Dos órdenes de virtudes (II)

Posted by: Nycticorax

Jesús y la Samaritana 02 (05)

Entre estas dos maneras de virtudes no hay que dudar sino que las primeras son más excelentes y más necesarias que las segundas, con grandísima ventaja. Porque como dijo el Señor a la samaritana: “Mujer, créeme que es llegada la hora cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Porque el Padre tales quiere que sean los que le adoran. Espíritu es Dios, y por eso los que le adoran conviene que le adoren en espíritu y en verdad” (Jn 4, 23). Esto es en romance claro lo que canta aquel versículo tan celebrado en las escuelas de los niños. Pues que Dios es espíritu, como las Escrituras nos lo enseñan, por eso conviene que sea honrado con pureza y limpieza de espíritu.

Entendieron esta verdad hasta los filósofos gentiles, porque Aristóteles, que tan pocas cosas escribió de Dios, con todo eso dijo: Si los dioses tienen cuidado de las cosas humanas, como es razón que se crea, cosa verosímil es que se huelguen con la cosa más buena y más semejante a ellos, y ésta es la mente o el espíritu del hombre; y por esto los que adornaren este espíritu con el conocimiento de la verdad y con la reformación de sus afectos, éstos han de ser muy agradables a Dios.
Lo mismo sintió maravillosamente el príncipe de los médicos, Galeno, el cual, tratando en un libro de la composición y artificio del cuerpo humano y del uso y aprovechamiento de sus partes, y llegando a un paso donde singularmente resplandecía la grandeza de la sabiduría y providencia de aquel artífice soberano, arrebatado en una profunda admiración de tan grandes maravillas, como olvidado de la profesión de médico, y pasando a la de teólogo, exclamó diciendo: Honren los otros a Dios con sus hecatombes, que son sacrificios de cien bueyes; yo le honraré reconociendo la grandeza de su saber, que tan altamente supo ordenar las cosas; y la grandeza de su poder, que tan enteramente pudo poner por obra todo lo que ordenó; y la grandeza de su bondad, la cual de ninguna cosa tuvo envidia a sus criaturas, pues tan cumplidamente proveyó a cada una de todo lo que había menester, sin alguna falta.

Esto dijo este filósofo gentil. Dime: ¿qué más pudiera decir un perfecto cristiano? ¿Qué más dijera, si hubiera leído aquel dicho del profeta Oseas: “Misericordia quiero y no sacrificios; y conocimientos de Dios más que holocaustos” (Os 6,6)?
Muda las hecatombes en holocaustos y verás la concordia que tuvo aquí el filósofo gentil con este profeta.

Fuente: Cf. Fray Luis de Granada O.P., Obra Selecta

El castillo interior (V)

Posted by: Laudem Gloriae

Castillo 03 (11)

Dice cómo se han de entender estas moradas y la importancia de la humildad, sin la cual va todo perdido.

Siempre oímos cuán buena es la oración, y no se nos declara más de lo que podemos nosotras; y de cosas que obra el Señor en un alma declárase poco, digo sobrenatural. Diciéndose y dándose a entender de muchas maneras, sernos ha mucho consuelo considerar este artificio celestial interior tan poco entendido de los mortales aunque vayan muchos por él.
Pues tornemos ahora a nuestro castillo de muchas moradas. No habéis de entender estas moradas una en pos de otra, como cosa en hilada, sino
poned los ojos en el centro, que es la pieza o palacio adonde está el rey, y considerad como un palmito, que para llegar a lo que es de comer tiene muchas coberturas que todo lo sabroso cercan. Así acá, en derredor de esta pieza están muchas, y encima lo mismo. Porque las cosas del alma siempre se han de considerar con plenitud y anchura y grandeza, pues no le levantan nada, que es capaz de mucho más que podremos considerar, y a todas partes de ella se comunica este sol que está en este palacio.

Esto
importa mucho a cualquier alma que tenga oración, poca o mucha, que no la arrincone ni apriete. Déjela andar por estas moradas, arriba y abajo y a los lados, pues Dios la dio tan gran dignidad; no se estruje en estar mucho tiempo en una pieza sola. ¡Oh, que si es en el propio conocimiento! Que con cuán necesario es esto (miren que me entiendan), aun a las que las tiene el Señor en la misma morada que Él está, que jamás por encumbrada que esté le cumple otra cosa ni podrá aunque quiera; que la humildad siempre labra como la abeja en la colmena la miel, que sin esto todo va perdido. Mas consideremos que la abeja no deja de salir a volar para traer flores; así el alma en el propio conocimiento: créame y vuele algunas veces a considerar la grandeza y majestad de su Dios. Aquí hallará su bajeza mejor que en sí misma, y más libre de las sabandijas adonde entran en las primeras piezas, que es el propio conocimiento. Y créanme, que con la virtud de Dios obraremos muy mejor virtud que muy atadas a nuestra tierra.

Fuente: Cf. Santa Teresa de Jesús, Castillo Interior, Moradas primeras, Cap. 2.

Dos órdenes de virtudes (I)

Posted by: Nycticorax

Piedras Preciosas 01 (01)

Así como el que trata en piedras preciosas conviene que entienda el valor de ellas (porque no se engañe en el precio), y así como el mayordomo de un señor conviene que sepa los méritos de los que tiene a cargo en su casa, para que trate a cada uno según su merecimiento, porque lo contrario sería desorden y confusión, así el que trata en las piedras preciosas de las virtudes y el que, como buen mayordomo, ha de dar a cada una su derecho, conviene que para esto tenga muy entendido el precio de ellas, para que cuando las cosas se encontraren sepa cuál ha de anteponer a cuáles, porque no venga a ser, como dicen, recolector de la ceniza y derramador de la harina, como a muchos acontece.

Pues para esto es de saber que todas las virtudes se pueden reducir a dos órdenes, porque unas son más espirituales e interiores y otras más visibles y exteriores. En el primer orden ponemos las virtudes teologales, con todas las otras que señalamos para con Dios, y principalmente la caridad, que tiene el primer lugar, como reina, entre todas ellas. Y con éstas se juntan otras virtudes muy nobles y muy vecinas a éstas, que son: humildad, castidad, misericordia, paciencia, discreción, devoción, pobreza de espíritu, menosprecio del mundo, negación de nuestra propia voluntad, amor de la cruz y aspereza de Cristo y otras semejantes a éstas, que llamamos aquí, extendido este vocablo, virtudes. Y las llamamos espirituales e interiores porque principalmente residen en el ánimo, puesto caso que proceden también a obras exteriores, como parece en la caridad y religión para con Dios, que, aunque sean virtudes interiores, producen también sus actos exteriores para honra y gloria del mismo Dios.

Otras virtudes hay que son más visibles y exteriores, como son el ayuno, la disciplina, el silencio, el encerramiento, el leer, rezar, cantar, peregrinar, oír Misa, asistir a los sermones y oficios divinos, con todas las otras observancias y ceremonias corporales de la vida cristiana o religiosa; porque aunque estas virtudes estén en el alma, sin embargo los actos propios de ellas salen más afuera que los de las otras, que muchas veces son ocultos e invisibles, como son creer, amar, esperar, contemplar, humillarse interiormente, dolerse de los pecados, juzgar discretamente y otros actos semejantes.

Fuente: Cf. Fray Luis de Granada O.P., Obra Selecta

Importancia de la confesión frecuente

Posted by: Laudem Gloriae

Confesión Sacramental 04 (06)

Acercándose la conmemoración de todos los fieles difuntos, meditemos la importancia de estar siempre en gracia y de confesarse frecuentemente, con esta visión que tuvo Santa Teresa de Jesús. Así la cuenta ella:

Habiéndose muerto un cuñado mío súbitamente, y estando yo con mucha pena por no haber podido confesarse, se me dijo en la oración que así había de morir mi hermana, que fuese allá y procurase se dispusiese para ello. Díjelo a mi confesor y, como no me dejaba ir, díjelo otras veces. Ya como esto vio, díjome que fuese allá, que no se perdía nada.
Ella estaba en una aldea, y, como fui, sin decirla nada la fui dando la luz que pude en todas las cosas, e hice se confesase muy a menudo y en todo trajese cuenta con su alma. Ella era muy buena e hízolo así. Desde a cuatro o cinco años que tenía esta costumbre y muy buena cuenta con su conciencia, se murió sin verla nadie ni poderse confesar. Fue el bien que, como lo acostumbraba, hacía poco más de ocho días que estaba confesada.

