La verdadera felicidad sólo se halla en Dios (III)

Posted by: Nycticorax

Millonarios 01 (01)

No hace al hombre bienaventurado la posesión de los bienes, sino el cumplimiento de sus deseos.
Lo cual divinamente explicó San Agustín en el libro
De moribus Ecclesiae por estas palabras: Según yo pienso, no se puede llamar bienaventurado el que no alcanzó lo que ama, de cualquier condición que sea lo amado. Ni tampoco es bienaventurado el que no ama lo que posee, aunque sea muy bueno lo poseído; porque el que desea lo que no puede alcanzar, padece tormento, y el que alcanza lo que no merecía ser deseado, padece engaño; y el que no desea lo que merece ser deseado, está enfermo. De donde se infiere que en la sola posesión y amor del sumo bien está nuestra bienaventuranza, y fuera de eso no puede estar. De suerte que estas tres cosas juntas: posesión, amor y sumo bien, hacen al hombre bienaventurado, fuera de las cuales nadie lo puede ser por mucho que posea.

Pues, si esto es así, con mucha razón podré ahora exclamar con el Profeta (Sal 4, 3), diciendo:
Hijos de los hombres, ¿hasta cuándo seréis de tan pesado corazón? ¿Por qué amáis la vanidad y buscáis la mentira? Muy bien dice vanidad y mentira. Porque si no hubiera en las cosas del mundo más que vanidad, que es ser nada, pequeño mal fuera éste; pero hay otro mayor, que es la mentira y la falsa apariencia, con que nos hacen creer que son algo siendo nada. Por lo cual dijo Salomón (Pr 31, 30): Engañosa es la gentileza y vana la hermosura. Pequeño mal fuera ser solamente vana si no fuera también engañosa. Porque la vanidad conocida poco mal puede hacer. Mas la que lo es y no lo parece, ésa es la que principalmente daña.

En lo cual se ve cuán grande hipócrita sea el mundo. Porque así como los hipócritas trabajan por encubrir las culpas que hacen, así los ricos del mundo por disimular las miserias que padecen. Los unos se nos venden por santos siendo pecadores, y los otros por bienaventurados siendo miserables. Si no, llégate más de cerca a tomar el pulso y meter la mano en el lago de esos que por de fuera parecen bienaventurados, y verás cuánto desdice eso que por de fuera parece de lo que dentro pasa.

Fuente: Fray Luis de Granada O.P., Obra Selecta