Esta devoción fue una de las prácticas reveladas por Nuestro Señor a Santa Margarita María de Alacoque en el marco de las apariciones del Sagrado Corazón de Jesús. El Señor prometió a quienes la cumplieran con devoción la gracia de morir en estado de gracia, lo que incluye el perdón de los pecados y la perseverancia final. La devoción consiste en recibir la Sagrada Comunión en estado de gracia, con fervor y reparación, durante nueve primeros viernes consecutivos de mes.
Origen de la devoción
En la revelación del Sagrado Corazón a Santa Margarita, Jesús le expresó el gran dolor que sentía por la frialdad y los ultrajes que recibía de tantas almas, incluso de las consagradas. Como acto de reparación, pidió que se difundiera esta práctica de comulgar los primeros viernes de mes durante nueve meses seguidos, en reparación por los pecados cometidos contra Su Sagrado Corazón.
Jesús le hizo esta promesa a Santa Margarita:
“Yo prometo, en la excesiva misericordia de mi Corazón, que mi amor todopoderoso concederá a todos aquellos que comulguen nueve primeros viernes de mes consecutivos, la gracia de la penitencia final: no morirán en mi desgracia ni sin recibir los Sacramentos; mi divino Corazón será su refugio seguro en aquel último momento”.
Cómo hacer la devoción de los nueve primeros viernes
Para practicarla correctamente, deben cumplirse las siguientes condiciones:
1. Recibir la Sagrada Comunión:
Se debe recibir la Eucaristía el primer viernes de cada mes durante nueve meses consecutivos. Esta es una de las condiciones fundamentales. Si se interrumpe un mes, la práctica debe comenzar de nuevo.
2. Estar en estado de gracia:
Es imprescindible estar en estado de gracia al comulgar. Si se está en pecado mortal, se debe primero hacer una buena confesión sacramental antes de recibir la Comunión.
3. Recibir la Comunión con devoción y espíritu de reparación:
La Comunión debe recibirse con un espíritu de reparación y amor por las ofensas cometidas contra el Sagrado Corazón de Jesús. Esto implica hacer un acto de ofrecimiento, pidiendo perdón por los pecados propios y de todo el mundo, y ofreciendo la Comunión como una reparación amorosa.
4. Oración personal y recogimiento:
Se recomienda, además de la Misa y Comunión, dedicar un tiempo de oración personal en el que se medite sobre el amor del Sagrado Corazón y las ofensas que recibe. Muchas veces, se invita a acompañar la devoción con la Hora Santa, es decir, una hora de adoración ante el Santísimo Sacramento, recordando la agonía de Jesús en el Huerto de los Olivos.
5. Confianza en la misericordia del Sagrado Corazón:
La devoción debe hacerse con una confianza profunda en el amor y la misericordia de Jesús, buscando consolar Su Corazón por los pecados del mundo y con la firme intención de enmendar la propia vida.
Fines y frutos de la devoción
El principal objetivo de esta devoción es reparar el amor ultrajado del Corazón de Jesús, particularmente por el pecado y la indiferencia de los hombres. Al consolar a Cristo por medio de la recepción fervorosa de la Eucaristía, las almas participan de Su sacrificio redentor.
Los frutos de esta devoción son abundantes para quien la practica con amor y fervor. Entre los principales frutos están:
Crecimiento en el amor a la Eucaristía, que es la expresión más grande del amor del Sagrado Corazón por nosotros.
Conversión de vida: Al recibir la Comunión con devoción y reparando por los pecados, el alma se va transformando y apartando del pecado.
La gracia de la perseverancia final, según la promesa de Jesús: morir en estado de gracia y obtener la salvación.
Cómo conviene hacerla
1. Prepararse espiritualmente: Es importante que, desde el comienzo del ciclo de los nueve primeros viernes, se busque mantener una vida de oración constante y frecuente recepción de los Sacramentos, especialmente la Confesión y la Comunión. Si bien la promesa es un gran incentivo, no debe entenderse como una fórmula mágica, sino como una ayuda para crecer en la devoción y el amor al Corazón de Cristo.
2. Meditar en los misterios de la Pasión y el amor de Jesús: Dado que esta devoción está centrada en la reparación de las ofensas al Sagrado Corazón, es muy fructuoso acompañarla con meditaciones sobre la Pasión de Cristo, su amor inmenso por la humanidad y las ingratitudes que recibe.
3. Participar en la Misa con gran devoción: La Misa es el centro de esta devoción. Durante los nueve primeros viernes, conviene asistir a la Misa y comulgar con una conciencia viva de estar uniéndose al sacrificio de Cristo. Se pueden ofrecer oraciones personales, como el acto de consagración al Sagrado Corazón.
4. Confesarse con frecuencia: Aunque no es estrictamente necesario confesarse todos los primeros viernes si no hay pecado mortal, es muy recomendable hacerlo con cierta regularidad para recibir con mayor pureza y fervor la Eucaristía.
5. Fomentar la devoción en el hogar: Para quienes viven en familia, sería ideal animar a los seres queridos a unirse en la devoción, y si es posible, rezar juntos en reparación al Sagrado Corazón, fomentando también la entronización de Su imagen en el hogar como signo de su reinado en la vida familiar.
Esta práctica, bien llevada, no solo consuela al Sagrado Corazón de Jesús, sino que purifica al alma, la llena de gracia, y la prepara para una mayor unión con Cristo. Además, el hecho de hacerlo durante nueve meses consecutivos ayuda a formar en la persona un hábito devocional profundo y constante.
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