La modestia cristiana

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Dado el mundo en que vivimos ahora: un mundo de materialismo y lleno de todo tipo de vanidades, es oportuno tratar sobre la modestia. Lamentablemente, cuando hablamos de la modestia la gente piensa inmediatamente que es algo que atañe solamente a las mujeres en su manera de vestir. Pero no es así en la realidad, porque vemos como también los hombres pueden escandalizar a las mujeres con su manera de vestir. Además, los hombres tienen un gran papel en la propagación de la modestia. Los papás que son hombres, supuestamente educadores de sus hijos, deben educar a sus hijos en la manera correcta de vestir. Nosotros hombres, que tenemos hermanas o hermanitas, ¿acaso no tenemos la obligación de corregirlas cuando usan ropas provocativas o ropas que no son suficientemente modestas? 

El Mensaje de la Virgen de Fátima

“Más almas se van al infierno por pecados de la carne (es decir, pecados en contra del 6º y 9º mandamientos) que por cualquier otra razón”. Nuestra Señora de Fátima le dijo a Jacinta, “Se introducirán ciertas modas que ofenderán gravemente a Mi Hijo”. Jacinta también dijo, “Las personas que sirven a Dios no deberían seguir las modas. La Iglesia no tiene modas; Nuestro Señor es siempre el mismo”.

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Domingo VII después de Pentecostés

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Oh Dios, cuya providencia no se engaña en sus disposiciones: suplicámoste humildemente apartes todo lo dañoso, y nos concedas cuanto pueda aprovecharnos.

Lección de la Epístola del Ap. S. Pablo a los Romanos (VI, 19-23) 

Hermanos: Lo digo humanamente, por la flaqueza de vuestra carne: que, así como pusisteis vuestros miembros al servicio de la inmundicia y de la iniquidad, para la iniquidad, así pongáis ahora vuestros miembros al servicio de la justicia, para la santificación. Porque, cuando erais siervos del pecado, estabais libres de la justicia. Y ¿qué fruto sacasteis entonces de aquellas cosas de que ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es la muerte. Pero ahora, libertados del pecado, y hechos siervos de Dios, tenéis por fruto vuestro la santificación, y por fin la vida eterna. Porque el pago del pecado es la muerte. En cambio, la gracia de Dios es la vida eterna, en Jesucristo, nuestro Señor. 

La vida del bautizado, que le viene de su unión con Nuestro Señor Jesucristo por la fe, es la paz con Dios, la alegría y la libertad. Es dos veces libertad: por razón de lo que el bautismo destruye, y por razón de lo que edifica en nosotros. Para comprender esto, importa definir bien lo que es la libertad, y su contraria la servidumbre. Vivo en servidumbre cuando estoy sujeto bajo la dependencia de quien no debo; cuando el tirano ejerce en mis miembros exteriores violencia; cuando me asocia, a pesar mío, a sus obras malvadas, mientras una parte de mí, la más alta, protesta contra las bajezas que ejecuta su poder despótico. Entonces verdaderamente sí que es servidumbre. Pero cuando vivo bajo la dependencia de quien debo; cuando el poder que se ejerce sobre mí, obra íntimamente, se dirige a la inteligencia y a la voluntad; cuando me hace trabajar con él en obras nobles y dignas; cuando me asocia al trabajo de Dios mismo, y bajo su influencia interior, me hace colaborar en un programa de sana moralidad; cuando estoy persuadido que no sólo Dios, sino todo lo más elevado de mi alma aplaude la obra que juntos ejecutamos Dios y yo, llamadlo servidumbre si queréis, pero para mí es la suprema libertad, una liberación absoluta. Ser dócil a la inteligencia, es libertad; ser dócil a la inteligencia de Dios, es la más absoluta libertad que existe. 

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Domingo II después de Pentecostés

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Haz, Señor, que tengamos a la vez el perpetuo temor y amor de tu nombre, porque nunca privas de tu gobierno a los que educas en la firmeza de tu dilección. 

