Art. IIº Creo en Jesucristo, su Único Hijo, Nuestro Señor (II)

Posted by: Nycticorax

CristoRey 02 (05)
Art. IIº: Creo en Jesucristo, su Único Hijo, Nuestro Señor (II)

El Hijo de Dios se hizo hombre sin dejar de ser Dios. Él nada ha perdido de su divinidad encarnándose, como un rey no perdería nada de su realeza vistiéndose de harapos para ir a socorrer con más facilidad a los pobres. Es, pues, verdaderamente Dios como el Padre y el Espíritu Santo.
Jesucristo es también
verdaderamente hombre como nosotros. Tomó un cuerpo semejante al nuestro, nació como los otros niños, creció como ellos y, como los demás descendientes de Adán, tuvo hambre y sed, sufrió y murió.
Tomó un alma semejante a la nuestra, pero mucho más perfecta. El alma de Jesucristo es una criatura espiritual, inteligente, libre, inmortal. Residen en ella todos los tesoros de la gracia, de la sabiduría, de la ciencia. Nunca estuvo manchada por el pecado ni turbada por la concupiscencia; su belleza encanta a los Ángeles y a los elegidos.

Hay, por consiguiente, en Jesucristo, dos naturalezas: la
naturaleza divina y la naturaleza humana; dos inteligencias: divina una y humana otra; dos voluntades: la voluntad divina y la voluntad humana; dos operaciones: la divina y la humana. Estas dos naturalezas, perfectamente distintas, están indisolublemente unidas y pertenecen a una sola y misma persona, la persona divina del Hijo de Dios.
La
unión de estas dos naturalezas en Jesucristo se llama HIPOSTÁTICA o personal. Se llama persona a lo que obra en nosotros, a lo que manda, a lo que es responsable, a lo que dice: Yo. En todos los otros hombres la naturaleza humana está dotada de personalidad: cada uno tiene su yo propio, independiente.
En Jesucristo, la naturaleza humana tiene el privilegio de no tener personalidad propia y ser gobernada por la persona del Hijo de Dios. Por eso no hay en Jesucristo más que una sola persona, un solo principio de responsabilidad, un solo
yo, un yo divino, el yo del Hijo de Dios.

Tenemos en el hombre una imagen sorprendente de esta unión de dos naturalezas en una sola persona. El hombre se compone de dos principios: el
cuerpo y el alma. Ambos hacen un solo hombre, porque los dos no forman más que una sola persona. De manera similar, la naturaleza divina y la naturaleza humana, unidas en la persona del Verbo, no hacen más que un solo Jesucristo.
El hombre se atribuye las operaciones de su alma y de su cuerpo; así se dice: el hombre
piensa, digiere, aunque sea el cuerpo solo el que digiere y el alma sola –por su inteligencia– la que piensa. Así también se atribuyen a Jesucristo las operaciones propias de la naturaleza divina y las de la naturaleza humana. Se dice, por ejemplo: Dios ha sufrido, ha muerto. Siendo Jesucristo Dios y hombre a la vez, en una sola persona, se pueden afirmar de Él cosas que parecen contradictorias, pero que, en realidad, no lo son, porque expresan las propiedades de sus dos naturalezas diferentes.
Así como yo obro espiritualmente por mi alma y materialmente por mi cuerpo, así Jesucristo obra divinamente por su naturaleza divina y humanamente por su naturaleza humana.

Fuente: P. A. Hillaire, La Religión Demostrada