Un gran ejemplo para nuestro tiempo

Posted by: Lotario de Segni

San Esteban 01 (01) - Martirio

El mayor mérito que le atribuye la tradición cristiana a San Esteban es el de haber contribuido a la conversión de Saulo, o sea de San Pablo. En otra parte de su discurso, Fulgencio de Ruspe dice: “sostenido por la fuerza de la caridad, venció a Saulo… y mereció tener como compañero en el cielo a aquel que fue su perseguidor en la tierra”.
No había transcurrido mucho tiempo desde Pentecostés y la comunidad cristiana había crecido hasta el punto de necesitar una solida organización económica, ya que sus miembros practicaban la comunidad de bienes. Lo que cada uno poseía lo colocaba a los pies de los apóstoles y ellos distribuían según las necesidades. Éste era un trabajo delicado y que exigía mucho tiempo.

Como suele suceder, pronto surgieron dificultades y los cristianos procedentes del mundo helénico se quejaron de que sus viudas eran desatendidas. Los apóstoles reunieron a la comunidad y propusieron la elección de “siete varones de buena reputación, colmados del Espíritu Santo y de sabiduría, a los cuales confiemos esta tarea. Nosotros, en cambio, nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la Palabra”. Esteban, “hombre colmado de fe y de Espíritu Santo” fue elegido primero. Los seleccionados fueron presentados a los apóstoles quienes, “después de haber orado les impusieron las manos”. En este suceso la Iglesia ha visto la institución del ministerio diaconal.

Esteban no se limitaba al trabajo administrativo: también predicaba, sobre todo entre los judíos de la diáspora, como los “cirenaicos”, los alejandrinos y otros de Cilicia y de Asia” que pasaban por la ciudad santa y a los que él atraía a la fe de Cristo crucificado y resucitado. Los judíos griegos, viendo que tantos de los suyos acogían la nueva fe, sublevaron al pueblo y acusaron a Esteban de “pronunciar expresiones blasfemas contra Moisés y contra Dios”. Las mismas acusaciones se habían dirigido años antes contra Jesús de Nazaret. Las nuevas que éste había traído trastocaban las ideas tradicionales sobre la ley mosaica y sobre el valor atribuido al templo de Jerusalén. La predicación apostólica sonaba a blasfemia a los oídos de estos judíos.
Esteban fue arrestado y conducido ante el Sanedrín, donde escuchó las acusaciones. El sumo sacerdote le hizo luego la pregunta de rigor: “¿son así las cosas?”. Esteban respondió con un largo discurso, el más largo de los que se reproducen en los 
Hechos de los Apóstoles, recorriendo toda la historia de la salvación. Los corazones de sus adversarios temblaban de rabia y sus dientes crujían de odio, entonces se abalanzaron sobre él y lo arrastraron fuera de la ciudad y allí comenzaron a lapidarlo hasta darle muerte; Saulo sostenía los mantos de los asesinos y aprobaba el hecho. Esteban, empero, rogaba por sus verdugos y después de su muerte los discípulos recogieron el cuerpo y le dieron sepultura. Los cristianos, después del martirio de San Esteban, comenzaron a emigrar por otras ciudades de Palestina llevando su fe a judíos y paganos.
En estos tiempos de convicciones religiosas tan poco firmes y de tan lamentables capitulaciones con los enemigos del alma y de la religión, el ejemplo de San Esteban debe robustecer nuestra fe y retemplar nuestro carácter de cristianos.

Fuente: Enrico Pepe, Cfr. Vidas santas y ejemplares
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