A mí me dio gran alegría cuando supe su muerte. Estuvo muy poco en el purgatorio. Me parece aún no serían ocho días cuando, acabando de comulgar, me apareció el Señor y quiso la viese cómo la llevaba a la gloria. En todos estos años, desde que se me dijo hasta que murió, no se me olvidaba lo que se me había dado a entender, ni a mi compañera (1), que, así como murió, vino a mí muy espantada de ver cómo se había cumplido.
Sea Dios alabado por siempre, que tanto cuidado trae de las almas para que no se pierdan.

(1) Su amiga doña Guiomar de Ulloa, a quién le había contado la visión.

Fuente: Cf. Santa Teresa de Jesús, Libro de la Vida, Cap. 34, 19.

María Santísima, destructora de todas las herejías

Posted by: Lotario de Segni

Jesús y María 01 (01)

Sin fe no puede haber caridad, pero sin caridad puede haber fe, pero es una fe muerta. Sin fe, por otra parte, la caridad es imposible, porque no se puede amar a Aquel que no se conoce. La fe es conocimiento verdadero y certísimo de Dios (aunque no es evidente, ni directo “por propia especie”), y constituye por ello la norma del recto amor hacia Él. La ortodoxia es, así, la condición de la ortopraxis. Ortodoxia y ortopraxis son entrambas necesarias para entrar en el Reino de los Cielos: “sin fe no se puede agradar a Dios” (cf. Hb. 11,6), pero también “al atardecer de la vida seremos juzgados en la caridad” (San Juan de la Cruz, Palabras de luz y de amor, 1, 57). La Inmaculada Virgen, hecha Iglesia, es maestra de fe y maestra de caridad. Por ser maestra de la caridad debe ser maestra de la fe, y por ser maestra de fe debe ser también la que revele las herejías, que corrompen la Fe privándola de su valor salvífico.

La Virgen María es la reveladora de todas las herejías porque es la enemiga victoriosa del “
padre de la mentira” (Jn. 8,44), que es también el padre de todas las herejías. El “padre de la mentira” es el diablo, y todos aquellos que tienen al diablo por padre son mentirosos como él, y la mentira que más aman es la herejía, porque corrompe la Fe, impide la caridad y, con ello, el ingreso en el Reino de los Cielos.
La imagen bíblica que mejor representa a la Virgen reveladora de las herejías es el
protoevangelio (Gn. 3,15), y su mejor interpretación iconográfica es aquella de la tradición franciscana. En ella se puede ver a la Madre y al Hijo juntamente victoriosos sobre la serpiente infernal: esta es golpeada simultáneamente sobre la cabeza por la Cruz empuñada por Cristo y por el pie inmaculado de la Virgen.

Sin embargo, después de 2000 años de evangelización, es necesario hablar, no solo de herejía, sino también de verdadera y propia apostasía, o sea del abandono total de la Fe por parte de masas enteras de población. La constatación es de Juan Pablo II: “La cultura europea da la impresión de una
apostasía silenciosa de parte del hombre satisfecho, que vive como si Dios no existiera.” (San Juan Pablo II, Angelus del 13/07/2003)
Y, si hace más de10 años la apostasía era silenciosa, ahora clamorea y agrede. El porqué de esta inquietante y dolorosa situación se podría buscar en la lógica del “ya pero todavía no”: la victoria de la Virgen es ya en acto, pero todavía no plenamente. Como el Reino de Cristo. El gran retraso respecto del mandato misionero universal es directamente proporcional al retraso con que se acepta su modo mariano:
Regnum Christi venit per Mariam (El reino de Cristo viene por María).

En Occidente, sin embargo, no sólo estamos retrasados, sino que estamos en claro retroceso. El
Regnum Christi (Reino de Cristo) está perdiendo mucho terreno bajo los golpes de la herejía, del laicismo estatolátrico y del Islam. Como en el S. VII, en que el Islam conquistó el norte de África y el Medio Oriente, que estaba infectado de la herejía maniquea, nestoriana, monofisita, monotelita, etc., así ahora está conquistando aquellos sectores de la Europa infectados de la apostasía, o de la herejía neo modernista, que es la síntesis de todas las herejías (cf. San Pío X).

Fuente: R. P. Alejandro M. Apollonio, F.I., Editorial “Gaude Virgo Maria, cunctas haereses sola intermisisti in universo mundo, Inmaculada Mediadora revista internacional de teología mariana, Italia 2012

El castillo interior (IV)

Posted by: Laudem Gloriae

Cárcel 01 (01)

Prosigue declarando la fealdad de un alma en pecado mortal y dice cómo toda cosa buena que hagamos viene de esta fuente o sol que es Dios.

Es de considerar aquí que la fuente y aquel sol resplandeciente que está en el centro del alma no pierde su resplandor y hermosura que siempre está dentro de ella, y cosa no puede quitar su hermosura. Mas si sobre un cristal que está al sol se pusiese un paño muy negro, claro está que, aunque el sol dé en él, no hará su claridad operación en el cristal.

¡Oh almas redimidas por la sangre de Jesucristo! ¡Entendeos y habed lástima de vosotras! ¿Cómo es posible que entendiendo esto no procuráis quitar esta pez de este cristal? Mirad que,
si se os acaba la vida, jamás tornaréis a gozar de esta luz. ¡Oh Jesús, qué es ver a un alma apartada de ella! ¡Cuáles quedan los pobres aposentos del castillo! ¡qué turbados andan los sentidos, que es la gente que vive en ellos! Y las potencias, que son los alcaides y mayordomos y maestresalas, ¡con qué ceguedad, con qué mal gobierno! En fin, como adonde está plantado el árbol que es el demonio, ¿qué fruto puede dar?

Oí una vez a un hombre espiritual que no se espantaba de cosas que hiciese uno que está en pecado mortal, sino de lo que no hacía.
Dios por su misericordia nos libre de tan gran mal, que no hay cosa mientras vivimos que merezca este nombre de mal, sino ésta, pues acarrea males eternos para sin fin. Esto es, hijas, de lo que hemos de andar temerosas y lo que hemos de pedir a Dios en nuestras oraciones; porque, si El no guarda la ciudad, en vano trabajaremos (cf. S. 126,1-2), pues somos la misma vanidad.

Decía aquella persona que había sacado dos cosas de la merced que Dios le hizo: la una, un
temor grandísimo de ofenderle, y así siempre le andaba suplicando no la dejase caer, viendo tan terribles daños; la segunda, un espejo para la humildad, mirando cómo cosa buena que hagamos no viene su principio de nosotros, sino de esta fuente adonde está plantado este árbol de nuestras almas, y de este sol que da calor a nuestras obras. Dice que se le representó esto tan claro, que en haciendo alguna cosa buena o viéndola hacer, acudía a su principio y entendía cómo sin esta ayuda no podíamos nada; y de aquí le procedía ir luego a alabar a Dios y, lo más ordinario, no se acordar de sí en cosa buena que hiciese. No sería tiempo perdido, hermanas, el que gastaseis en leer esto ni yo en escribirlo, si quedásemos con estas dos cosas.

Fuente: Cf. Santa Teresa de Jesús, Castillo Interior, Moradas primeras, Cap. 2.

¡Ay de los despreocupados blasfemos!

Posted by: Nycticorax

Juicio Final 05 (06)

Hay quienes desprecian y tienen en poco, y hasta parece que con las obras deshacen y niegan, la verdad de fe revelada de que habrá un juicio universal en el que el juez será Jesucristo, cuando venga en su segunda venida. Y estos son propiamente aquellos en cuyos corazones nunca entra el temor bueno ni malo, sino que con gran desenfreno y menosprecio de los castigos con que Dios les tiene amenazados viven quietos en sus maldades. Y quisiese Dios que no fuese tan grande la multitud de estos escarnecedores, porque así se han de llamar, pues parece que ridiculizan los castigos y penas que la justicia y poder de Dios tiene preparadas para ellos.

