Publicado por: Servus Cordis Iesu
En la unión conyugal el hombre es cabeza de la mujer y, de ordinario, la supera en fuerza y en vigor.
Vuestra perfección de jefes de familia no consiste solamente en la realización de los trabajos pertinentes a vuestra profesión, a vuestro oficio, a vuestro arte particular, dentro o fuera de la casa; en la misma, que es el dominio de vuestra mujer, tenéis también una activa parte que realizar. Vosotros, más fuertes; vosotros, frecuentemente más hábiles en el uso de los instrumentos y de las herramientas; vosotros, en el arreglo de vuestra casa, encontraréis lo primero de todo y, en muchos pequeños trabajos, tiempo y lugar para cosas que son más propias del hombre que de la mujer. No serán faenas y quehaceres como los de vuestro oficio, oficina o taller donde soléis ir, ni serán tampoco indignos de vuestra dignidad: serán, sin embargo, una participación cuidadosa en las atenciones de vuestra mujer, sobrecargada, con frecuencia, de cuidados y de trabajos; un echar una mano amigablemente para levantar un peso, que será para ella una ayuda y para vosotros casi una distracción y un cambiar de ocupación.
Uno de los grandes beneficios sociales de los tiempos pasados fue aquel trabajo a domicilio, entonces tan común aún entre los hombres, que unía al marido y a la mujer en un mismo trabajo, uno junto a otro, en una misma casa, junto al hogar de los hijos. Pero el progreso de la técnica, el gigantesco engrandecerse de las fábricas y de las oficinas, el dominador multiplicarse de toda clase de máquinas han hecho hoy tal trabajo doméstico muy raro fuera del campo y, muchas veces, han obligado y separado al uno del otro a los padres y les han arrastrado lejos de los hijos durante muchas horas del día… Pero, por muy imperiosa que pueda ser, ¡oh hombres!, la ocupación de aquel trabajo que os entretiene gran parte del día lejos de las personas amadas, Nos no dudamos de que al fervor de vuestro afecto le quedarán todavía fuerzas, habilidad y cuidado para los pequeños servicios domésticos, que os procurarán la más cordial y benévola gratitud cuanto más se note que lo hacéis superando todo el cansancio y el deseo de reposo, gracias a aquella condescendencia para ayudar también en las pequeñas necesidades de la familia, que une a todos en el procurárselos y gozar sus bienes.
Sigue leyendo