Fragmento:
“Aquellos que aman a Cristo no pueden evitar amar también su cruz. Porque, en la cruz, Él nos mostró el mayor amor, entregando su vida por nuestra salvación. La cruz es, pues, el camino seguro hacia el Cielo, y cuanto más la abrazamos, más cerca estamos de Cristo.”
— San Francisco de Sales, Introducción a la vida devota, cap. 12.
Reflexión:
El amor a la cruz es una señal del verdadero discípulo de Cristo. Aunque la cruz implique sufrimiento, en ella encontramos el sentido profundo del amor y la redención. Al abrazar nuestras cruces cotidianas con fe y amor, participamos del sacrificio redentor de Cristo. Hoy, pidamos la gracia de aceptar con humildad nuestras cruces, sabiendo que a través de ellas estamos más cerca de la gloria de la resurrección.
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