El discernimiento de los espíritus (II)

Por Un Monje Benedictino

San Bernardo de Claraval 02 (02)
Aparición de la Virgen a San Bernardo

San Bernardo, en un célebre sermón, y siguiendo toda una tradición precedente, distingue seis espíritus (1): el Espíritu de Dios; el espíritu angélico; el espíritu diabólico; el espíritu de la carne (2); el espíritu del mundo; y el espíritu humano. Más tarde, Santo Tomás especificará que son tres los espíritus malos que tientan al hombre: demonio, mundo y carne. Doctrina que asumirá más tarde el Catecismo de la Doctrina Cristiana nº 93 para afirmar que: Los enemigos del alma son tres: LA CARNE, EL DEMONIO Y EL MUNDO.

Pero, afirma Casiano, estos diversos espíritus se reducen a tres: DIOS, EL DEMONIO Y NOSOTROS MISMOS:
Nos importa saber, ante todo, que son tres los principios de que se originan nuestros pensamientos: Dios, el demonio y nosotros mismos (3). Y se reducen a tres, porque, al decir demonio, los antiguos incluían con él, al mundo y la carne, ya que, si bien pueden obrar de modo independiente, lo común es que trabajen siempre asociados para el mal. De estas tres especies de espíritus, el Único Bueno y Santo en absoluto es Dios. El demonio, el mundo y la carne son siempre malos y nos pierden, y el espíritu humano en sí es neutral: puede ser bueno si sigue a Dios; puede ser malo si sigue la voz de los otros espíritus. Con la gracia de Dios, la luz de la Palabra de Dios y la enseñanza de los Santos, todos hemos de adquirir la ciencia del discernimiento de estas voces, o espíritus que nos hablan para seguir siempre la voz de Dios.

Por espíritu se entiende aquí
un impulso, una moción interior de nuestro ánimo hacia alguna cosa que en orden al entendimiento sea verdadera o falsa, y en el orden de la voluntad sea buena o mala (4). ¿Cómo podemos distinguir qué espíritu nos habla? Pues, conociendo a cada uno. La Sagrada Escritura nos da abundante información sobre cada uno de ellos. Tomaremos sólo algunas breves menciones:

Espíritu de Dios: moción interior que nos inclina siempre al bien, a la santidad, a la caridad, a la unión con Dios, a la adoración, al servicio divino, a abrazar con amor la Cruz de Cristo y seguir su voluntad, entonces produce estos efectos en el alma: El fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí (5).

Espíritu angélico: Dios nos habla a veces enviando a sus santos ángeles que nos transmiten con su palabra la voluntad del Señor: dice el Señor: He aquí que yo voy a enviar un ángel delante de ti, para que te guarde en el camino y te conduzca al lugar que te tengo preparado. Pórtate bien en su presencia y escucha su voz; no le seas rebelde, que no perdonará vuestras transgresiones, pues en él está mi Nombre (6).

Espíritu diabólico: a veces nos habla el demonio y nos tienta e impulsa a desobedecer a Dios y a sus planes. Con frecuencia llega hasta nosotros utilizando como sus marionetas al mundo, a la carne o nuestro amor propio. Por eso dice S. Pablo: Revestíos de las armas de Dios para poder resistir a las acechanzas del Diablo. Porque nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal que están en las alturas (7).

Espíritu de la carne: S. Pablo lo describe plásticamente así: Ahora bien, las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, odios, discordia, celos, iras, rencillas, divisiones, disensiones, envidias, embriagueces, orgías y cosas semejantes, sobre las cuales os prevengo, como ya os previne, que quienes hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios (8).
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(1) Sermo 23: De septem spiritibus
(2) Summ Theol.: II-II q 55, a 1 objeción 3: sicut homo tentatur a carne, ita etiam tentatur a mundo, et etiam a Diabolo: Tanto como la carne tientan al hombre el mundo y el diablo. Summ III, q 41, a 1 obj. 3: triplex est tentatio, scilicet a carne, a mundo, a Diabolo: Hay una triple tentación, a saber: la de la carne, la del mundo, y la del diablo
(3) Collat I, Cap 19.
(4) SCARAMELLI, Juan Bautista SI:
Discernimiento de los espíritus Cap I nº 7. Madrid 1859.
(5) Gal 5, 22.
(6) Ex, 23, 20-23.
(7) Ef 6, 11-12.
(8) Gal 5, 19-21.