Hay que orar con confianza (I)

Posted by: Ioseph

Monje rezando 03 (03)

Lo que más encarecidamente nos pide el apóstol Santiago, si queremos alcanzar con la oración las divinas gracias, es que recemos con la más firme confianza de que seremos oídos. Pide, dice, con confianza, sin dudar nada. Santo Tomás nos enseña que así como la oración tiene su mérito por la caridad, así tiene su maravillosa eficacia por la fe y la confianza. Lo mismo nos predica San Bernardo, el cual afirma solemnemente que la sola confianza nos obtiene las misericordias divinas.
La causa de que nuestra confianza en la misericordia divina sea tan grata al Señor es porque de esta manera honramos y ensalzamos su infinita bondad que fue la que El quiso sobre todo manifestar al mundo cuando nos dio la vida. Así lo cantaba el profeta, cuando decía:
Alégrense, Dios mío, todos los que en Ti esperan, porque así serán eternamente benditos y Tú vivirás en medio de ellos. Y en otro lugar exclama: Protector es el Señor de todos los que esperan en El. Señor, Tú eres el que salvas a los que confían en Ti.

¡Oh, qué hermosas son las promesas que Dios ha hecho en las Sagradas Escrituras a aquellos que confían en El! Los que esperan en El no caerán en pecado. La causa la da el profeta David, cuando dice que
los ojos del Señor descansan sobre aquellos que le temen y confían en su misericordia para salvar sus almas de la muerte de la culpa. En otro lugar dice el mismo Señor: Porque esperó en Mí, le libraré... le protegeré, le salvaré, le glorificaré. Nótese aquí que la razón que da para protegerlo y salvarlo y glorificarlo en la vida eterna es porque confió en Dios. Hablando también el profeta Isaías de aquellos que confían en el Señor, dice: Los que tienen puesta en el Señor su esperanza adquirirán nuevas fuerzas, tomarán alas, como de águila, correrán y no se fatigarán, andarán y no desfallecerán. Es decir: Ya no serán débiles, porque Dios les dará la fortaleza, y no tan sólo no caerán, sino que ni siquiera hallarán fatiga en el camino de la salvación: correrán, volarán como águilas. Añade el mismo santo Profeta: En la quietud y en la esperanza estará vuestra fortaleza. Esto nos quiere decir que toda nuestra fortaleza está en el poder de Dios y en callar, es decir, descansando amorosamente en los brazos de su misericordia, y no haciendo caso de la ayuda y de los medios humanos.

Fuente: San Alfonso María de Ligorio, El gran medio de la oración