Y hay entre ellos quienes buscan maneras y caminos para tener esto en poca cosa, diciendo en sus corazones, y aun a veces por palabras, que para el día del juicio falta mucho y que hay mil mundos de aquí allá; y que cuando viniere, estará ya cada uno en su lugar; que no ha de ser tan riguroso como el Evangelio lo pinta; antes creen ellos que aquel día ha de ser para mayor misericordia y perdón, y que todo lo demás se dice para espantarnos, para que no vivamos tan mal.

Todas estas son blasfemias hechas y dichas contra la confesión que de este artículo la Iglesia católica hace. Son afirmaciones soberbias de los vanos y endurecidos entendimientos, que no quieren entender más de lo que su locura y bajeza les enseña. Y es bueno que sepan los desventurados, primeramente, que cuanto más tarda aquel día, tanto es peor para ellos y señal de mayor rigor y castigo; en segundo lugar, que aunque de todos los que vivimos, cada uno habrá pasado por su particular juicio, aquel día ha de ser tal, que el demonio -que tantos años hace que está condenado- desde ahora y desde entonces lo teme, y teme pensar en él, el cual ha de ser allí juzgado con todos sus ministros y camaradas.

Mas ¿de qué cosas se nos ha de pedir cuenta? En aquel Día de ira no ha de haber ninguna palabra ociosa ni un solo pensamiento de que no se haya de pedir cuenta. Y no sólo de lo que pensamos o hicimos, sino también de lo que dejamos de hacer cuando estábamos obligados. Si dijeres: Señor, yo no juré, dirá el juez; juró tu hijo, o tu criado, a quien tú debiste castigar. Y, además, no sólo de las obras malas, sino también daremos cuenta con qué intención y de qué manera hicimos las buenas.
¿A quién no pone en admiración esta tan terrible verdad de nuestra religión cristiana?

Fuente: Fray Luis de Granada O.P., Obra Selecta

El castillo interior (III)

Posted by: Laudem Gloriae

Gollum 01 (01)

Trata de cuán fea cosa es un alma que está en pecado mortal.

Antes que pase adelante, os quiero decir que consideréis qué será ver este castillo tan resplandeciente y hermoso, esta perla oriental, este árbol de vida que está plantado en las mismas aguas vivas de la vida, que es Dios, cuando cae en un pecado mortal: no hay tinieblas más tenebrosas, ni cosa tan oscura y negra, que no lo esté mucho más. No queráis saber más que, con estarse el mismo sol que le daba tanto resplandor y hermosura todavía en el centro de su alma, es como si allí no estuviese para participar de Él, con ser tan capaz para gozar de Su Majestad como el cristal para resplandecer en él el sol. Ninguna cosa le aprovecha; y de aquí viene que todas las buenas obras que hiciere, estando así en pecado mortal, son de ningún fruto para alcanzar gloria; porque no procediendo de aquel principio, que es Dios, de donde nuestra virtud es virtud, y apartándonos de Él, no puede ser agradable a sus ojos; pues, en fin, el intento de quien hace un pecado mortal no es contentarle, sino hacer placer al demonio, que como es las mismas tinieblas, así la pobre alma queda hecha una misma tiniebla.

Yo sé de una persona a quien quiso nuestro Señor mostrar cómo quedaba un alma cuando pecaba mortalmente. Dice aquella persona que le parece si lo entendiesen no sería posible ninguno pecar, aunque se pusiese a mayores trabajos que se pueden pensar por huir de las ocasiones. Y así le dio mucha gana que todos lo entendieran; y así os la dé a vosotras, hijas, de
rogar mucho a Dios por los que están en este estado, todos hechos una oscuridad, y así son sus obras; porque así como de una fuente muy clara lo son todos los arroyicos que salen de ella, como es un alma que está en gracia, que de aquí le viene ser sus obras tan agradables a los ojos de Dios y de los hombres, porque proceden de esta fuente de vida, adonde el alma está como un árbol plantado en ella, que la frescura y fruto no tuviera si no le procediere de allí, que esto le sustenta y hace no secarse y que dé buen fruto; así el alma que por su culpa se aparta de esta fuente y se planta en otra de muy negrísima agua y de muy mal olor, todo lo que corre de ella es la misma desventura y suciedad.

Fuente: Cf. Santa Teresa de Jesús, Castillo Interior, Moradas primeras, Cap. 2.

Velad y orad

Posted by: Ioseph

Atalaya 01 (01b)
Atalaya del alcázar de Madrid

Leemos en el Evangelio que, predicando en cierta ocasión el Salvador y habiendo afirmado que daría a comer su carne sacramental para que así sus discípulos pudieran participar de su pasión, algunos exclamaron: ¡Duras son estas palabras! Y se alejaron de él. A vista de ello, preguntó el Señor a sus discípulos si también ellos querían dejarlo; ellos entonces respondieron: Señor, ¿a quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna.

Pues bien, hermanos, es manifiesto que en nuestros días las palabras de Jesús son también espíritu y vida para algunos y, por ello, éstos lo siguen; pero, en cambio, a otros estas mismas palabras les parecen duras, por lo cual no faltan quienes van a buscar en otra parte un consuelo miserable. La sabiduría no deja de levantar su voz en las plazas, anunciando que el camino que conduce a la muerte es ancho y espacioso, a fin de que cuantos andan por él vuelvan sobre sus pasos.

Durante cuarenta años
-dice- aquella generación me repugnó, y dije: «Es un pueblo de corazón extraviado.»
Y en otro salmo añade:
Una sola vez habló Dios; es cierto que Dios habló una sola vez, pues está hablando siempre, ya que su locución es continua y eterna, y nunca se interrumpe.
Esta voz invita sin cesar a los pecadores, exhortándoles a meditar en su corazón y reprendiendo los errores de este corazón, pues es la voz de aquel que habita en el corazón del hombre y habla en su interior, realizando así lo que ya dijo por boca del profeta:
Hablad al corazón de Jerusalén.

Ya veis, hermanos, cuán saludablemente nos amonesta el profeta a fin de que si hoy escuchamos su voz no endurezcamos el corazón. Las palabras que leemos en el profeta son casi las mismas que hallamos también en el Evangelio. En efecto, en el Evangelio dice el Señor:
Mis ovejas oyen mi voz, y en el salmo afirma el profeta: Nosotros, su pueblo (el del Señor, ciertamente), el rebaño que él guía, ojalá escuchemos hoy su voz y no endurezcamos el corazón.

Escucha, finalmente, al profeta Habacuc; él no disimula la increpación del Señor, sino que la medita asiduamente y por ello exclama:
Me pondré de centinela, me plantaré en la atalaya, velaré para escuchar lo que me dice, lo que responde a mis quejas. Procuremos, hermanos, ponernos también nosotros de centinela, porque la vida presente es tiempo de lucha.
Que nuestra vida tenga su centro en nuestro interior, donde Cristo habita, y que nuestros actos sean reflexivos y nuestras obras según los dictados de la razón; pero de tal forma que no confiemos excesivamente en nuestros actos ni nos fiemos excesivamente de nuestras simples reflexiones.

Fuente: San Bernardo de Claraval, Sermones, Oficio de Lecturas, Liturgia de las Horas

El castillo interior (II)

Posted by: Laudem Gloriae

Castillo 02 (10b)

Pues tornando a nuestro hermoso y deleitoso castillo, hemos de ver cómo podremos entrar en él.
Parece que digo algún disparate; porque si este castillo es el ánima claro está que no hay para qué entrar, pues se es él mismo; como parecería desatino decir a uno que entrase en una pieza estando ya dentro. Mas habéis de entender que va mucho de estar a estar; que
hay muchas almas que se están en la ronda del castillo que es adonde están los que le guardan, y que no se les da nada de entrar dentro ni saben qué hay en aquel tan precioso lugar ni quién está dentro ni aun qué piezas tiene. Ya habréis oído en algunos libros de oración aconsejar al alma que entre dentro de sí; pues esto mismo es.