Del santo Evangelio según San Lucas (XIV, 16-24)

En aquel tiempo dijo Jesús a los fariseos esta parábola: Un hombre hizo una gran cena, y llamó a muchos. Y, a la hora de la cena, envió a su siervo a decir a los invitados que vinieran, porque ya estaba preparado todo. Y comenzaron a excusarse todos a la vez. El primero le dijo: He comprado una granja, y necesito salir y verla: ruégote me excuses. Y otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlas: ruégote me excuses. Y otro dijo: He tomado esposa: y, por ello no puedo ir. Y, vuelto el siervo, anunció esto a su señor. Entonces el padre de familias, airado, dijo a su siervo: Sal pronto por las plazas y barrios de la ciudad: e introduce aquí a los pobres, y débiles, y ciegos, y cojos. Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como mandaste, y todavía hay sitio. Y dijo el señor al siervo: Sal por los caminos y cercados: y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa. Pues os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron llamados, gustará mi cena.

Cuando aún no se había establecido la fiesta del Corpus Christi, este evangelio estaba señalado ya para este Domingo. El Espíritu divino que asiste a la Iglesia en la ordenación de su Liturgia, preparaba de este modo anticipadamente el complemento de las enseñanzas de esta gran solemnidad. La parábola que propone aquí el Señor, sentado a la mesa de un jefe de los fariseos, volverá a repetirla en el templo, en los días que precedieron a su Pasión y Muerte. Esta insistencia es significativa y nos revela suficientemente la importancia de la alegoría. ¿Cuál es, en efecto, este convite de numerosos invitados, este festín de las bodas, sino aquel mismo de quien hizo los preparativos la Sabiduría eterna desde el principio del mundo? Nada faltó a las magnificencias de estos divinos preparativos. Con todo eso, el pueblo amado, enriquecido con tantos beneficios, hizo muecas de desagrado al amor; por sus abandonos despectivos se propuso provocar la cólera del Dios su Salvador.

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Fiesta de la Santísima Virgen María Reina

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Cuando el Papa Pío XII, al concluir el año mariano 1954, instituía la fiesta de la Bienaventurada Virgen María Reina, no pensaba proponer al pueblo cristiano la creencia de una nueva verdad, ni siquiera en justificar por una razón o un título más nuestra piedad para con la Madre de Dios y de los hombres: “Nuestro designio, dice, en su discurso del 1 de noviembre, sirve más para hacer resaltar a los ojos del mundo una verdad, susceptible de procurar remedio a sus males, librarle de sus angustias y encauzarle por el camino de la salvación que busca con ansiedad… Reina, más que ninguna otra, por la elevación de su alma y por la excelencia de los dones divinos, María no cesa de prodigar todos los tesoros de su amor y de sus tiernas atenciones a la pobre humanidad. Lejos de fundamentarse sobre las exigencias de sus derechos y sobre los caprichos de una altiva dominación, el reinado de María sólo conoce una aspiración: el pleno don de sí misma en la más elevada y total generosidad…”.

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Gravedad de los errores modernistas

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Al oficio de apacentar la grey del Señor que nos ha sido confiada de lo alto, Jesucristo señaló como primer deber el de guardar con suma vigilancia el depósito tradicional de la santa fe, tanto frente a las novedades profanas del lenguaje como a las contradicciones de una falsa ciencia. No ha existido época alguna en la que no haya sido necesaria a la grey cristiana esa vigilancia de su Pastor supremo; porque jamás han faltado, suscitados por el enemigo del género humano, “hombres de lenguaje perverso”, “decidores de novedades y seductores”, “sujetos al error y que arrastran al error”.

Pero es preciso reconocer que en estos últimos tiempos ha crecido, en modo extraño, el número de los enemigos de la cruz de Cristo, los cuales, con artes enteramente nuevas y llenas de perfidia, se esfuerzan por aniquilar las energías vitales de la Iglesia, y hasta por destruir totalmente, si les fuera posible, el reino de Jesucristo. Guardar silencio no es ya decoroso, si no queremos aparecer infieles al más sacrosanto de nuestros deberes, y si la bondad de que hasta aquí hemos hecho uso, con esperanza de enmienda, no ha de ser censurada ya como un olvido de nuestro ministerio. Lo que sobre todo exige de Nos que rompamos sin dilación el silencio es que hoy no es menester ya ir a buscar los fabricantes de errores entre los enemigos declarados: se ocultan, y ello es objeto de grandísimo dolor y angustia, en el seno y gremio mismo de la Iglesia, siendo enemigos tanto más perjudiciales cuanto lo son menos declarados.

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Encíclica que condena la masonería (I)

Publicado por: Servus Cordis Iesu

El humano linaje, después que, por envidia del demonio, se hubo, para su mayor desgracia, separado de Dios, creador y dador de los bienes celestiales, quedó dividido en dos bandos diversos y adversos: uno de ellos combate asiduamente por la verdad y la virtud, y el otro por todo cuanto es contrario a la virtud y a la verdad.

