, si deseas de corazón curarte de la funesta enfermedad de la soberbia, si verdaderamente anhelas adquirir esta preciosa virtud, has de estar siempre en guardia para no decir o hacer lo que pueda impedírtelo; por esto, es bueno que pienses siempre si lo que vas a hacer te lleva o no a la humildad, para hacerlo inmediatamente o para rechazarlo con todas tus fuerzas.

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La práctica de la humildad (VIII)

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San Pío de Pietrelcina 02 (07)
San Pío de Pietrelcina

Si en la Comunión tu corazón está inflamado de amor divino, tu espíritu debe estar penetrado de sentimientos de verdadera humildad. ¿Cómo no asombrarte al considerar que un Dios infinitamente puro e infinitamente santo llegue a esos extremos de amor por una miserable criatura como tú, y se te dé a Sí mismo en alimento?
Abísmate en las profundidades de tu indignidad; acércate a la adorable santidad de Dios con suma reverencia, y cuando a este amable Señor, que es todo caridad, le plazca acariciarte, haciéndote partícipe de sus inefables dulzuras, no disminuyas en nada el respeto debido a su infinita Majestad, no salgas nunca del lugar que te corresponde, y que es la sumisión, la abyección y la nada; pero que el sentimiento de tu pobreza y de tu miseria no te lleve a cerrar tu corazón y a menguar en nada esa santa confianza que debes tener en tan celestial banquete; antes, por el contrario, debe hacerte crecer en amor a tu Dios que se humilla hasta convertirse en alimento de tu alma.

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Hay que orar con humildad (IV)

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San Isidro Labrador 02 (02)
San Isidro Labrador

El mismo Señor dijo un día a Santa Catalina de Siena: Aprende, hija mía, que el alma que persevera en la oración humilde, alcanza todas las virtudes.

A este propósito parécenos bien apuntar aquí un consejo que en una nota a la carta decimoctava de Santa Teresa trae el piadosísimo Obispo Palafox y que se dirige muy especialmente a las personas que tratan de cosas del espíritu y quieren hacerse santas.

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Hay que orar con humildad (III)

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San Felipe Neri 02 (02)
San Felipe Neri

Pongamos también mucho cuidado en no tener vanidad de nosotros mismos cuando vemos los pecados en que por ventura vienen a caer los demás; por el contrario, tengámonos entonces por grandes pecadores y digamos así al Señor: Señor mío, peor hubiera obrado yo si Vos no me hubierais sostenido con vuestra gracia.

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Hay que orar con humildad (II)

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Niños Rezando 01 (01)

Es verdad de fe que sin la ayuda de la gracia de Dios no puede el hombre hacer obra alguna buena, ni siquiera tener un santo pensamiento. Así lo afirmaba también San Agustín: Sin la gracia de Dios no puede el hombre ni pensar ni hacer cosa buena. Y añadía el mismo santo: Así como el ojo no puede ver sin luz, así el hombre no puede obrar bien sin la gracia. Y antes lo había escrito ya el Apóstol: No somos capaces por nosotros mismos de concebir un buen pensamiento, como propio, sino que nuestra suficiencia y capacidad vienen de Dios.

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El martirio de San Justino y sus compañeros

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San Justino 01 (01)
Proceso de San Justino y sus compañeros

Aquellos santos varones, una vez apresados, fueron conducidos al prefecto de Roma, que se llamaba Rústico. Cuando estuvieron ante el tribunal, el prefecto Rústico dijo a Justino:
«Antes que nada, profesa tu fe en los dioses y obedece a los emperadores.»

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Hay que orar con humildad (I)

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San Francisco de Asís 07 (43)
San Francisco de Asís

Escucha el Señor bondadosamente las oraciones de sus siervos, pero sólo de sus siervos sencillos y humildes, como dice el Salmista: Miró el Señor la oración de los humildes. Y añade el apóstol Santiago: Dios resiste a los soberbios y da sus gracias a los humildes. No escucha el Señor las oraciones de los soberbios que sólo confían en sus fuerzas, antes los deja en su propia miseria, y en ese mísero estado, privados de la ayuda de Dios, se pierden sin remedio.

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La práctica de la humildad (VII)

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Moises 01 (12)
“Dios puede servirse incluso de una vara para hacer brotar el agua de una roca”

Acude a la oración persuadido de tu indignidad y bajeza y lleno de un temor sagrado por la presencia de la suprema Majestad, cuya protección te atreves a implorar. ¿Hablaré a mi Señor yo que soy polvo y ceniza?