Decíame poco ha un gran letrado que
son las almas que no tienen oración como un cuerpo con perlesía o tullido, que aunque tiene pies y manos no los puede mandar; que así son, que hay almas tan enfermas y mostradas a estarse en cosas exteriores, que no hay remedio ni parece que pueden entrar dentro de sí; porque ya la costumbre la tiene tal de haber siempre tratado con las sabandijas y bestias que están en el cerco del castillo, que ya casi está hecha como ellas, y con ser de natural tan rica y poder tener su conversación no menos que con Dios, no hay remedio. Y si estas almas no procuran entender y remediar su gran miseria, quedarse han hechas estatuas de sal por no volver la cabeza hacia sí, así como lo quedó la mujer de Lot (Cf. Gén 19, 26) por volverla.

Porque, a cuanto yo puedo entender,
la puerta para entrar en este castillo es la oración y consideración, no digo más mental que vocal, que como sea oración ha de ser con consideración; porque la que no advierte con quién habla y lo que pide y quién es quien pide y a quién, no la llamo yo oración, aunque mucho menee los labios; porque aunque algunas veces sí será, aunque no lleve este cuidado, mas es habiéndole llevado otras. Mas quien tuviese de costumbre hablar con la majestad de Dios como hablaría con su esclavo, que ni mira si dice mal, sino lo que se le viene a la boca y tiene deprendido* por hacerlo otras veces, no la tengo por oración, ni plega a Dios que ningún cristiano la tenga de esta suerte; que entre vosotras, hermanas, espero en Su Majestad no lo habrá, por la costumbre que hay de tratar de cosas interiores, que es harto bueno para no caer en semejante bestialidad.

Pues no hablemos con estas almas tullidas, que si no viene el mismo Señor a mandarlas se levanten como al que había treinta años (cf. Jn. 5, 2-8) que estaba en la piscina, tienen harta malaventura y gran peligro, sino con otras almas que, en fin, entran en el castillo; porque aunque están muy metidas en el mundo, tienen buenos deseos, y alguna vez, aunque de tarde en tarde, se encomiendan a nuestro Señor y consideran quién son, aunque no muy despacio; alguna vez en un mes rezan llenos de mil negocios, el pensamiento casi lo ordinario en esto, porque están tan asidos a ellos, que como adonde está su tesoro se va allá el corazón (cf. Mt. 6, 21), ponen por sí algunas veces de desocuparse, y es gran cosa el propio conocimiento y ver que no van bien para atinar a la puerta. En fin, entran en las primeras piezas de las bajas; mas entran con ellos tantas sabandijas, que ni le dejan ver la hermosura del castillo, ni sosegar; harto hacen en haber entrado.

* Deprender significa aprender. Palabra de poco uso actualmente.

Fuente: Cf. Santa Teresa de Jesús, Castillo Interior, Moradas primeras, Cap. 1.

La verdadera felicidad sólo se halla en Dios (IV)

Posted by: Nycticorax

Flores 01 (04)

Algunas hierbas que nacen en los campos, mirándolas desde lejos, parecen muy hermosas, y llegando a ellas y tocándolas con las manos dan de sí tan mal olor, que las sacude luego el hombre de sí y corrige el engaño de los ojos con el toque de las manos. Pues tales son por cierto los más de los ricos y poderosos del mundo; porque, si miras a la grandeza de sus estados y al resplandor de sus casas y criados, parecen ser ellos solos bienaventurados; mas si te llegas más cerca a oler los rincones de sus casas y de sus ánimas, hallarás que tienen muy diferente el ser del parecer. Por donde muchos de los que al principio desearon sus estados cuando los vieron de lejos, después los sacudieron de sí cuando los miraron de cerca, como lo leemos en muchas historias aun de gentiles. Y en las vidas de los emperadores hallamos que no faltó quien siendo electo emperador por todo el ejército, por ninguna vía lo quiso aceptar, siendo gentil, solo por conocer las espinas que debajo de aquella flor, al parecer tan hermosa, estaban escondidas.

Pues, ¡oh hijos de los hombres!, criados a imagen de Dios, redimido por su sangre, diputados para ser compañeros de los ángeles, ¿por qué amáis la vanidad y buscáis la mentira, creyendo que hallaréis descanso en esos falsos bienes que nunca lo dieron ni darán jamás? ¿Por qué habéis dejado la mesa de los ángeles por los manjares de las bestias? ¿Por qué habéis dejado los deleites y olores del paraíso por los hedores y amarguras del mundo? ¿Cómo no bastan tantas calamidades y miserias que cada día experimentáis en él para apartaros de ese tan cruel tirano? Tales parece que somos en esta parte como algunas malas mujeres que se andan perdidas tras un rufián, que les come y juega cuanto tienen, y sobre esto las arrastra y da de coces cada día; y ellas todavía con una miserable sujeción y cautiverio se andan perdidas tras él.

Resumiendo, pues, aquí todo lo dicho: si por tantas razones, ejemplos y experiencias nos consta que no se halla la felicidad y descanso que todos buscamos en el mundo sino en Dios, ¿por qué no la buscamos en Dios? Esto es lo que en breves palabras nos amonesta San Agustín, diciendo:
Cerca la mar y la tierra y anda por donde quieras, que a donde quiera que fueres serás miserable si no vas a Dios.

Fuente: Fray Luis de Granada O.P., Obra Selecta

El castillo interior (I)

Posted by: Laudem Gloriae

Castillo 01 (09)

Estando hoy suplicando a nuestro Señor hablase por mí, porque yo no atinaba a cosa que decir, se me ofreció lo que ahora diré: que es considerar nuestra alma como un castillo todo de un diamante o muy claro cristal, adonde hay muchos aposentos, así como en el cielo hay muchas moradas (Cf. Jn. 14, 2). Que si bien lo consideramos, hermanas, no es otra cosa el alma del justo sino un paraíso adonde dice Él tiene sus deleites (Cf. Prov. 8, 31). Pues ¿qué tal os parece que será el aposento adonde un Rey tan poderoso, tan sabio, tan limpio, tan lleno de todos los bienes se deleita? No hallo yo cosa con que comparar la gran hermosura de un alma y la gran capacidad; y verdaderamente apenas deben llegar nuestros entendimientos, por agudos que fuesen, a comprenderla, así como no pueden llegar a considerar a Dios, pues El mismo dice que nos crió a su imagen y semejanza.

No hay para qué nos cansar en querer comprender la hermosura de este castillo; porque puesto que hay la diferencia de él a Dios que del Criador a la criatura, pues es criatura, basta decir Su Majestad que es hecha a su imagen para que apenas podamos entender la gran dignidad y hermosura del ánima.
No es pequeña lástima y confusión que, por nuestra culpa, no entendamos a nosotros mismos ni sepamos quién somos. ¿No sería gran ignorancia, hijas mías, que preguntasen a uno quién es, y no se conociese ni supiese quién fue su padre ni su madre ni de qué tierra? Pues si esto sería gran bestialidad, sin comparación es mayor la que hay en nosotras cuando no procuramos saber qué cosa somos, sino que nos detenemos en estos cuerpos, y así a bulto, porque lo hemos oído y porque nos lo dice la fe, sabemos que tenemos almas. Mas qué bienes puede haber en esta alma o quién está dentro en esta alma o el gran valor de ella, pocas veces lo consideramos; y así se tiene en tan poco procurar con todo cuidado conservar su hermosura: todo se nos va en la grosería del engaste o cerca de este castillo, que son estos cuerpos.

Pues consideremos que este castillo tiene como he dicho muchas moradas, unas en lo alto, otras en bajo, otras a los lados; y en el centro y mitad de todas éstas tiene la más principal, que es adonde pasan las cosas de mucho secreto entre Dios y el alma.
…Ver que es posible en este destierro comunicarse un tan gran Dios con unos gusanos tan llenos de mal olor; y amar una bondad tan buena y una misericordia tan sin tasa.