El uno es el reino de Dios en la tierra, es decir, la verdadera Iglesia de Jesucristo, a la cual quien quisiere estar adherido de corazón y según conviene para la salvación, necesita servir a Dios y a su unigénito Hijo con todo su entendimiento y toda su voluntad; el otro es el reino de Satanás, bajo cuyo imperio y potestad se encuentran todos los que, siguiendo los funestos ejemplos de su caudillo y de nuestros primeros padres, rehúsan obedecer a la ley divina y eterna, y obran sin cesar o como si Dios no existiera o positivamente contra Dios. Agudamente conoció y describió Agustín estos dos reinos a modo de dos ciudades contrarias en sus leyes y deseos.

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El Rosario en la familia (I)

Publicado por: Servus Cordis Iesu

El rosario, según la etimología misma de la palabra, es una corona de rosas, cosa encantadora que en todos los pueblos representa una ofrenda de amor y un símbolo de alegría. Pero estas rosas no son aquellas con que se adornan con petulancia los impíos, de los que habla la Sagrada Escritura: “Coronémonos de rosas -exclaman- antes de que se marchiten”. Las flores del rosario no se marchitan; su frescura es incesantemente renovada en las manos de los devotos de María; y la diversidad de la edad, de los países y de las lenguas, da a aquellas rosas vivaces la variedad de sus colores y de su perfume.

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De los escritos de Mons. Ezequiel Moreno Díaz

Publicado por: Servus Cordis Iesu

No hemos hecho mención de otros grandes errores que se hallan en los papeles, porque son tan notables, y tan absurdos, y tan claros, que no pueden hacer mucho daño, porque los fieles más sencillos, con la sola instrucción que tienen del Catecismo, los han conocido, rechazado y condenado.

Los males que hoy afligen a la Iglesia no los causan principalmente los grandes incrédulos, los grandes impíos, los grandes perseguidores; la obra de estos imitadores de Lucifer sería, poco menos que estéril, si no los ayudaran los conciliadores, los que llaman intransigencia a la lucha decidida contra el mal, los que sin duda se han olvidado de esta sentencia del Salvador: Quien no está conmigo, está contra mí. Sí; los mayores peligros que corren hoy la verdad y la virtud no los presentan las grandes y escandalosas herejías, sino las falsificaciones de la virtud y la verdad. Cuanto más hábiles son esas falsificaciones, tanto más seducen y tanto más peligrosas.

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Todos los santos han recorrido el Vía Crucis

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Ningún santo ha subido al cielo sobre una alfombra de flores, llevando sobre la cabeza la corona de la gloria terrena, con la sonrisa y la alegría. Todos han hecho su propio Vía crucis, con la corona de espinas en su cabeza, en medio de muchas aflicciones, trabajos y fatigas. Felices, ciertamente, porque tocados por la gracia divina gozaron de momentos de gloria celeste, sintiendo a su lado a Cristo crucificado, sintiéndolo soportar con ellos el peso de la cruz, sintiéndose abrasar en el amor de su corazón, divisando ante de sí, entre nieblas, el futuro, la gloria y la felicidad, la gloria sin fin. No conocieron la fortuna en la tierra, más bien estuvieron alejados de ella, se defendieron de ella, huyeron de ella cuando salía a su encuentro, temblaron ante ella más que ante la cruz, y a la cruz tendieron sus manos como hacia un puerto de salvación.

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La espiritualidad en San Luis María

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Durante sus estudios en San Sulpicio, San Luis María Griñón de Montfort, se asimiló cuantas obras contenía la biblioteca sobre la Santísima Virgen, en ellas se alimentó su piedad y desde el principio de su carrera apostólica, su predicación y sus escritos dan testimonio de una riqueza de doctrina sacada toda de la tradición, de los Padres y Doctores de la Iglesia. De ahí procede la seguridad de su doctrina reconocida por Pío X con ocasión de la encíclica “Ad illum diem” en que el Papa la hace suya. Esta doctrina vivida por un alma de fuego, predicada en numerosas misiones al pueblo, se halla condensada en el breve y maravilloso “Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen”, escrito en la Rochela, en el verano de 1712, con mucha prisa, y sin ningún alarde literario, pero abundante de piedad filial; de ahí su inmensa popularidad que crece constantemente.

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