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Seas hombre de oración

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San Pedro de Alcántara 01 (04)
San Pedro de Alcántara

Como dice Santo Tomás, no es otra cosa devoción sino una prontitud y ligereza para bien obrar, la cual despide de nuestra alma toda dificultad y pesadumbre y nos hace prontos y ligeros para todo bien. Porque es una refección espiritual, un refresco y rocío del cielo, un soplo y aliento del Espíritu Santo y un afecto sobrenatural; el cual, de tal manera regla, esfuerza y transforma el corazón del hombre, que le pone nuevo gusto y aliento para las cosas espirituales, y nuevo disgusto y aborrecimiento de las sensuales.

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El recuerdo y la invocación de la Virgen María

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Inmaculada Concepción 06 (09)

Es justo acordarse siempre de la gloriosa Virgen María, la Madre Bendita de Jesús, a cuyos méritos y oraciones debes encomendarte cada día, y a la cual tienes que recurrir en todas tus necesidades, como recurre a su querida madre un hijo golpeado y herido.

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Oración a Jesús Sacramentado

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Adoración al Santísimo 01 (01)

Señor mío Jesucristo, que por amor a los hombres estáis día y noche en este Sacramento, lleno de misericordia y amor, esperando, llamando y acogiendo a cuantos vienen a visitaros; creo que estáis presente en el Santísimo Sacramento del Altar; os adoro desde el abismo de mi nada, os doy gracias por todos los beneficios que me habéis hecho, y especialmente por haberos dado todo a mí en este Sacramento, por haberme concedido por abogada a María, vuestra Madre Santísima y por haberme llamado a visitaros en este lugar santo.

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Los ojos puestos en el cielo

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Todos los Santos 03 (10)

¡Oh, si frecuentemente levantásemos los ojos al cielo, cuánto se encenderían nuestros corazones en el amor de las santas virtudes! ¡qué sueltas y prontas quedarían nuestras manos para empresas grandes y fuertes! El cielo puesto ante nuestros ojos arma nuestras manos para valerosas empresas, dice S. Juan Crisóstomo.

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La práctica de la humildad (VI)

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Corrección fraterna 01 (01b)

No habiendo cosa más provechosa para el progreso espiritual que el ser advertido de los propios defectos, es muy conveniente y necesario que los que te hayan hecho alguna vez esta caridad se sientan estimulados por ti a hacértela en cualquier ocasión. Luego que hayas recibido con muestras de alegría y de reconocimiento sus advertencias, imponte como un deber el seguirlas, no sólo por el beneficio que reporta el corregirse, sino también para hacerles ver que no han sido vanos sus desvelos y que tienes en mucho su benevolencia.

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La práctica de la humildad (V)

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Jesus 06 (06)

Si entre los que te rodean hay alguno que te parece despreciable, obrarás sabia y prudentemente si en vez de publicar y censurar sus defectos te fijas en las buenas cualidades naturales y sobrenaturales de que Dios le ha dotado, y que le hacen digno de respeto y honor. Al menos, ve siempre en él a una criatura de Dios, formada a su imagen y semejanza, rescatada con la sangre preciosa de Jesucristo, un cristiano marcado con la luz del rostro de Dios, un alma capaz de verle y poseerle por toda la eternidad, y quizá un predestinado por el consejo secreto de su adorable providencia. ¿Sabes tú, acaso, las gracias que el Señor ha derramado sobre él, o las que va a derramar? Pero sin entrar en más averiguaciones, quizá lo mejor sería rechazar inmediatamente todos esos pensamientos de desprecio como venenosas inspiraciones del tentador.

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San José, Patrono y Protector de la Santa Iglesia

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San José 09 (39)

Las razones por las que el bienaventurado José debe ser considerado especial patrono de la Iglesia, y por las que a su vez, la Iglesia espera muchísimo de su tutela y patrocinio, nacen principalmente del hecho de que él es el esposo de María y padre putativo de Jesús. De estas fuentes ha manado su dignidad, su santidad, su gloria.

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La práctica de la humildad (IV)

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Job 02 (03)
Job visitado por sus amigos

No te preocupes por aquellas cosas que no están a tu cuidado y de las que no tienes que rendir cuenta ni a Dios ni a los hombres; porque el ocuparse en ellas es signo de secreta soberbia y de vana presunción de sí mismo, alimenta y hace crecer la vanidad y es causa de mil preocupaciones, inquietudes y distracciones. Por el contrario, si atiendes sólo a ti mismo y a tu deber, hallarás un manantial de paz y de tranquilidad, según las palabras de la Imitación de Cristo: No te entrometas en lo que no te han encomendado; así podrá ser que pocas veces o muy de tarde en tarde te turbes.