Fuente: Cf. Santa Teresa de Jesús, Castillo Interior, Moradas primeras, Cap. 1.

Imitación de Cristo (IX)

Posted by: Corim

San José 15 (51)

Mucha paz tendríamos si no quisiéramos mezclarnos en lo dichos y hechos ajenos que no nos pertenecen. ¿Cómo quiere estar en paz mucho tiempo el que se mezcla en cuidados ajenos y se ocupa de cosas exteriores, y dentro de sí poco o tarde se recoge? Bienaventurados los sencillos, porque tendrán mucha paz.

¿Cuál fue la causa porque muchos santos fueron tan perfectos y contemplativos? Porque procuraron mortificarse totalmente en todos sus deseos terrenos; y por eso pudieron con lo íntimo de su corazón allegarse a Dios, y ocuparse libremente de sí mismos. Nosotros nos ocupamos mucho de nuestras pasiones y tenemos demasiado cuidado de las cosas transitorias. Y como pocas veces vencemos un vicio perfectamente, no nos alentamos para aprovechar cada día en la virtud; por eso permanecemos tibios y aun fríos.

Si estuviésemos perfectamente muertos a nosotros mismos y libres en lo exterior, entonces podríamos gustar las cosas divinas y experimentar algo de la contemplación celestial. El total, y el mayor impedimento es que, no estando libres de nuestras inclinaciones y deseos, no trabajamos por entrar en el camino de los santos. Y cuando alguna adversidad se nos ofrece, muy presto nos desalentamos y nos volvemos a las consolaciones humanas.

Fuente: Tomás de Kempis, De la Imitación de Cristo y menosprecio del mundo, libro I, cap. XI, Editorial LUMEN

La verdadera felicidad sólo se halla en Dios (III)

Posted by: Nycticorax

Millonarios 01 (01)

No hace al hombre bienaventurado la posesión de los bienes, sino el cumplimiento de sus deseos.
Lo cual divinamente explicó San Agustín en el libro
De moribus Ecclesiae por estas palabras: Según yo pienso, no se puede llamar bienaventurado el que no alcanzó lo que ama, de cualquier condición que sea lo amado. Ni tampoco es bienaventurado el que no ama lo que posee, aunque sea muy bueno lo poseído; porque el que desea lo que no puede alcanzar, padece tormento, y el que alcanza lo que no merecía ser deseado, padece engaño; y el que no desea lo que merece ser deseado, está enfermo. De donde se infiere que en la sola posesión y amor del sumo bien está nuestra bienaventuranza, y fuera de eso no puede estar. De suerte que estas tres cosas juntas: posesión, amor y sumo bien, hacen al hombre bienaventurado, fuera de las cuales nadie lo puede ser por mucho que posea.

Pues, si esto es así, con mucha razón podré ahora exclamar con el Profeta (Sal 4, 3), diciendo:
Hijos de los hombres, ¿hasta cuándo seréis de tan pesado corazón? ¿Por qué amáis la vanidad y buscáis la mentira? Muy bien dice vanidad y mentira. Porque si no hubiera en las cosas del mundo más que vanidad, que es ser nada, pequeño mal fuera éste; pero hay otro mayor, que es la mentira y la falsa apariencia, con que nos hacen creer que son algo siendo nada. Por lo cual dijo Salomón (Pr 31, 30): Engañosa es la gentileza y vana la hermosura. Pequeño mal fuera ser solamente vana si no fuera también engañosa. Porque la vanidad conocida poco mal puede hacer. Mas la que lo es y no lo parece, ésa es la que principalmente daña.

En lo cual se ve cuán grande hipócrita sea el mundo. Porque así como los hipócritas trabajan por encubrir las culpas que hacen, así los ricos del mundo por disimular las miserias que padecen. Los unos se nos venden por santos siendo pecadores, y los otros por bienaventurados siendo miserables. Si no, llégate más de cerca a tomar el pulso y meter la mano en el lago de esos que por de fuera parecen bienaventurados, y verás cuánto desdice eso que por de fuera parece de lo que dentro pasa.

Fuente: Fray Luis de Granada O.P., Obra Selecta

Imitación de Cristo (VIII)

Posted by: Corim

Charla café 01 (01)

Evita cuanto pudieres el bullicio de los hombres, pues mucho estorba el tratar de las cosas del mundo, aunque se haga con buena intención, porque presto somos amancillados y cautivos de la vanidad. Muchas veces quisiera haber callado, y no haber estado entre los hombres. Pero ¿Cuál es la causa porque tan de grado hablamos, y platicamos unos con otros, viendo cuán pocas veces volvemos al silencio sin daño de la conciencia? La razón es que por el hablar procuramos consolarnos unos con otros, y deseamos aliviar al corazón fatigado de pensamientos diversos; y de muy buena gana nos detenemos en hablar o pensar de las cosas que amamos, aún de las que tenemos por adversas.

Más, ¡oh dolor!, que esto se hace muchas veces vanamente y sin fruto; porque esta consolación exterior es de gran detrimento a la interior y divina. Por eso, velemos y oremos, no se nos pase el tiempo en balde. Si se puede y conviene hablar, sea de cosas edificantes. La mala costumbre, y la negligencia en aprovechar, ayuda a la poca guarda de nuestra lengua; pero no poco servirá para nuestro espiritual aprovechamiento la devota plática de cosas espirituales, especialmente cuando muchos de un mismo espíritu y corazón se juntan en Dios.

Fuente: Tomás de Kempis, De la Imitación de Cristo y menosprecio del mundo, libro I, cap. X, Editorial LUMEN

El camino de Santa Teresa

Posted by: Ioseph

Santa Teresa de Jesús 08 (09)

En el marco del V centenario del nacimiento de Santa Teresa de Ávila, en el día de su fiesta litúrgica, ofrecemos este fragmento tomado de sus escritos en el cual explica el gran camino para llegar a Dios que es la Humanidad santísima de Jesucristo.

Con tan buen amigo presente, con tan buen capitán que se puso en lo primero en el padecer, todo se puede sufrir: es ayuda y da esfuerzo; nunca falta; es amigo verdadero. Y veo yo claro, y he visto después, que para contentar a Dios y que nos haga grandes mercedes, quiere sea por manos de esta Humanidad sacratísima, en quien dijo Su Majestad se deleita.
Muy muy muchas veces lo he visto por experiencia. Hámelo dicho el Señor. He visto claro que por esta puerta hemos de entrar, si queremos nos muestre la soberana Majestad grandes secretos.

Este Señor nuestro es por quien nos vienen todos los bienes. Él le enseñará. Mirando su vida, es el mejor dechado.
¿Qué más queremos de un tan buen amigo al lado, que no nos dejará en los trabajos y tribulaciones, como hacen los del mundo? Bienaventurado quien de verdad le amare y siempre le trajere cabe sí.

Miremos al glorioso San Pablo, que no parece se le caía de la boca siempre Jesús, como quien le tenía bien en el corazón. Yo he mirado con cuidado, después que esto he entendido, de algunos santos, grandes contemplativos, y no iban por otro camino. San Francisco da muestra de ello en las llagas; San Antonio de Padua, el Niño; San Bernardo se deleitaba en la Humanidad; Santa Catalina de Sena... otros muchos que vuestra merced sabrá mejor que yo.

Con libertad se ha de andar en este camino, puestos en las manos de Dios. Si Su Majestad nos quisiere subir a ser de los de su cámara y secreto, ir de buena gana.
Siempre que se piense de Cristo, nos acordemos del amor con que nos hizo tantas mercedes y cuán grande nos le mostró Dios en darnos tal prenda del que nos tiene; que amor saca amor.

Procuremos ir mirando esto siempre y despertándonos para amar; porque si una vez nos hace el Señor merced que se nos imprima en el corazón este amor, sernos ha todo fácil y obraremos muy en breve y muy sin trabajo.

