Humildad y temor de Dios (I)

Posted by: Ioseph

Jesus 10 (11)
Cristo de la Humildad

David, profeta y salmista, que, como atestigua la Escritura, fue elegido según el corazón de Dios, y que hizo siempre y en todo su voluntad, nos muestra en un lugar lo que desea y ama nuestro Creador, diciendo: «¿Quién es semejante al Señor, Dios nuestro, que habita en las alturas, y tiene cuidado de las cosas humildes en el cielo y en la tierra?» Y en verdad, si el Altísimo Señor de infinita excelencia y grandeza, en todas sus criaturas, tanto en las más elevadas como en las más pequeñas, es decir, en los ángeles y en los hombres, tiene en mucho y premia la humildad, ¿cómo no va a mirar continuamente por nuestra humildad y a conservárnosla siempre y en todo, por agradar a nuestro Creador?

La grandeza de esta virtud se deduce fácilmente de las palabras del Señor, que, para condenar la soberbia de los fariseos, dice:
«El que se exalta será humillado, y el que se humilla será exaltado». Sólo a pasos de humildad se sube a lo alto de los cielos; porque allí arriba, al Dios excelso, no se llega con la soberbia, sino con la humildad. Está escrito que Dios resiste a los soberbios y a los humildes da su gracia; y en los Salmos se dice: «Excelso es el Señor, que cuida de las cosas humildes y conoce desde lejos las elevadas». Aquí las cosas elevadas son los soberbios; cuida de los humildes para exaltarlos, y conoce las cosas elevadas, es decir, a los soberbios, para abatirlos.

Aprendamos la humildad, que nos acerca a Dios, como Él mismo dice en el Evangelio:
«Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis el descanso para vuestras almas». Por la soberbia la admirable criatura angélica fue arrojada del cielo, y por la humildad de Dios la frágil naturaleza humana lo conquistó, como dice Salomón: «Donde hay soberbia, hay discordia; donde hay humildad, hay sabiduría». Otro sabio dice también: «Cuanto más grande seas, humíllate más y hallarás gracia ante Dios»; y el mismo Dios dice: «Mis miradas se posan sobre los humildes y sobre los de contrito corazón que temen mis palabras».
En el que no es humilde y manso no puede habitar la gracia del Espíritu Santo. Dios se ha hecho humilde para salvarnos, avergüéncese el hombre de ser soberbio. Cuanto más se abaja el corazón por la humildad, más se levanta hacia la perfección; porque el humilde será exaltado en la gloria.

Fuente: San Agustín, Sermón sobre el temor de Dios y la verdadera humildad