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La práctica de la humildad (III)

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San Bernardo de Claraval 01 (01)
San Bernardo de Claraval

“El que se convierte en maestro de sí mismo, se hace discípulo de un necio”
San Bernardo

Haz todas las cosas, por pequeñas que sean, con mucha atención y con el máximo esmero y diligencia; porque el hacer las cosas con ligereza y precipitación es señal de presunción; el verdadero humilde está siempre en guardia para no fallar aun en las cosas más insignificantes. Por la misma razón, practica siempre los ejercicios de piedad más corrientes y huye de las cosas extraordinarias que te sugiere tu naturaleza; porque así como el orgulloso quiere singularizarse siempre, así el humilde se complace en las cosas corrientes y ordinarias.

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La práctica de la humildad (II)

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David 01 (01)
David es maldecido por Simeí

Muestra siempre un gran respeto y reverencia a tus superiores, una gran estima y cortesía a tus iguales y una gran caridad a los inferiores; persuádete que el obrar de otra manera sólo puede ser efecto de un espíritu dominado por la soberbia.

Si te faltan los consuelos temporales y Dios te quita los espirituales, piensa que has tenido siempre más de los que merecías; conténtate con lo que el Señor te envía.

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Explicación abreviada del Padrenuestro

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Santo Tomás de Aquino 03 (03)

Para explicarla brevemente, se debe saber que en la oración dominical se contienen todas las cosas que se han de desear y todas las cosas de las que hemos de huir.
Ahora bien, entre todas las cosas deseables, lo que más se desea es lo que más se ama, y esto es Dios, y por eso primeramente pides la gloria de Dios cuando dices:
“Santificado sea tu nombre”.

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La práctica de la humildad (I)

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Jesús 03 (03)
Jesús ante Herodes

No creas que vas a adquirir la humildad sin las prácticas que le son propias, como son los actos de mansedumbre, de paciencia, de obediencia, de mortificación, de menosprecio a ti mismo, de renuncia a tu propio juicio, a tus opiniones, de arrepentimiento de tus pecados, y de tantos otros; porque éstas son las armas que destruirán en ti mismo el reino del amor propio, ese terreno abominable donde germinan todos los vicios y donde se alinean y crecen a placer tu orgullo y presunción.

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Servir a Cristo Rey

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CristoRey 03 (02)

Que Jesucristo sea nuestro Rey y nosotros sus vasallos, no necesita de prueba. Lo confesamos por la fe y estamos prontos a confirmarlo con nuestra sangre. Él mismo lo declaró aun desde su nacimiento, diciendo: Yo he sido establecido por Él rey sobre Sión (Sal. 2, 6), y al punto hizo que lo publicasen los Magos, cuando preguntaron ¿dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Y así como nació con el título de rey en la frente, así murió con el nombre de rey en la cruz: Jesús Nazareno rey de los judíos, que son, en sentido espiritual, los fieles verdaderos, como explica San Agustín. Somos, pues, sus súbditos, como nacidos en su reino, poseídos de su dominio, redimidos con su sangre, libertados por él de la esclavitud del demonio y destinados a reinar con él mismo eternamente en el cielo.

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Humilde estima de sí mismo

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Fariseo y Publicano 02 (02)

Abre los ojos de tu alma, y considera que no tienes nada tuyo de que gloriarte. Tuyo sólo tienes el pecado, la debilidad y la miseria; y, en cuanto a los dones de naturaleza y de gracia que hay en ti, solamente a Dios, de quien los has recibido como principio de tu ser, pertenece la gloria.

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La alegría en Cristo

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Navidad 01 (13)

En la noche de Navidad, la gloria del Señor envolvió en sus fulgores a unos pastores de Belén que pernoctaban al raso. Un ángel del Señor se presentó ante ellos y les dijo: “Os traigo una buena nueva que será de grande alegría para todo el pueblo: Que os ha nacido hoy un Salvador, que es el Mesías, el Señor”.

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Mansedumbre y humildad

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Sagrado Corazón 04 (10)

No contradigas nunca a nadie en la conversación cuando se trate de cosas dudosas, que pueden tomarse por el sí o por el no (en un sentido o en otro). En las discusiones no te acalores, y si tu opinión la estiman falsa o menos buena, cede modestamente y permanece en un humilde silencio.

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Y el Verbo se hizo Carne...

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Virgen con el Niño 02 (03)

¿Qué consecuencias prácticas se siguen, para nosotros, de la consideración del misterio de la Encarnación del Hijo de Dios? Santo Tomás de Aquino enumera cinco:

En primer lugar,
se confirma nuestra fe. En efecto, si alguien dijera algunas cosas de una tierra remota a la que no hubiese ido, no se le creería igual que si allí hubiese estado.

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Las armas de la Caridad

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San Esteban 02 (02) - Martirio

Ayer celebrábamos el nacimiento temporal de nuestro Rey eterno; hoy celebramos el martirio triunfal de su soldado.
Ayer nuestro Rey, con la vestidura de gala de nuestra carne, salió del palacio del seno virginal y se dignó visitar el mundo; hoy su soldado, abandonando la tienda de su cuerpo, ha entrado triunfante en el cielo.