Fuente: Santa Teresa de Jesús, Libro de la Vida

La verdadera felicidad sólo se halla en Dios (II)

Posted by: Nycticorax

Reloj de sol 01 (02)

Y para que aun más claro entiendas esto, ponte a mirar una aguja de un reloj de sol, porque allí veras representada esta filosofía tan necesaria. La naturaleza de esta aguja, después de tocada con la piedra imán, es mirar al norte: porque Dios, que crió esta piedra, le dio esta natural inclinación, que siempre mire a este lugar. Y verás por experiencia qué desasosiego tiene consigo y qué de veces se vuelve y revuelve hasta que endereza la punta a él; y esto hecho, luego para y queda fija como si la fijaras con clavos.

Pues así has de entender que crió Dios al hombre con esta natural inclinación, y respecto a Él, como a su norte, y a su centro, y a su último fin; y, por tanto, mientras fuera de él estuviere, siempre estará como aquella aguja, inquieto y desasosegado, aunque posea todos los tesoros del mundo. Más volviéndose a Él, luego reposará, como ella reposa: porque ahí tiene todo su descanso. De lo cual se infiere que sólo será bienaventurado aquel que poseyere a Dios, y estará más cerca de ser bienaventurado aquel que más cerca estuviere de Dios. Y porque los justos en esta vida están más cerca de Él, ellos son los más bienaventurados, aunque su bienaventuranza no la conoce el mundo.

Más porque este engaño es tan grande y tan universal, añadiré aún otra razón no menos eficaz que las pasadas, por la cual vean los amadores del mundo cuán imposible sea hallar en él la felicidad que desean.

Para lo cual has de presuponer, lo que es muy notorio, que muchas más cosas se requieren para que una cosa sea perfecta que para ser imperfecta; porque para ser perfecta requiérese que tenga todas las perfecciones juntas, mas para ser imperfecta basta que tenga una sola imperfección. Pues de esta manera has de presuponer que para que uno tenga perfecta felicidad requiérese que tenga todas las cosas a su gusto, y si una sola tiene a su disgusto, ésta es parte más para hacerlo miserable que todas las otras bienaventurado. He visto yo muchas personas en grandes estados y con muchos cientos de renta. Las cuales con todo esto vivían la más triste vida del mundo, porque mayor tormento les daba una cosa muy deseada que no alcanzaban que contentamiento todo cuanto poseían. Porque, sin duda, todo cuanto se posee no consuela tanto cuanto un solo apetito de éstos atormenta, como una espina hincada por el corazón, porque no hace al hombre bienaventurado la posesión de los bienes, sino el cumplimiento de sus deseos.

Fuente: Fray Luis de Granada O.P., Obra Selecta

Imitación de Cristo (VII)

Posted by: Corim

Sepulcro de Tomás de Kempis 01 (01)
Sepulcro de Tomás de Kempis

Bueno es que alguna vez nos sucedan cosas adversas y contratiempos, porque suelen atraer al hombre a su interior para que conociéndose desterrado, no ponga su esperanza en cosa alguna del mundo. Bueno es que padezcamos a veces contradicciones, y que sientan de nosotros mal e imperfectamente, aunque hagamos bien y tengamos buena intención. Estas cosas de ordinario ayudan a la humildad, y nos defienden de la vanagloria; porque entonces buscamos a Dios por testigo exterior, cuando por de fuera somos despreciados de los hombres y no nos dan crédito.

Por eso debía uno afirmarse de tal manera en Dios, que no le fuese necesario buscar muchas consolaciones humanas. Cuando el hombre de buena voluntad es atribulado, o tentado, o afligido con malos pensamientos, entonces conoce tener de Dios mayor necesidad, experimentando que sin él no puede nada bueno. Entonces le es molesta la vida larga, y desea llegue la muerte para ser desatado de este cuerpo y unirse con Cristo. Entonces también conoce que no puede haber en el mundo seguridad perfecta, ni paz cumplida.

Fuente: Tomás de Kempis, De la Imitación de Cristo y menosprecio del mundo, libro I, cap. XII, Editorial LUMEN

La verdadera felicidad sólo se halla en Dios (I)

Posted by: Nycticorax

Felicidad en Dios 01 (01)

La verdadera felicidad y descanso se halla sólo en Dios. Y probaremos esta tan importante verdad por la luz de la razón.
Para lo cual es de saber que ninguna criatura puede tener perfecto contentamiento hasta llegar a su último fin, que es a la última perfección que según su naturaleza le conviene. Porque mientras no llegare aquí, necesariamente ha de estar inquieta y descontenta, como quien se siente necesitado de lo que le falta.

Pregunto, pues, ahora: ¿cuál es el último fin del hombre, en cuya posesión está su felicidad, que es lo que los teólogos llaman su bienaventuranza objetiva? No se puede negar sino que ésta es Dios, el cual así como es su primer principio, así es su último fin: y así como es imposible haber dos primeros principios, así lo es haber dos últimos fines, porque eso sería haber dos dioses. Pues si sólo Dios es el último fin del hombre y su última bienaventuranza, y dos últimos fines y bienaventuranzas es imposible que haya, luego fuera de Dios imposible es hallar bienaventuranza.

Porque, sin duda, así como el guante se hizo para la mano y la vaina para la espada, por lo cual para ningunos otros usos vienen bien estas cosas sino para éstos, así el corazón humano, criado para Dios, en ninguna cosa puede hallar descanso sino en Dios. Con Él sólo estará contento, y fuera de Él, pobre y necesitado. La razón de esto es porque como el principal sujeto de la bienaventuranza sean el entendimiento y la voluntad del hombre, que son las dos más nobles potencias que hay en él, mientras éstas estuvieren inquietas, no puede él estar sosegado y quieto.

Pues cierto es que estas dos potencias en ninguna manera pueden estar quietas sino con sólo Dios. Porque, como dice Santo Tomás, no puede nuestro entendimiento entender ni saber tantas cosas que no le quede habilidad y deseo natural por saber más, si hubiere más que saber. Y asimismo no puede nuestra voluntad amar ni gozar de tantos bienes que no le quede virtud y capacidad para más, si más le dieren. Y, por tanto, nunca reposarán estas dos potencias hasta hallar un objeto universal en quien estén todas las cosas: el cual una vez conocido y amado, ni le quedan más verdades que saber ni más bienes de que gozar.

De aquí nace que ninguna cosa criada, aunque sea la posesión de todo el mundo, basta para dar hartura a nuestro corazón, sino sólo aquel para quien fue creado, que es Dios. Y así escribe Plutarco de un soldado que llegó de grado en grado a ser emperador, y como se viese en este estado tan deseado y no hallase el contentamiento que deseaba, dijo:
“En todos los estados he vivido y en ninguno he hallado contentamiento”. Porque claro está que lo que fue creado para sólo Dios no había de hallar reposo fuera de Dios.

Fuente: Fray Luis de Granada O.P., Obra Selecta

Cuán falsa y engañosa es la felicidad de este mundo (VIII)

Posted by: Nycticorax

Falsedad 01 (01)

f) La felicidad de este mundo parece lo que no es y promete lo que no da: Estos y muchos otros son los tributos y contrapesos con que esta miserable felicidad del mundo está acompañada, para que veas cuánto más hiel que miel y cuánto más acíbar que azúcar trae consigo. Dejo aquí de contar otros muchos males que tiene. Porque además de ser esta felicidad y suavidad tan breve y tan miserable, es también sucia, porque hace a los hombres carnales y sucios; es bestial, porque los hace bestiales; es loca, porque los hace locos y los saca muchas veces de juicio; es inestable, porque nunca permanece en un mismo ser; es, finalmente, infiel y desleal, porque al mejor tiempo nos falta y deja en el aire.

Mas un solo mal no dejaré de contar, que por ventura es el peor de todos, que es ser falsa y engañosa, porque parece lo que no es y promete lo que no da, y con esto trae en pos de sí perdida la mayor parte de la gente. Porque así como hay oro verdadero y oro falso, y piedras preciosas verdaderas, y falsas que parecen preciosas y no lo son, así también hay bienes verdaderos y falsos, felicidad verdadera y falsa, que parece felicidad y no lo es, y tal es la de este mundo, y por esto nos engaña con esta muestra disfrazada. Porque, así como dice Aristóteles que muchas veces acaece haber algunas mentiras que, con ser mentiras, tienen más apariencia de verdad que las mismas verdades, así realmente, lo que es mucho para notar, hay algunos males que, con ser verdaderos males, tienen más apariencia de bienes que los mismos bienes, y tal es sin duda la felicidad del mundo; y por esto se engañan con ella los ignorantes, como se engañan los peces y las aves con el señuelo que les ponen delante.

