Dos órdenes de virtudes (II)

Posted by: Nycticorax

Jesús y la Samaritana 02 (05)

Entre estas dos maneras de virtudes no hay que dudar sino que las primeras son más excelentes y más necesarias que las segundas, con grandísima ventaja. Porque como dijo el Señor a la samaritana: “Mujer, créeme que es llegada la hora cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Porque el Padre tales quiere que sean los que le adoran. Espíritu es Dios, y por eso los que le adoran conviene que le adoren en espíritu y en verdad” (Jn 4, 23). Esto es en romance claro lo que canta aquel versículo tan celebrado en las escuelas de los niños. Pues que Dios es espíritu, como las Escrituras nos lo enseñan, por eso conviene que sea honrado con pureza y limpieza de espíritu.

Entendieron esta verdad hasta los filósofos gentiles, porque Aristóteles, que tan pocas cosas escribió de Dios, con todo eso dijo: Si los dioses tienen cuidado de las cosas humanas, como es razón que se crea, cosa verosímil es que se huelguen con la cosa más buena y más semejante a ellos, y ésta es la mente o el espíritu del hombre; y por esto los que adornaren este espíritu con el conocimiento de la verdad y con la reformación de sus afectos, éstos han de ser muy agradables a Dios.
Lo mismo sintió maravillosamente el príncipe de los médicos, Galeno, el cual, tratando en un libro de la composición y artificio del cuerpo humano y del uso y aprovechamiento de sus partes, y llegando a un paso donde singularmente resplandecía la grandeza de la sabiduría y providencia de aquel artífice soberano, arrebatado en una profunda admiración de tan grandes maravillas, como olvidado de la profesión de médico, y pasando a la de teólogo, exclamó diciendo: Honren los otros a Dios con sus hecatombes, que son sacrificios de cien bueyes; yo le honraré reconociendo la grandeza de su saber, que tan altamente supo ordenar las cosas; y la grandeza de su poder, que tan enteramente pudo poner por obra todo lo que ordenó; y la grandeza de su bondad, la cual de ninguna cosa tuvo envidia a sus criaturas, pues tan cumplidamente proveyó a cada una de todo lo que había menester, sin alguna falta.

Esto dijo este filósofo gentil. Dime: ¿qué más pudiera decir un perfecto cristiano? ¿Qué más dijera, si hubiera leído aquel dicho del profeta Oseas: “Misericordia quiero y no sacrificios; y conocimientos de Dios más que holocaustos” (Os 6,6)?
Muda las hecatombes en holocaustos y verás la concordia que tuvo aquí el filósofo gentil con este profeta.

Fuente: Cf. Fray Luis de Granada O.P., Obra Selecta