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Un niño se nos ha dado

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Pesebre 02 (10)

Dios, nuestro Salvador, hizo aparecer su misericordia y su amor por los hombres. Demos gracias a Dios, pues por él abunda nuestro consuelo en esta nuestra peregrinación, en este nuestro destierro, en esta vida tan llena aún de miserias.

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Quién es el hombre (II)

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Adán y Eva 02 (02)

Hemos esbozado, aunque muy resumidamente, seis concepciones erradas acerca del hombre. La primera (materialismo) dice: incluso en su núcleo, el hombre no es más que materia; la segunda (idealismo): es una manifestación del espíritu absoluto; la tercera (sociologismo): el hombre es sólo un momento en la totalidad social; la cuarta(individualismo): solamente es hombre en cuanto como personalidad se apoya sobre sí mismo; la quinta (determinismo): el hombre se mueve por completo en la necesidad de las leyes universales; y, finalmente, la sexta (existencialismo): el hombre es completamente libre y señor de sí mismo.

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Juan era la voz, Cristo la Palabra

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San Juan Bautista 01 (01)

Juan era la voz; pero el Señor era la Palabra que existía ya al comienzo de las cosas. Juan era una voz pasajera, Cristo la Palabra eterna desde el principio.
Suprime la palabra, y ¿qué es la voz? Donde falta la idea no hay más que un sonido. La voz sin la palabra entra en el oído, pero no llega al corazón.

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Quién es el hombre (I)

Posted by: Ioseph

Silueta hombre con paisaje

Para abordar de forma inmediata toda la gravedad de la cuestión acerca de ¿quién es el hombre?, examinaremos algunas imágenes características que del hombre ha acuñado la Edad Moderna.

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Cualidades de la oración del Padrenuestro

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Jesus - predicando 01 (03)

Entre todas las oraciones, la oración dominical es manifiestamente la principal.
En efecto, posee las cinco cualidades que se requieren en la oración. La cual debe ser
confiada, recta, ordenada, devota y humilde.

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Los caminos que conducen al conocimiento de Dios

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Paisaje 01 (02)

Quisiera aludir a algunos caminos que se derivan tanto de la reflexión natural como de la fuerza misma de la fe. Los resumiría muy sintéticamente en tres palabras: el mundo, el hombre, la fe.

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Las Misas del Padre Walter Ciszek

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Ciszek, P. Walter 01 (01)

El padre Ciszek, norteamericano, fue de misionero voluntario a Rusia durante la segunda guerra mundial, pero lo tomaron prisionero y pasó cinco años preso en la famosa cárcel Lubianka de Moscú, y otros diez en campos de trabajos forzados en Siberia, trabajando en las minas de carbón en medio de un frío extremo en invierno y con un hambre terrible.

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Lo razonable de la fe en Dios

Posted by: Ioseph

Santo Tomás de Aquino 02 (12)

Hoy, en esta catequesis, quisiera detenerme sobre lo razonable de la fe en Dios. La tradición católica ha rechazado desde el principio el denominado fideísmo, que es la voluntad de creer en contra de la razón. Credo quia absurdum (creo porque es absurdo) no es la fórmula que interpreta la fe católica.

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La hora de la acción

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Pío XII 04 (15)

El Papa Pío XII, constantemente, aprovechando todas las ocasiones, ha procurado excitar en la conciencia católica la voluntad, el gusto, el sentido de la acción; el deber y el ideal de la acción.

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Muramos con Cristo y viviremos con Él

Posted by: Ioseph

Muerte del alma fiel 01 (01)
Envío extraordinario por el día
de Todos los Difuntos

Vemos que la muerte es una ganancia y la vida un sufrimiento. Por esto dice san Pablo: “Para mí la vida es Cristo, y la muerte una ganancia”. Cristo, a través de la muerte corporal, se nos convierte en espíritu de vida.

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El cristiano en el mundo

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San Isidro Labrador 01 (01)

“El fin propio e inmediato de la educación cristiana es cooperar con la gracia divina a formar al verdadero y perfecto cristiano: es decir, al mismo Cristo en los regenerados con el Bautismo (...).

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El amor de Dios ha de extenderse al prójimo II

Posted by: Ioseph

San Felipe Neri 01 (01)

Un joven israelita, hijo de un banquero de Viena, tuvo ocasión, un día, de vengarse del mayor enemigo de su familia; en el momento preciso en que iba a realizar su venganza, se acordó de estas palabras del Evangelio que algunas veces leía: "Perdónanos nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido.”

