Santidad Argentina (II)

Posted by: Corim

Madre María Benita Arias 01 (01)

Madre María Benita Arias (Primera parte)
 
Luego de la breve introducción a esta pequeña serie de
Santidad Argentina, comenzaremos a recorrer, primeramente, la vida de la Madre María Benita Arias, fundadora de las Hermanas Siervas de Jesús Sacramentado (a quienes agradecemos su valiosa colaboración, en forma especial a la hermana Graciela Beatriz Rodríguez, Ecónoma General de dicha Congregación).
 
 María Benita Arias, nació en la Villa Real La Carlota, Córdoba, el 3 de abril de 1822, y fue bautizada el 30 de mayo de ese mismo año. Huérfana desde muy niña, fue adoptada por el matrimonio Mena, a quienes Benita prodigó un verdadero amor filial.

Los esposos Mena, él pardo y ella india, eran pobres y humildes, pero estaban adornados de una profunda y sólida piedad cristiana y un hondo sentido de responsabilidad y de amor al trabajo. En este ambiente se educó Benita, entre los ajetreos de las tareas domésticas, el rosario en familia, la guitarreada después de cenar, etc., todo enmarcado en un profundo amor familiar que nace como fruto de un primer amor, que es el amor a Dios.
 
Pero este período de paz y tranquilidad que vivían los esposos Mena con su hija adoptiva, ya de siete años, va a estar amenazado cuando la familia biológica de Benita decida reclamarla. Frente a esta amenaza de querer separarlos, los tres deciden escapar con el mayor sigilo para no ser descubiertos. Es así como deciden emprender un viaje y radicarse en la localidad del Salto Argentino.
Es aquí en donde el matrimonio Mena entra a trabajar en la casa de una de las familias distinguidas del lugar, la familia de Eustaquio Sierra. Benita aprende a bordar, y a ejercitarse en distintas labores propias del quehacer femenino. También aprende a leer y a escribir, y se prepara con todo entusiasmo a recibir a Cristo en la Eucaristía el día inolvidable de su primera comunión.

Con el correr del tiempo, Benita ha ido creciendo y madurando tanto en edad como en virtudes, por esto algunas madres deciden confiarles sus hijas a Benita para que las eduque, y ella les enseña a leer, escribir, rezar, etc.
 
 Y ya adentrándonos un poco más en el tiempo, encontramos a Benita con alrededor de dieciséis años; es en este tiempo cuando se va a producir uno de los acontecimientos claves en la vida de nuestra protagonista: el encuentro con la espiritualidad franciscana, cosa que le marcará para toda la vida, e influirá años más tarde cuando funde su Congregación.
Esto se va a dar cuando unos misioneros franciscanos, invitados por el Párroco de la parroquia de Benita, el padre Carlos Torres, prediquen una misión popular en El Salto. Benita comienza a tener ciertas inquietudes tendientes a la vida consagrada, que confía a uno de los religiosos misioneros. Al terminar las misiones, María Benita empieza a ejercitarse más en la vida de oración y de unión con el futuro esposo de su alma: Cristo Nuestro Señor.
  
En el año 1862, en diciembre, Benita realiza por primera vez Ejercicios Espirituales Ignacianos, en la Santa Casa de Ejercicios de Buenos Aires, fundada por María Antonia Paz y Figueroa, hoy también en proceso de Beatificación. De estos días de ejercicios nos llegan algunas anotaciones que ella realizó como fruto de sus meditaciones:

“Para procurar caminar con más acierto en la senda de la vida en los días que me restan, resuelvo lo siguiente con el auxilio de la Gracia: le devuelvo y le consagro a mi Dios y Señor mi libertad y mis afectos; y espero que por Su Misericordia me dará Su Amor y Su Gracia para buscarle en todas las cosas; que éste de veras sea mi único interés y mi único empeño.”

“Ya que el Señor me ha puesto en este mundo para que le ame y le sirva y después lo goce por toda la eternidad; yo quiero llegar a mi fin cueste lo que costare. Habrá que pasar muchos trabajos y vencer pasiones; pero no importa. Yo me abandono toda en el alma y en el cuerpo, en lo espiritual y en lo temporal, en el cuidado de la Divina Providencia.”
“Poco me pide Dios para salvarme. Basta que observe su Santa Ley: Ley facilísima, Ley justísima, Ley suavísima.”

“El tiempo es un caudal de sumo precio. Un momento vale tanto que por él el alma puede recobrar a Dios que por el pecado había perdido.”
“Este día pasa y jamás volverá. ¡Cuánto bien puedo hacer en este día y no lo hago!”
“De este día he de dar estrechísima cuenta y no pienso en ello; y lo mismo será de todos los momentos de mi vida. ¡Hay de mí si hubiese empleado mal el tiempo de mi vida!”
 

Hasta aquí hemos considerado la primera parte de la vida de la Madre Benita Arias. El día 30 de este mes seguiremos recorriendo su vida y obra.

Madre Benita, ruega por nosotros y por tu querida Patria Argentina.