
Fragmento:
“Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. La pureza del corazón no se limita solo a la castidad, sino que implica un corazón libre de apegos desordenados y de todo aquello que nos aparta de Dios.”
— San Bernardo de Claraval, Sermón sobre las bienaventuranzas, cap. 5.
Reflexión:
La pureza del corazón es una virtud que nos permite ver a Dios en nuestras vidas y en el mundo. Un corazón puro es aquel que no se deja llevar por el egoísmo ni por las pasiones desordenadas, sino que busca agradar a Dios en todo. Hoy, pidamos la gracia de la pureza de corazón, para que nuestras intenciones, pensamientos y deseos estén siempre alineados con la voluntad de Dios.
Descubre más desde ARCADEI
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.