Cómo prepararnos a la Sagrada Comunión (XIX)
Posted by: Nycticorax
Pues al tiempo de comulgar, cuando ya te quieres llegar al altar, haz cuenta que suena en tus oídos aquella voz del Evangelio que dice: Ya viene el Esposo, salid a recibirlo.
Porque verdaderamente en ninguno de los sacramentos se muestra Dios tan a la clara ser Esposo de nuestra alma como en éste, pues el efecto de él es unir la tal alma consigo y hacer de ambos una misma cosa, que es un matrimonio espiritual.
Pues para salir a recibir a este Esposo es necesario mirar atentamente de la manera que Él viene, para que conforme a ésa le salgas tú a recibir. Él, pues, viene a ti lleno de caridad, de suavidad, de bondad y de misericordia, diciendo que con deseo ha deseado celebrar contigo esta pascua, en la cual se pone el cordero pascual.
Tú, pues, por el contrario, estás obligado a salirle a recibir con toda la devoción, amor, temor y alegría que te fuere posible, pues vas a recibir al verdadero Esposo de tu alma, a tu Dios, tu Criador y tu Señor y todo tu bien.
Para lo cual debes considerar la grandeza de la devoción y alegría con que aquel santo Simeón recibió al Niño Jesús en sus brazos cuando la Virgen se lo ofreció, para cuya vista solamente deseaba la vida; porque esa misma [devoción] es razón que tenga el que se llega a recibir por medio de este sacramento al mismo Señor.
Mira también la devoción y alegría con que la madre del santo Bautista recibió a la de este Señor en su casa, cuando dijo aquellas palabras de tanta devoción: ¿De dónde a mí tan grande bien que la madre de mi Señor venga a mi casa? Porque con esa misma [devoción] es razón recibas tú a este Señor, diciendo con esa santa mujer: ¿De dónde a mí tan grande bien que Vos, Señor de los ángeles y gloria del cielo, queráis venir a mí? ¡Oh Padre, oh Pastor, oh Señor, oh Dios mío, oh todas las cosas, que no contento con haberme criado a vuestra semejanza y redimido con vuestra sangre, sobre todo esto queráis ahora venir a mí, y morar en mí, y transformarme en Vos, y hacerme una cosa con Vos, como si Vos dependieseis de mí y no yo de Vos!
Fuente: Fray Luis de Granada O.P., Obra Selecta