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Educación cristiana en tiempos difíciles

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Sagrada Familia 02 (04)

Ciertamente la Iglesia y la sociedad civil tienen su respectiva autoridad, por lo cual, en el arreglo de sus asuntos propios, ninguna obedece a la otra; se entiende dentro de los límites señalados por la naturaleza propia de cada una. De lo cual no se sigue de manera alguna que deban estar desunidas, y mucho menos en lucha.

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El amor de Dios ha de extenderse al prójimo I

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Santa Isabel de Hungría 01 (01)

“Yo os he puesto al lado de vuestro prójimo para permitiros hacer por él lo que no podéis hacer por Mí: amarlo con desinterés sin esperar de él ningún reconocimiento. Yo considero entonces como hecho a Mí mismo lo que hacéis por el prójimo” (Ntro. Señor a Santa Catalina).

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La confesión íntegra, medio de liberación III

Posted by: Ioseph

Negaciones de Pedro 01

Confianza en la misericordia divina
Y aquí vuelve la consideración de la confianza, que debe acompañar el rechazo del pecado, la humilde acusación del mismo y la firme voluntad de no volver a pecar. Confianza es ejercicio, posible y debido, de la esperanza sobrenatural, por la que esperamos de la Bondad divina, por sus promesas y por los méritos de Jesucristo Salvador, la vida eterna y las gracias necesarias para conseguirla.

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La Sagrada Escritura y la corrección de los hijos

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Educar 01 (01)

En la sociedad actual, aun entre matrimonios cristianos, está muy en boga la idea de que los padres no deben nunca castigar a sus hijos. Ciertamente la comprensión, la paciencia, la suavidad son elementos muy importantes y que deben ser cultivados por los padres para “no exasperar a los hijos”, como enseña el Apóstol San Pablo.

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La confesión íntegra, medio de liberación II

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Confesionario 01 (01)

Doctrina de la Iglesia
La confesión, además, debe ser íntegra, en el sentido de que debe enunciar «omnia peccata mortalia» –“todos los pecados mortales”–, como afirma expresamente el concilio de Trento, que explica esta necesidad no como una simple prescripción disciplinar de la Iglesia, sino como exigencia de derecho divino, porque en la misma institución del sacramento así lo estableció el Señor:

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La confesión íntegra, medio de liberación I

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Fariseo y Publicano 01 (01)
El Fariseo y el Publicano

Un medio de santificación
En el sacramento de la penitencia, sacramento de la confesión y de la reconciliación, se renueva como historia personal de toda alma el pasaje evangélico del publicano, que salió del templo justificado: «En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: “¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!”. Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado» (Lc 18, 13-14).

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S.S. Benedicto XVI a los novios III

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Bodas de Caná 01 (01)

Última parte del discurso que el Santo Padre Benedicto XVI dirigió a los novios en Ancona.

“Deseo volver de nuevo sobre un punto esencial: la experiencia del amor tiene en su interior la tensión hacia Dios. El verdadero amor promete el infinito. Haced, por lo tanto, de este tiempo vuestro de preparación al matrimonio un itinerario de fe: redescubrid para vuestra vida de pareja la centralidad de Jesucristo y de caminar en la Iglesia.

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Canta y camina

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San Agustín 01 (09)
San Agustín

Cantemos aquí el Aleluya, aun en medio de nuestras dificultades, para que podamos luego cantarlo allá, estando ya seguros.
¿Por qué las dificultades actuales? ¿Vamos a negarlas, cuando el mismo texto sagrado nos dice:
El hombre está en la tierra cumpliendo un servicio? ¿Vamos a negarlas, cuando leemos también: Velad y orad, para no caer en la tentación?

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El Culto a María Santísima III

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Virgen de la Medalla Milagrosa 01 (01)

Más pasajes de la Escritura que sustentan el punto de vista católico:

Juan 19,26-27
- “Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo a quien tanto amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Después dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre».”
Comentario: Este discípulo nos representa a todos los cristianos (y es que todos somos amados por Cristo); al darnos a María como nuestra Madre espiritual, Jesús indica Su deseo de que también nosotros la honremos.

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El Culto a María Santísima II

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Virgen 01 (11)

Pasajes de la Escritura que sustentan el punto de vista católico:

Génesis 3,15 -
“Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya: ella aplastará tu cabeza, pero tú sólo herirás su talón.”
Comentario: La serpiente, que simboliza a Satanás, tentó a Eva y a su marido Adán para que desobedecieran a Dios, introduciendo así el pecado y la muerte en el mundo.

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El culto a María Santísima I

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Maria Reina 01 (01)

Virtualmente, todos los cristianos estarían de acuerdo en que la Iglesia Católica es única en cuanto al grado de honor que confiere a María, la Madre de Dios (sólo la Iglesia Ortodoxa le concede un estatus de similar importancia).

