Tentación

Sobre las tentaciones (II)

Posted by: Juan Sobiesky

Tentaciones de San Antonio 01 (01c)
Tentaciones de San Antonio

Para penetrar bien la necesidad de rechazar la tentación, preguntad a los cristianos condenados cuál es la causa de hallarse en el infierno, ellos que fueron creados para el cielo: todos os responderán que fue porque, al ser tentados, sucumbieron a la tentación. Id, además, a interrogar a todos los Santos que triunfan en el cielo, qué cosa les ha procurado aquella felicidad; y os contestarán todos: es que al ser tentados, con la gracia de Dios, resistimos a la tentación y despreciamos al tentador. Pero, me dirá tal vez alguno de vosotros, ¿qué cosa es ser tentado? Amigos míos, vedlo aquí, escuchad bien y vais a verlo y comprenderlo: cuando os sentís inducidos a hacer algo prohibido por Dios, o a omitir lo que Él os ordena o prescribe, es que el demonio os tienta. Dios quiere que por la mañana y por la noche practiquéis bien vuestras oraciones, arrodillados y con gran respeto. Dios quiere que empleéis santamente el domingo, dedicándolo a orar, es decir, a asistir a todas las funciones u oficios (1); que en tal día os abstengáis de toda clase de trabajos. Dios quiere que los hijos tengan un profundo respeto a sus padres y a sus madres; así como que los criados lo tengan a sus señores. Dios quiere que améis a todos, que hagáis bien a todos, sin preferencia alguna (2), sin excluir ni a los mismos enemigos; que no comáis carne los días prohibidos; que tengáis mucha diligencia en instruiros acerca de vuestros deberes; que perdonéis de todo corazón a los que os injuriaron. Dios quiere que no soltéis malas palabras, que no os dejéis llevar de la maledicencia, que no levantéis calumnias, que no digáis palabras torpes, que no cometáis jamás actos vergonzosos: todo esto se comprende fácilmente.

Si, a pesar de que el demonio os haya tentado a hacer lo que Dios os tiene prohibido, no lo realizáis, entonces no caéis en la tentación; si, en cambio, lo realizáis, entonces sucumbís a la tentación. O, si queréis aun comprenderlo mejor, antes de consentir en lo que el demonio os quiere inducir a cometer, pensad si a la hora de la muerte querríais haberlo hecho, y veréis como vuestra conciencia clamará.

(1)
A todos los oficios, es decir a la santa Misa, según es de precepto; y a los demás oficios, como las vísperas, la oración de la noche, según es de consejo y muy provechoso para el cristiano.

(2) Se entiende de este modo: Con tal que en nuestra caridad no hagamos exclusión de los enemigos, Jesucristo no nos prohíbe tener ciertas preferencias justificadas por el parentesco o la amistad. ¿No manifestó el mismo Salvador preferencias de afecto ante San Pedro, Santiago y San Juan?

Fuente: San Juan Bta. Mª. Vianney (Cura de Ars), Sermones escogidos, T. I, Ed. Apostolado Mariano

Por qué fue necesario que Cristo padeciera

Posted by: Nycticorax

Jesús resucitado 01 (01)

“En aquel tiempo Jesús se presentó de repente en medio de sus discípulos y les dijo: La paz sea con vosotros; soy Yo, no temáis. Ellos, empero, estaban atónitos y atemorizados porque imaginaban ver a un espíritu; mas Jesús les dijo: Mirad mis manos y mis pies, soy Yo mismo; palpad y considerad que un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que tengo Yo. Dicho esto, les mostró las manos y los pies” (Lc 24, 36-40).

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Las tentaciones

Posted by: Laudem Gloriae

Jesus 05 (05)

Jesús fue tentado porque quiso. Nosotros somos tentados sin quererlo, y hasta muchas veces contra nuestra voluntad. La tentación de Jesús fue puramente exterior, sin hallar ninguna resonancia en su interior. Nuestra naturaleza, por el contrario, herida por la triple concupiscencia de la carne, del orgullo y de la avaricia, no sólo puede ser fácilmente presa de los asaltos del demonio, sino que ella misma es fuente y origen de múltiples tentaciones. No podemos, pues, estar exentos de tentaciones, y nuestra virtud no consistirá en su ausencia, sino en saber superarlas. Nadie puede eludir esta lucha; antes bien, Dios ha querido que ella sea para nosotros la prenda de la vida eterna: “Bienaventurado el varón que soporta la tentación, porque, probado, recibirá la corona de la vida” (St 1,12).

