Nuestra Señora de los Dolores

Contemplación de los dolores de Cristo en unión con la Virgen

Posted by: Juan Sobiesky

Virgen de los Dolores 07 (16b)

Durante la pasión debía realizarse plenamente en María la profecía de Simeón: «Una espada de dolor atravesará tu alma».
De la misma manera que en otros tiempos, cuando ofrecía a Jesús en el templo, se había unido a Él, también ahora, en esta hora sublime en que va a consumar Jesús su sacrificio, quiere más que nunca penetrar en sus sentimientos, y participar de su dolor. Se dirige al Calvario en donde sabe que ha de encontrar a su Hijo crucificado. En el camino sus ojos tropiezan con los de su Hijo. ¡Qué dolor tan inmenso el suyo al verlo en aquel estado! Sus miradas se intercambian y el abismo de dolor de Jesús llama al abismo de la compasión de su Madre. ¿Qué no habrá de hacer María por Jesús?

Este encuentro fue para Jesús una fuente de dolor, y un principio de alegría al mismo tiempo. De dolor, al ver la profunda desolación en la que su estado tan triste sumergía el alma de su Madre; de alegría, ante el pensamiento de que sus sufrimientos habían de pagar el precio de todos los privilegios de que se hallaba ya y había de ser aún colmada María.

Pidamos a la Virgen que nos asocie a la contemplación de los sufrimientos de Jesús, y que nos haga partícipe de la compasión de que da pruebas, a fin de que podamos beber en esa compasión un odio inmenso al pecado que ha exigido tamaña expiación.

Ha querido a veces Nuestro Señor, para manifestar de manera sensible el fruto que produce la contemplación de la Pasión, imprimir en el cuerpo de algunos santos, en el de San francisco de Asís, por ejemplo, los estigmas de las llagas de Jesús. No hemos de pedir semejantes señales exteriores, pero pidámosle a Jesús que la imagen de Cristo dolorido quede impresa en nuestro corazón. Solicitemos de la Virgen esta inmensa gracia.

Oh Madre,
«¡aquí tienes a tu hijo!»; por el amor que le tienes haz que nos acucie siempre el recuerdo de sus dolores.

Fuente: Dom Columba Marmion, Palabras de Vida - Inspiradas en el Misal, Desclée de Brouwer, 1956, pag. 402