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La predicación de la verdad

Posted by: Ioseph

San Ireneo 01 (01)
San Ireneo

Ofrecemos a continuación este texto tomado del Oficio Divino de la solemnidad de San Marcos, rogando a Dios que nos mantenga siempre firmes en la verdadera fe.

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Al encuentro de la Misericordia

Posted by: Ioseph

Confesión Sacramental 01 (02)

Durante la octava de Pascua se celebra la Novena de la Divina Misericordia, en vistas al misterio que se conmemora el Domingo II de Pascua: el momento en que Cristo da a sus apóstoles el poder de perdonar los pecados. Proponemos a continuación unas breves reflexiones acerca del Sacramento de la Penitencia.

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Sobre la ceguera espiritual

Posted by: Ioseph

Jesús y el ciego de nacimiento 01 (03)

Considera que entre todas las enfermedades del alma no hay ninguna más mortífera ni que se pueda curar menos que la ceguera. Como no se ve el peligro, no se busca el remedio. ¿Y a cuántas caídas no está expuesto un ciego? ¿A cuántos pasos en falso, andando durante esta vida por un camino pedregoso y lleno de precipicios? ¿Se puede caminar mucho tiempo sin caer en ellos? La ceguera espiritual abraza la ceguera del corazón y la del entendimiento: el desarreglo del corazón es el que principia esta enfermedad, que se comunica muy pronto al entendimiento.

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El Domingo de Pasión

Posted by: Ioseph

Crucifixión 02 (09)

El quinto Domingo de Cuaresma tiene un nombre particular que le viene de muy antiguo: Domingo de Pasión. A continuación ofrecemos algunas consideraciones que podrán ser de ayuda para vivir más adecuadamente este último tiempo antes de la Pasión, muerte y resurrección del Salvador.

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La caridad cristiana

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San Francisco de Sales 02 (03)
San Francisco de Sales, modelo de caridad fraterna

Considera que el amor de Dios está tan ligado con el amor del prójimo, que no puede subsistir sin esta caridad fraterna. “Si alguno ama a Dios, dice el Discípulo amado, y no ama a su hermano, miente.” Pero ¿cuál debe ser la medida, y, por decirlo así, el modelo de esta caridad? Es el amor que nos tenemos a nosotros mismos (sin hablar aun de imitar la caridad del Divino Maestro). ¡Ah, Señor, qué pocos hay en el mundo que tengan caridad!

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Es mejor obedecer que sacrificar

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Agonía en el Huerto 02 (03)

Toda nuestra perfección consiste en amar a nuestro amabilísimo Dios. “La caridad es vínculo de perfección” (Col 3). Mas toda la perfección del amor a Dios consiste en unir con su santísima voluntad la nuestra propia. El principal efecto del amor, dice S. Dionisio Areopagita (de Div. Nom. c. 4), es estrechar la voluntad de los amantes de modo que los dos tengan el mismo querer.

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Renovemos nuestros propósitos

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Beato Pier Giorgio Frassati 01
(hacia lo alto) – Beato Pier Giorgio Frassati

Cada día debemos renovar nuestros propósitos y animarnos al fervor como si hoy fuese el primer día de nuestra conversión, y decir: “Ayúdame Señor, Dios mío, en el buen propósito y en tu santo servicio y dame gracia para que comience este día perfectamente, porque nada he hecho hasta ahora”.

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Que se haga tu voluntad y no la mía

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Agonía en el Huerto 01 (02)

Menester es conformarnos con la voluntad divina, no sólo en las cosas que recibimos directamente de Dios, como son las enfermedades, las desolaciones espirituales, las pérdidas de hacienda o de parientes, sino también en las que proceden sólo mediatamente de Dios, que nos las envía por medio de los hombres, como la deshonra, desprecios, injusticias y toda suerte de persecuciones.

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S.S. Benedicto XVI a los novios II

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Desposorios de la Virgen 01 (01)
Desposorios de la Virgen

Continuamos con el discurso que el Santo Padre Benedicto XVI dirigió a los novios en Ancona.

“Como novios estáis viviendo una época única que abre a la maravilla del encuentro y permite descubrir la belleza de existir y de ser valiosos para alguien, de poderos decir recíprocamente: tú eres importante para mí.

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S.S. Benedicto XVI a los novios I

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Santa Gianna 01 (01)
Santa Gianna Beretta Molla

Publicamos –en tres entregas– el discurso que el Santo Padre Benedicto XVI dirigió a los novios el 11 de septiembre de 2011, en Ancona. El subrayado es nuestro.