Porque ésta es la condición de las cosas corporales, que luego se nos ofrecen con un alegre semblante y con un rostro lisonjero y halagüeño, que nos promete alegría y contentamiento; mas después que la experiencia de las cosas nos desengaña, luego sentimos el anzuelo debajo del señuelo y vemos claramente que no era oro todo lo que relucía.

Fuente: Fray Luis de Granada O.P., Obra Selecta

Imitación de Cristo (VI)

Posted by: Corim

San Francisco de Borja 01 (02b)
San Francisco de Borja ante el cadáver de la Emperatriz Isabel de Portugal

Vano es el que pone su esperanza en los hombres o en las criaturas. No te avergüences de servir a otros por amor de Jesucristo y parecer pobre en este mundo. No confíes de ti mismo, mas pon tu parte y Dios favorecerá tu buena voluntad. No confíes en tu ciencia, ni en la astucia de ningún viviente, sino en la gracia de Dios, que ayuda a los humildes y abate a los presuntuosos.

Si tienes riquezas no te gloríes de ellas, ni en los amigos, aunque sean poderosos; sino en Dios que todo lo da, y sobretodo desea darse a sí mismo. No te alucines por la lozanía y hermosa disposición de tu cuerpo, que con una pequeña enfermedad se destruye y afea. No tomes contentamiento de tu habilidad o ingenio, porque no desagrades a Dios, de quién proviene todo bien natural que poseyeres.

No te estimes por mejor que los demás, porque no seas quizá tenido por peor delante de Dios, que sabe lo que hay en el hombre. No te ensoberbezcas de tus obras buenas, porque son muy distintos los juicios de Dios de los de los hombres, al cual muchas veces desagrada lo que a ellos contenta.
Si algo bueno hay en ti piensa que son mejores los otros, pues así conservarás la humildad. No te daña si te pospones a los demás, pero es muy dañoso si te antepones a uno solo. Continua paz tiene el humilde; más en el corazón del soberbio hay emulación y saña muchas veces.

Fuente: Tomás de Kempis, De la Imitación de Cristo y menosprecio del mundo, libro I, cap. VII, Editorial LUMEN

Cuán falsa y engañosa es la felicidad de este mundo (VII)

Posted by: Nycticorax

Caverna 01 (01)

Y vistas todas estas cosas entenderás luego con cuánta razón dijo el Profeta: “El Señor se puso a mirar desde el cielo sobre los hijos de los hombre, para ver si había quien conociese a Dios o le buscase; mas todos habían prevaricado y hecho inútiles, y no había quien hiciese bien, ni sólo uno” (Sal 13, 1). Y no menos se queja por el profeta Oseas (4, 1), diciendo que ni había misericordia, ni verdad, ni conocimiento de Dios en la tierra; sino que las malicias, y las mentiras, y los hurtos, y los homicidios, y los adulterios se habían extendido por toda ella, y que una sangre caía sobre otra sangre y una maldad sobre otra maldad.

Finalmente, para que más claro veas qué tal está el mundo, pon los ojos en la cabeza que lo gobierna, y por ahí entenderás cuál estará lo gobernado. Porque si es verdad que el príncipe de este mundo, esto es, de los malos, es el demonio, como dice Cristo, ¿qué se puede esperar del cuerpo donde tal es la cabeza y de la república donde tal es el gobernador? Sólo esta razón basta para darte a entender qué tal está el mundo y cuáles los amadores de él.

Pues ¿qué será luego este mundo, sino una cueva de ladrones, un ejército de salteadores, un revolcadero de puercos, una galera de forzados, un lago de serpientes y basiliscos? Pues si tal es el mundo como esto, ¿por qué no desampararé yo, dice un filósofo, un lugar tan feo, tan sucio, tan lleno de traiciones, de engaños y maldades, donde apenas hay lealtad, ni piedad, ni justicia; donde todos los vicios reinan, donde el hermano arma emboscada a su hermano, donde el hijo desea la muerte de su padre, el marido de la mujer, y la mujer del marido; donde tan pocos son los que no roben o engañen, pues muchos, así de los grandes como de los pequeños, debajo de honestos nombres hurtan y roban; y donde finalmente tantos fuegos arden de codicia, de lujuria, de ira, de ambición y de otros infinitos males?

Pues ¿quién no deseará huir de tal mundo? Lo deseaba, cierto, aquel profeta (Jer 9, 2), que decía: “
¡Quién me llevase a un desierto, o a algún lugar apartado de caminantes, para verme libre de la compañía de este pueblo, porque todos son adúlteros y turbas de prevaricadores!” Esto que hasta aquí se ha dicho, generalmente pertenece a los malos, aunque no se puede negar haber en todos los estados muchos buenos en el mundo, por los cuales lo sustenta Dios.

Consideradas, pues, estas cosas, mira cuánta razón tienes de aborrecer una cosa tan mala, donde, si te abriese Dios los ojos, verías más demonios y más pecados que las partículas que se ven a través de los rayos del sol. Y con esto crezca en ti el deseo de verte fuera de él, a lo menos con el espíritu, suspirando con el Profeta (Sal 54, 6) y diciendo:
“¿Quién me dará alas como de paloma, y volaré, y descansaré?”

Fuente: Fray Luis de Granada O.P., Obra Selecta

Cuán falsa y engañosa es la felicidad de este mundo (VI)

Posted by: Nycticorax

Pecado 01 (01)

d) Por la ceguedad y tinieblas en que vivimos: A esta muchedumbre de lazos y peligros se añade otra miseria que los hace mayores, que es la ceguedad y tinieblas de los mundanos, la cual convenientísimamente es figurada por aquellas tinieblas de Egipto (Ex 10, 21), las cuales eran tan espesas, que se podían palpar con las manos y que en aquellos tres días que duraron ninguno se movió del lugar donde estaba, ni vio al prójimo que al lado de sí tenía. Tales son, por cierto, y mucho más palpables, las tinieblas que el mundo padece. Si no, discurriendo ahora por las cegueras y desatinos de él, dime: ¿qué mayor ceguedad que creer los hombres lo que creen y vivir de la manera que viven? ¿Qué mayor ceguedad que hacer tanto caso de los hombres y tan poco de Dios, tener tanta cuenta con las leyes del mundo y tan pocas con las de Dios; trabajar tanto por este cuerpo, que es una bestia bruta, y tan poco por el alma, que es imagen de la Majestad divina; atesorar tanto para esta vida, que mañana se ha de acabar, y no recoger nada para la otra, que para siempre ha de durar; hacerse pedazos por los intereses de la tierra y no dar un paso por los bienes del cielo?

¿Qué mayor ceguedad que, sabiendo tan cierto que hemos de morir y que en aquella hora se ha de determinar lo que para siempre ha de ser de nuestra vida, vivamos tan descuidados como si siempre hubiéramos de vivir? Porque ¿qué menos hacen los malos habiendo de morir mañana que si hubieran de vivir para siempre? ¿Qué mayor ceguedad que, por la golosina de un apetito, perder el derecho del cielo; tener tanta cuenta con la hacienda y tan poca con la conciencia; querer que todas tus cosas sean buenas y no querer que tu propia vida lo sea?

De estas ceguedades hallarás tantas en el mundo, que te parecerá estar los hombres como encantados y hechizados de tal manera que teniendo ojos no ven y teniendo oídos no oyen, y teniendo la vista más aguda que de linces para ver las cosas de la tierra, la tienen más que de topos para ver las cosas del cielo; como en figura acaeció a San Pablo cuando iba a perseguir la Iglesia, el cual, después que fue derribado en tierra, abiertos los ojos, ninguna cosa veía. Pues así acaece a estos miserables que, teniendo los ojos tan abiertos para las cosas del mundo, los tengan tan cerrados para las cosas de Dios.

