¡Ay de los despreocupados blasfemos!

Posted by: Nycticorax

Juicio Final 05 (06)

Hay quienes desprecian y tienen en poco, y hasta parece que con las obras deshacen y niegan, la verdad de fe revelada de que habrá un juicio universal en el que el juez será Jesucristo, cuando venga en su segunda venida. Y estos son propiamente aquellos en cuyos corazones nunca entra el temor bueno ni malo, sino que con gran desenfreno y menosprecio de los castigos con que Dios les tiene amenazados viven quietos en sus maldades. Y quisiese Dios que no fuese tan grande la multitud de estos escarnecedores, porque así se han de llamar, pues parece que ridiculizan los castigos y penas que la justicia y poder de Dios tiene preparadas para ellos.

Y hay entre ellos quienes buscan maneras y caminos para tener esto en poca cosa, diciendo en sus corazones, y aun a veces por palabras, que para el día del juicio falta mucho y que hay mil mundos de aquí allá; y que cuando viniere, estará ya cada uno en su lugar; que no ha de ser tan riguroso como el Evangelio lo pinta; antes creen ellos que aquel día ha de ser para mayor misericordia y perdón, y que todo lo demás se dice para espantarnos, para que no vivamos tan mal.

Todas estas son blasfemias hechas y dichas contra la confesión que de este artículo la Iglesia católica hace. Son afirmaciones soberbias de los vanos y endurecidos entendimientos, que no quieren entender más de lo que su locura y bajeza les enseña. Y es bueno que sepan los desventurados, primeramente, que cuanto más tarda aquel día, tanto es peor para ellos y señal de mayor rigor y castigo; en segundo lugar, que aunque de todos los que vivimos, cada uno habrá pasado por su particular juicio, aquel día ha de ser tal, que el demonio -que tantos años hace que está condenado- desde ahora y desde entonces lo teme, y teme pensar en él, el cual ha de ser allí juzgado con todos sus ministros y camaradas.

Mas ¿de qué cosas se nos ha de pedir cuenta? En aquel Día de ira no ha de haber ninguna palabra ociosa ni un solo pensamiento de que no se haya de pedir cuenta. Y no sólo de lo que pensamos o hicimos, sino también de lo que dejamos de hacer cuando estábamos obligados. Si dijeres: Señor, yo no juré, dirá el juez; juró tu hijo, o tu criado, a quien tú debiste castigar. Y, además, no sólo de las obras malas, sino también daremos cuenta con qué intención y de qué manera hicimos las buenas.
¿A quién no pone en admiración esta tan terrible verdad de nuestra religión cristiana?

Fuente: Fray Luis de Granada O.P., Obra Selecta