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La Señorita de Nédonchel

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Sagrado Corazón 01 (02)

Matilde de Nédonchel, llamada también el Ángel de Jesús, merece que su nombre sea conocido de todos los amigos del Corazón de Jesús.
Niña aún, encargó a la Santísima Virgen que la preparara para acercarse por primera vez a la sagrada Mesa. Jesús sólo esperaba esta hora bendita para manifestarse enteramente a esta joven alma.

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La oración mental

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San Alfonso María de Ligorio 01 (01)

“Porque no se medita en las verdades eternas el mundo está lleno de pecados y el infierno de réprobos”.
 
San Alfonso María de Ligorio, de quien es esta frase, expone un método sencillo de hacer oración mental, el cual consta de tres partes: preparación, meditación y conclusión.

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Confesión y devoción a María Santísima

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San juan Bosco 01 (01)

San Juan Bosco fue un gran taumaturgo: Dios se ha dignado realizar por su intermedio una enorme cantidad de milagros. Tanto que se dijo de él: “Lo extraordinario es lo ordinario en la vida de este hombre”. Pero él exigía dos condiciones a quienes iban a beneficiarse con alguno de estos prodigios: la vida de gracia, mediante una buena confesión, y la devoción a María Santísima. Veamos un ejemplo entre tantos.

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Manifestemos a Cristo en toda nuestra vida

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San Francisco de Asís 03 (18)

Consideremos este valiosísimo texto, que nos ayudará a orientar hacia Dios todos nuestros pensamientos, palabras y obras:
 
“Hay tres cosas que manifiestan y distinguen la vida del cristiano: la acción, la manera de hablar y el pensamiento. De ellas, ocupa el primer lugar el pensamiento; viene en segundo lugar la manera de hablar, que descubre y expresa con palabras el interior de nuestro pensamiento; en este orden de cosas, al pensamiento y a la manera de hablar sigue la acción, con la cual se pone por obra lo que antes se ha pensado.

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No hay que desanimarse mucho si se cae en algunas faltas

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Sagrada Familia 01 (02)

Jesucristo:
1. Hijo, más me complace paciencia y humildad en la adversidad que mucho entusiasmo y devoción en la prosperidad. ¿Por qué te apena una pequeña cosa dicha contra ti? Aunque fuera mayor, no debería conmoverte. Pero ahora, déjala pasar. No es la primera, ni nueva, ni será la última mientras vivas.

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María y las distracciones (II)

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Virgen en oracion 02 (02)

Decíamos en nuestro anterior artículo sobre las distracciones en la oración que las distracciones se pueden dividir en dos clases: las que tienen su causa en una pasión o afección, y las que provienen de la sola movilidad de nuestro espíritu. Podríamos decir: las distracciones del corazón y las de la pura imaginación.

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María y las distracciones (I)

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Virgen orando 01 (I anci)

Abordaremos hoy una de las dificultades que se nos presentan al momento de hacer oración: las distracciones. Lo haremos siguiendo el libro citado al pie.

Las distracciones se pueden dividir en dos clases: las que tienen su causa en una pasión o afección, y las que provienen de la sola movilidad de nuestro espíritu. Podríamos decir: las distracciones del corazón y las de la pura imaginación.

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Meditación de la soledad de María

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Virgen de los Dolores 01 (01)

Preámbulo: "Stabat Mater"
 
"Stabat mater dolorosa,
juxta crucem lacrimosa"
 
Estaba la Dolorosa,
junto al leño de la Cruz.

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A quienes rezaren el Santo Rosario...

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Virgen del Rosario-Lotto

En pleno mes del Santo Rosario, presentamos algunas promesas hechas por la Santísima Virgen a quienes rezaren con devoción esta plegaria maravillosa en su sencillez y profundidad (B. Juan Pablo II).
Estas promesas las hizo la Virgen María al Beato Alano de la Roche (1460) según aparecen en el Breviario de la Orden de los Predicadores, lección V, octava de la festividad del Santo Rosario.

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María, columna de salvación

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Virgen del Pilar

Cada 12 de Octubre la Iglesia celebra, en España y muchos otros lugares, la festividad de Nuestra Señora del Pilar.
Cuenta la tradición que, hacia el año 40 de nuestra era, la Santísima Virgen se apareció al Apóstol Santiago en tierras de España, cuando Ella vivía aun en su cuerpo mortal, en Palestina.

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La Intercesión de María

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Coronación de la Virgen 02

A continuación, unos párrafos sobre la función de intercesión de la Santísima Virgen María:

“Es un tema de dulce y profunda contemplación la oración de María aún en su vida mortal y viadora. Para entrar en este paraíso, nos hace falta saltar por encima de los coros angélicos, cuyo amor y adoración son para nosotros, sin embargo, un ideal muy alto de ascenso hacia Dios; pero cuando se trata de María, “rezar como un ángel”, es decir demasiado poco.