Aprendamos de Jesús cómo debemos comportarnos durante la tentación. Es necesario, ante todo, tener una confianza ilimitada en Dios. Jesús no procuró remediar su hambre, ni quiso imponerse a los hombres por medio de un estrepitoso milagro, ni aceptó reinos o riquezas, porque, confiando plenamente en su Padre, había dejado totalmente en sus manos el cuidado de su vida, de su misión y de su gloria. Quien confía del todo en Dios y está cierto de su divina Providencia no se deja atraer fácilmente por las vanas lisonjas del demonio, del mundo y de la carne, porque sabe que sólo Dios puede darle las verdaderas riquezas y la verdadera felicidad.

Pero debemos cultivar también bajo este aspecto nuestra confianza en Dios. Cuando Dios permite una tentación, no consiente que seamos tentados por encima de nuestras fuerzas; al lado de cada prueba tiene siempre preparada una particular gracia actual suficiente para vencerla. Por eso no nos dejemos impresionar por la violencia de la lucha, antes bien miremos confiadamente a la gracia que el Señor nos ofrece y hagámosla nuestra con la oración humilde y confiada.

“Sí, Dios mío y Salvador mío, yo confío en ti. Especialmente en el momento de la lucha yo quiero refugiarme en ti con doblada confianza, porque ‘Tú eres mi refugio… Tú me librarás de la red del cazador, de la peste exterminadora. Me cubrirás con tus plumas, hallaré seguro refugio bajo tus alas, y tu fidelidad me será escudo y adarga. No tendré que temer los espantos nocturnos, ni las saetas que vuelan de día, ni la pestilencia que vaga en las tinieblas, ni la mortandad que devasta en pleno día. Tú eres, Señor, mi esperanza, y Tú, Altísimo, mi refugio. A tus ángeles has dado órdenes para que me guarden en todos mis caminos, y ellos me llevarán en sus manos para que no tropiecen mis pies en las piedras…’” (Sal 90, 2-12)

Fuente: Cf. P. Gabriel de S. M. Magdalena, o.c.d, Intimidad Divina

Doce armas contra las tentaciones (III)

Posted by: Lotario de Segni

Tentaciones en el desierto 01 (01)

Nueve. No las tome (a las tentaciones) por castigos sino por gracias: porque con ellas Nuestro Señor nos obliga a pedirle socorro, a hacer penitencia y a recordar que vivimos entre enemigos. El Señor fue tentado, los santos lo fueron también y a los justos les fueron enviadas por el amor que Dios les tuvo; como dijo el arcángel Rafael a Tobías: “porque eras agradable a Dios, fue necesario que te probase la tentación”.

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Doce armas contra las tentaciones (II)

Posted by: Lotario de Segni

Juicio Final 01 (01)

Quinta. La memoria de nuestras postrimerías: esta es arma muy poderosa contra los deleites sucios de la carne, contra la gloria mentirosa del mundo y contra la sed insaciable de riquezas.

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Doce armas contra las tentaciones (I)

Posted by: Lotario de Segni

Pecado Original 01

Primera. Estar cierto que ha de tener tentaciones: porque no se descuide, sino que en tiempo de paz se prevenga, no le tome desapercibido el enemigo, que es todo lo que él desea: descuidarlos como si siempre hubiesen de gozar de paz.

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Canta y camina

Posted by: Ioseph

San Agustín 01 (09)
San Agustín

Cantemos aquí el Aleluya, aun en medio de nuestras dificultades, para que podamos luego cantarlo allá, estando ya seguros.
¿Por qué las dificultades actuales? ¿Vamos a negarlas, cuando el mismo texto sagrado nos dice:
El hombre está en la tierra cumpliendo un servicio? ¿Vamos a negarlas, cuando leemos también: Velad y orad, para no caer en la tentación?

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