Fuente: Fray Luis de Granada O.P., Obra Selecta

Cuán falsa y engañosa es la felicidad de este mundo (V)

Posted by: Nycticorax

Jesus 20 (26b)

e) Por la muchedumbre de pecados e injusticias que nos rodean: Pues habiendo en el mundo tantas tinieblas y lazos como hemos dicho, ¿qué se puede esperar de aquí sino caídas y pecados? Este es el sumo mal de los males del mundo y el que más nos debiera mover a aborrecerlo.
Y así, con sola esta consideración, pretende San Cipriano inducir a un amigo suyo al menosprecio del mundo. Para lo cual finge que lo sube consigo a un monte muy alto, en donde se vea todo el mundo, y desde allí le va mostrando como con el dedo todos los mares y tierras y todas las plazas y tribunales, llenos de mil maneras de pecados e injusticias que en cada parte hay, para que, vistos casi con los ojos tantos y tan grandes males como hay en el mundo, entienda cuánto debe ser aborrecido y cuánto debe a Dios, porque de Él lo sacó.

Pues conforme a esta consideración sube tú ahora, hermano, a este mismo monte, y extiende un poco los ojos por las plazas, por los palacios, por las audiencias y oficinas del mundo, y verás ahí tantas maneras de pecados, tantas mentiras, tantas calumnias, tantos engaños, tantos perjurios, tantos robos, tantas envidias, tantas lisonjas, tanta vanidad y, sobre todo, tanto olvido de Dios y tanto menosprecio de la propia salvación, que no podrás dejar de maravillarte y quedar atónito de ver tanto mal.

Verás la mayor parte de los hombres vivir como bestias brutas, siguiendo el ímpetu de sus pasiones, sin tener en cuenta ni ley de justicia ni de razón más que la que tendrían los gentiles, que ningún conocimiento tienen de Dios ni piensan que hay más que nacer y morir.
Verás maltratados los inocentes, perdonados los culpables, menospreciados los buenos, honrados y sublimados los malos; verás los pobres y humildes abatidos, y poder más en todos los negocios el favor que la virtud.

Verás vendidas las leyes, despreciada la verdad, perdida la vergüenza, pervertidas las artes, adulterados los oficios y corrompidos en muy gran parte los estados.
Verás a muchos perversos y merecedores de grandes castigos, los cuales con hurtos, con engaños y con otras malas maneras vinieron a tener grandes riquezas y a ser alabados y temidos de todos. Y verás así a éstos como a otros que apenas tienen más que la figura de hombres puestos en grandes oficios y dignidades.
Y finalmente verás en el mundo amado y adorado el dinero más que Dios y muy gran parte de las leyes divinas y humanas corrompidas por él; y en muchos lugares no queda ya de la justicia más que sólo el nombre de ella.

Fuente: Fray Luis de Granada O.P., Obra Selecta

Las grandezas de María

Posted by: Ioseph

Virgen María 05 (17b)
Nacimiento de la Virgen María

Dios Padre creó un depósito de todas las aguas y lo llamó mar.
Creó un depósito de todas las gracias y lo llamó María.
El Dios omnipotente posee un tesoro o almacén riquísimo en el que ha encerrado lo más hermoso, refulgente, excelente y precioso que tiene, incluido su propio Hijo. Este inmenso tesoro es María, a quien los santos llaman el tesoro del Señor, de cuya plenitud se enriquecen los hombres.
 
Dios Hijo comunicó a su Madre cuanto adquirió mediante su vida y muerte, sus méritos infinitos y virtudes admirables, y la constituyó tesorera de todo cuanto el Padre le dio en herencia. Por medio de Ella aplica sus méritos a sus miembros, les comunica virtudes y les distribuye sus gracias. María constituye su canal misterioso, su acueducto, por el cual hace pasar suave y abundantemente sus misericordias.
 
Dios Espíritu Santo comunicó a su fiel Esposa, María, sus dones inefables y la escogió por dispensadora de cuanto posee. De manera que Ella distribuye a quien quiere, cuanto quiere, como quiere y cuando quiere todos sus dones y gracias. Y no se concede a los hombres ningún don celestial que no pase por sus manos virginales. Porque tal es la voluntad de Dios que quiere que todo lo tengamos por María. Y porque así será enriquecida, ensalzada y honrada por el Altísimo la que durante su vida se empobreció, humilló y ocultó hasta el fondo de la nada por su humildad. Estos son los sentimientos de la iglesia y de los Santos Padres.
 
La autoridad que Dios le confirió es tan grande que parece como si tuviera el mismo poder de Dios y que sus plegarias y súplicas son tan poderosas ante Dios que valen como mandatos ante la divina Majestad. La cual no desoye jamás las súplicas de su querida Madre, porque son siempre humildes y conformes a la voluntad divina.

Fuente: San Luis María Grignion de Montfort, Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen

Cuán falsa y engañosa es la felicidad de este mundo (IV)

Posted by: Nycticorax

Borrachos 01 (01)

c) Por los lazos y peligros que nos rodean: Y si no hubiese en el mundo más que solas penas y trabajos de cuerpo, no sería tanto para temer, mas no sólo hay en él trabajos de cuerpo, sino también peligros de alma, que son mucho más para sentir, porque tocan más en lo vivo.
Y éstos son tantos, que dijo el Profeta: “
Lloverá Dios lazos sobre los pecadores” (Sal 10, 7). Pues ¿qué tantos lazos te parece que veía en el mundo quien los comparaba con las gotas de agua que caen del cielo? Y dice señaladamente sobre los pecadores, porque como éstos tienen tan poca guarda en el corazón y en los sentidos, y tan poco cuidado de huir las ocasiones de los pecados, y tan poco estudio en proveerse de espirituales remedios, y, sobre todo esto, andan en medio de los fuegos del mundo, ¿cómo pueden dejar de andar entre infinitos peligros?

Pues por esta muchedumbre de peligros dice que lloverá sobre los pecadores lazos. Lazos en la mocedad y lazos en la vejez; lazos en las riquezas y lazos en la pobreza; lazos en la honra y lazos en la deshonra; lazos en la compañía y lazos en la soledad; lazos en las adversidades y lazos en las prosperidades, y, finalmente, lazos para todos los sentidos del hombre: para los ojos, para los oídos, para la lengua y para todo lo demás.
Finalmente, tantos son los lazos, que da voces el Profeta diciendo:
“Lazo sobre ti, morador de la tierra”.
Y si nos abriese Dios un poco los ojos, como los abrió a San Antonio Abad, veríamos a todo el mundo lleno de lazos trabados unos con otros y exclamaríamos con él, diciendo: ¡Oh! ¿Quién escapará de tanto lazo? Y de aquí nace perecer tantas almas como cada día perecen, pues, como llora San Bernardo, en el mar de Marsella, de diez barcos apenas se pierde uno; mas en el mar de este mundo, de diez almas apenas se salva una.

¿Quién, pues, no temerá un mundo tan peligroso? ¿Quién no procurará huir de tanto lazo? ¿Quién no temblará de andar descalzo entre tantas serpientes, desarmado entre tantos enemigos, desproveído entre tantas ocasiones de pecados y sin medicina entre tantas ocasiones de enfermedades mortales? ¿Quién no trabajará por salir de este Egipto? ¿Quién no huirá de está Babilonia? ¿Quién no procurará escaparse de las llamas de Sodoma y Gomorra y salvarse en el monte de la buena vida?
Pues estando el mundo lleno de tantos lazos y despeñaderos y ardiendo en tantos vicios, ¿quién se tendrá por seguro?
¿Andará, dice el Sabio (Pr 6, 27), alguno sobre las brasas sin que se les quemen las plantas y esconderá fuego en su seno sin que ardan sus vestiduras? Cierto está, dice el Sabio, que el que toca la pez se ha de ensuciar en ella, y así, el que trata con soberbios corre peligro de hacerse uno de ellos.

Fuente: Fray Luis de Granada O.P., Obra Selecta