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¡Cuidado! ¡Frágil!

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Hiperestesia

Gran enemigo de la amistad es el sentimiento exagerado o susceptibilidad. Por regla general, el joven egoísta suele ser excesivamente quisquilloso. No se le puede gastar la broma más inocente, casi no es posible dirigirle la palabra, porque de todo se ofende. En cambio, a él todo le parece lícito. ¡Ah, principalmente con los hermanos menores...! Es realmente su tirano.

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Fin del hombre

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Cielo

La calle de la Vida y de la Muerte: es el nombre de una calle de Ávila, en Castilla la Vieja. Es una antiquísima calle que nace en una de las puertas de la ciudad y va a morir al pie de la Iglesia Mayor.
Calle de la vida y de la muerte: eso mismo es nuestra vida.
Si equivocamos el camino, marchamos por un vacío inmenso, sin aire, sin luz, sin paz.
Estudios, profesión, trabajos, propiedades, alegrías, penas, todos los acontecimientos de una vida se suceden atropelladamente, desconcertantes, sin sentido.

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Ni Jesús sin la cruz, ni la cruz sin Jesús

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Exaltación de la Cruz

Hoy, 14 de septiembre, la Iglesia celebra la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, en recuerdo de la recuperación de la cruz en que murió nuestro Señor, obtenida en el año 614 por el emperador Heraclio, quien la rescató de los Persas que la habían robado de Jerusalén.
 
 
La cruz es para el cristiano el más honorífico trofeo, pues en ella Nuestro Señor dio muerte al pecado y al infierno. Pero es mucho más que un mero símbolo recordatorio: es la verdadera “señal del cristiano”, especialmente en su sentido de
dolor redentor.
Podemos observar, sin embargo, cómo en nuestros días cada vez más se intenta desterrar la cruz de todos los ambientes, aun los ambientes católicos. Se pretende presentar un Cristo sin la cruz, un Cristo resucitado sin señales de la pasión, olvidando que “no hay domingo de Pascua sin Viernes Santo”. Pocos son los predicadores que pueden decir con San Pablo:
nosotros predicamos a Cristo crucificado (1 Cor 1, 23).

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Con él estaré en la tribulación

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Ecce Homo

Sabemos que nadie vive en este mundo sin tribulación (Kempis), y que nos es necesario pasar por muchas tribulaciones para entrar en el reino de Dios (Hc 14, 22). Los siguientes párrafos, tomados de las obras de San Bernardo de Claraval, nos servirán de fortaleza y consuelo para afrontar las dificultades propias de esta vida presente.
 
 
Con él estaré en la tribulación, dice Dios, ¿y yo buscaré otra cosa que la tribulación? Para mí lo bueno es estar junto a Dios, y no sólo esto, sino también hacer del Señor mi refugio, porque él mismo dice: Lo defenderé, lo glorificaré.

Con él estaré en la tribulación. También dice: Ponía mis delicias en estar con los hijos de los hombres. Por esto se le da el nombre de Emmanuel, que significa «Dios-con-nosotros». Desciende del cielo para estar cerca de quienes sienten su corazón agitado por la tribulación, para estar con nosotros en nuestra tribulación. Llegará también el tiempo en el que seremos arrebatados en la nube, al encuentro del Señor, en el aire, y así estaremos siempre con el Señor, a condición de que procuremos ahora tenerlo con nosotros como compañero de viaje a aquel que nos ha de dar en premio la patria definitiva, o, por decirlo mejor, a condición de que sea ahora nuestro camino aquel que entonces será nuestra patria.

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Purificar la mirada

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Niño Jesús

En medio de las vicisitudes del mundo presente, la pequeña barca de nuestra vida corre peligro de naufragar en las aguas agitadas de un mundo que cada día se torna más adverso a Cristo. Por eso, nos es sumamente necesario recordar cada día cuál es el objeto y el fin de nuestra vida temporal, para que, poniendo nuestra mirada en las cosas de arriba, podamos alcanzar la gloria a la que hemos sido convocados. A tal fin, presentamos el siguiente párrafo tomado del n. 48 de la Constitución Lumen Gentium, del Concilio Vaticano II, para que meditando sobre estas verdades nos encaminemos firmemente hacia la meta señalada.
 
"Unidos, pues, a Cristo en la Iglesia y sellados con el Espíritu Santo, que es prenda de nuestra herencia (Ef 1, 14), con verdad recibimos el nombre de hijos de Dios y lo somos (cf. 1 Jn 3, 1), pero todavía no se ha realizado nuestra manifestación con Cristo en la gloria (cf. Col 3,4), en la cual seremos semejantes a Dios, porque lo veremos tal como es (cf. 1 Jn 3,2).

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