Madre de Dios

Vida mariana

Posted by: Laudem Gloriae

Virgen María 06 (18b)

¡Oh María, Madre dulcísima! Quiero vivir contigo, como un hijo vive con su madre.

El alto puesto que María ocupa en su cualidad de Madre en la obra de nuestra salvación, justifica plenamente el deseo de una vida de intimidad con Ella. Lo mismo que el Hijo está tan a gusto junto a su Madre, así el cristiano vive tan a gusto junto a María; por eso se ingenia de mil modos para mantener siempre vivo en su mente el recuerdo de su Madre del cielo. Procura, por ejemplo, tener delante de los ojos su imagen, acostumbrándose a saludarla amorosamente todas las veces que su mirada se encuentra con ella.

Pero la mirada profunda de la fe va mucho más lejos que la mirada de los ojos: penetra y llega hasta María viviente en la gloria, y que, a través de la visión beatífica, nos ve, nos sigue, conoce todas nuestras necesidades, nos ayuda con su asistencia maternal; así, por este ejercicio de fe, el alma vive en contacto continuo con la Virgen, espontáneamente, como por un impulso natural de su corazón, multiplica a lo largo del día los pequeños ejercicios de piedad en su honor, las invocaciones, las jaculatorias y todo lo que puede intensificar sus relaciones con María.
El sábado, el Mes de María, las numerosas fiestas de la Virgen son otras tantas ocasiones para recordarla particularmente, para meditar sus prerrogativas, para contemplar sus bellezas, para enamorarse cada vez más de Ella. Es imposible llevar en la mente y en el corazón la dulce figura de María sin sentirnos movidos a amarla, sin experimentar la necesidad de demostrarle la verdad de nuestro amor, procurando agradarle, procurando vivir como verdaderos hijos suyos.

Así concebida la vida 'mariana', la vida de intimidad con María puede penetrar y animar todo el conjunto de nuestra vida cristiana y hacernos más fieles en el cumplimiento de nuestros deberes, porque nada puede agradar tanto a la Madre como vernos cumplir por amor la voluntad de su Hijo. Por otra parte, vivida así, bajo la mirada maternal de María, la vida cristiana adquiere aquella dulzura especial y aquella suavidad que brota espontáneamente de la compañía de una Madre dulcísima que nos rodea de atenciones.

“¡Oh Madre mía dulcísima! Tú me llamas y me dices: 'Si alguno es pequeño venga a mí'. Los niños tienen siempre en sus labios el nombre de la madre y siempre, en cualquier peligro, en cualquier susto, en cualquier dificultad, la llaman inmediatamente. ¡Oh Madre dulcísima, oh Madre amorosísima! Esto es lo que Tú deseas: que, como niño pequeño, siempre te llame, siempre te invoque y te diga: ¡Madre mía, Madre mía amabilísima! Este nombre me consuela completamente, me llena de ternura y me recuerda la obligación que tengo de amarte. Este nombre me anima a confiar en ti. Después de Dios Tú eres mi esperanza, mi refugio y mi amor en este valle de lágrimas. ¡Oh dulce Señora y Madre mía! Tú, que con el amor que te abraza hacia tus hijos robas los corazones, roba mi pobre corazón que tanto desea amarte” (San Alfonso).

Fuente: Cf. P. Gabriel de S. M. Magdalena, o.c.d, Intimidad Divina

Las grandezas de María

Posted by: Ioseph

Virgen María 05 (17b)
Nacimiento de la Virgen María

Dios Padre creó un depósito de todas las aguas y lo llamó mar.
Creó un depósito de todas las gracias y lo llamó María.
El Dios omnipotente posee un tesoro o almacén riquísimo en el que ha encerrado lo más hermoso, refulgente, excelente y precioso que tiene, incluido su propio Hijo. Este inmenso tesoro es María, a quien los santos llaman el tesoro del Señor, de cuya plenitud se enriquecen los hombres.
 
Dios Hijo comunicó a su Madre cuanto adquirió mediante su vida y muerte, sus méritos infinitos y virtudes admirables, y la constituyó tesorera de todo cuanto el Padre le dio en herencia. Por medio de Ella aplica sus méritos a sus miembros, les comunica virtudes y les distribuye sus gracias. María constituye su canal misterioso, su acueducto, por el cual hace pasar suave y abundantemente sus misericordias.
 
Dios Espíritu Santo comunicó a su fiel Esposa, María, sus dones inefables y la escogió por dispensadora de cuanto posee. De manera que Ella distribuye a quien quiere, cuanto quiere, como quiere y cuando quiere todos sus dones y gracias. Y no se concede a los hombres ningún don celestial que no pase por sus manos virginales. Porque tal es la voluntad de Dios que quiere que todo lo tengamos por María. Y porque así será enriquecida, ensalzada y honrada por el Altísimo la que durante su vida se empobreció, humilló y ocultó hasta el fondo de la nada por su humildad. Estos son los sentimientos de la iglesia y de los Santos Padres.
 
La autoridad que Dios le confirió es tan grande que parece como si tuviera el mismo poder de Dios y que sus plegarias y súplicas son tan poderosas ante Dios que valen como mandatos ante la divina Majestad. La cual no desoye jamás las súplicas de su querida Madre, porque son siempre humildes y conformes a la voluntad divina.

Fuente: San Luis María Grignion de Montfort, Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen

Prerrogativas de la Madre de Dios (II)

Posted by: Ioseph

Asunción de la Virgen María 03 (15)
Asunción y Coronación de la Santísima Virgen María

Considera que la respuesta que dio Jesús a estas palabras: Dichosas las entrañas que te han llevado, nos insinúa la eminente santidad de María, dándonos a entender que es más distinguida todavía por su fidelidad a todos los deberes de la religión que por la prerrogativa de Madre de Dios: Antes bien -repuso Jesús- bienaventurados aquellos que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica.

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Prerrogativas de la Madre de Dios (I)

Posted by: Ioseph

Virgen María 03 (14)

Considera que, como dice san Buenaventura, Dios puede hacer una infinidad de mundos más hermosos y admirables que el que ha creado pero, por más que sea omnipotente, no puede hacer una madre más noble, más excelente, más digna de nuestra veneración y devoción que la Madre de Dios. Así es que el Evangelio, para formar todo su elogio, se contenta con decir que María es la Madre de Jesucristo.

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