Art. IIº Creo en Jesucristo, su Único Hijo, Nuestro Señor (I)

Posted by: Nycticorax

Anunciación 01 (02)
Art. IIº: Creo en Jesucristo, su Único Hijo, Nuestro Señor (I)

¿Quién será ese Redentor prometido a Adán? Será Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre por nuestro amor.
Jesús quiere decir Salvador, porque el Hijo de Dios vino para salvarnos y rescatarnos.
Cristo significa ungido o consagrado, porque el Hijo de Dios ha sido consagrado por su divinidad como Rey, Sacerdote y Profeta.
Él es Nuestro Señor, es decir, nuestro soberano Dueño: como
Creador, nos ha creado; como Salvador, nos ha rescatado y pagado con el precio infinito de su Sangre divina.
Después del pecado, Dios era perfectamente libre para dejarnos perecer; nada le obligaba a salvar al hombre perdido por su propia culpa.
Dios podía también contentarse con una satisfacción incompleta, como la que podía dar la criatura. Pero quiso dar a su justicia y a su misericordia una satisfacción igual.

La reparación plena y entera del pecado reclamaba la
Encarnación de una persona divina. La injuria hecha a Dios por el pecado del hombre es infinita, puesto que la gravedad de la ofensa se mide por la dignidad de la persona ofendida, y Dios posee una dignidad infinita. Por consiguiente, para ofrecer a Dios una satisfacción igual a la ofensa, es decir, infinita, era necesario un mediador que fuera a la vez Dios y hombre: Hombre, podía sufrir y expiar por nosotros; Dios, podía dar a sus sufrimientos y a su expiación un valor infinito, un valor capaz de reparar nuestras faltas, de saldar nuestra deudas, de pagar nuestro rescate y de recuperar la gracia. Por esto el Hijo de Dios se hizo hombre.

La unión de la naturaleza divina y la naturaleza humana en la misma y única persona del Hijo de Dios se llama
el misterio de la Encarnación: Et Verbum caro factum est. Y el Verbo se hizo carne (Jn 1, 14).
Encarnarse es tomar un cuerpo y un alma, es hacerse hombre.
Antes de la Encarnación, la segunda persona de la Santísima Trinidad se llamaba el Hijo de Dios o el Verbo de Dios. Después de su Encarnación, le llamamos también Nuestro Señor Jesucristo.
Él es Dios y hombre juntamente. Como Dios, posee la misma naturaleza divina que el Padre y el Espíritu Santo, y como Dios hecho hombre, posee también la naturaleza humana, es decir, un cuerpo y un alma semejante a los nuestros.

Fuente: P. A. Hillaire, La Religión Demostrada