La Visitación de Nuestra Señora

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Celebremos este día con cantos de alegría; porque en este misterio están, como en germen, todas las victorias que alcanzarán la Iglesia y sus hijos; desde hoy el Arca santa preside los combates del nuevo Israel. Basta ya de división entre el hombre y Dios, el cristiano y sus hermanos; si la antigua arca no logró impedir la escisión de las tribus, el cisma y la herejía conseguirán hacer frente a María unos cuantos años o algunos siglos, pero al fin resplandecerá más su gloria. De ella, como en este día glorioso y a la vista del enemigo humillado, brotarán siempre la alegría de los pequeños, la perfección de los pontífices, y la bendición de todos. Unamos el tributo de nuestras voces a los saltos gozosos de Juan, a la repentina exclamación de Isabel, al cántico de Zacarías; todo el mundo lo repita. Así se saludaba antiguamente la llegada del arca al campamento de los Hebreos; los Filisteos, al oírlo, por ahí comprendían que había bajado el auxilio del Señor; y sobrecogidos de espanto, gemían, diciendo: “¡Desgraciados de nosotros! no reinaba aquí ayer una alegría tan grande”. Por cierto que hoy el género humano salta de gozo y canta con Juan; y hoy también, y con razón, se lamenta el enemigo; hoy la mujer descarga el primer golpe del calcañal en su cabeza altanera, y Juan, ya librado, es en esto precursor de todos nosotros. El nuevo Israel, más afortunado que el viejo, tiene seguridad de que no le arrebatarán ya su gloria nunca jamás; nunca le quitarán el Arca santa que le permite pasar las aguas, y derrumba ante él las fortalezas.

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Festividad de la Preciosísima Sangre

Publicado por: Servus Cordis Iesu

“Beberéis aguas con gozo en las fuentes del Salvador”. Estas palabras con las que el profeta Isaías prefiguraba simbólicamente los múltiples y abundantes bienes que la era mesiánica había de traer consigo, vienen espontáneas a Nuestra mente, si damos una mirada retrospectiva a los cien años pasados desde que Nuestro Predecesor, de inmortal memoria, Pío IX, correspondiendo a los deseos del orbe católico, mandó celebrar la fiesta del Sacratísimo Corazón de Jesús en la Iglesia universal.

Innumerables son, en efecto, las riquezas celestiales que el culto tributado al Sagrado Corazón infunde en las almas: las purifica, las llena de consuelos sobrenaturales y las mueve a alcanzar las virtudes todas. Por ello, recordando las palabras del apóstol Santiago: “Toda dádiva, buena y todo don perfecto de arriba desciende, del Padre de las luces”, razón tenemos para considerar en este culto, ya tan universal y cada vez más fervoroso, el inapreciable don que el Verbo Encarnado, nuestro Salvador divino y único Mediador de la gracia y de la verdad entre el Padre Celestial y el género humano, ha concedido a la Iglesia, su mística Esposa, en el curso de los últimos siglos, en los que ella ha tenido que vencer tantas dificultades y soportar pruebas tantas. 

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El Espíritu Santo en María Santísima

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Adornada por el Espíritu Santo, después de la humanidad de nuestro Redentor, de todos los dones que podían acercarla, cuanto era posible a una criatura, a la naturaleza divina a la que la Encarnación la había unido, el alma, la persona toda de María fue favorecida en el orden de la gracia más que todas las creaturas juntas. No podía ser de otro modo, y se concebirá por poco que se pretenda sondear por medio del pensamiento el abismo de grandezas y de santidad que representa la Madre de Dios. María forma ella sola un mundo aparte en el orden de la gracia. Hubo un tiempo en que ella sola fue la Iglesia de Jesús. Primeramente fue enviado el Espíritu para ella sola, y la llenó de gracia en el mismo instante de su inmaculada concepción. Esta gracia se desarrolló en ella por la acción continua del Espíritu hasta hacerla digna, en cuanto era posible, a una criatura, de concebir y dar a luz al mismo Hijo de Dios que se hizo también suyo. Hemos visto al Espíritu Santo enriquecerla con nuevos dones, prepararla para una nueva misión; al ver tantas maravillas, nuestro corazón no puede contener el ardor de su admiración ni el de su reconocimiento hacia el Paráclito que se dignó portarse con tanta magnificencia con la Madre de los hombres.

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Don de Fortaleza

Publicado por: Servus Cordis Iesu

El don de fortaleza es el Espíritu de Dios invadiendo todas las potencias del ser humano y conduciéndole, como recreándose, en medio de las dificultades más temibles, a la realización de todo lo que quiere Dios. El cristiano, revestido de “esta fortaleza de lo Alto” (Lc 24, 49) que hace a los apóstoles, avanza hacia la santidad más alta con una valentía que triunfa de todas las resistencias. Sus límites de creatura, su flaqueza personal no cuentan ya: “Dios es su roca, su apoyo inmutable”. En las circunstancias infinitamente variadas de una vida humana, el espíritu de fortaleza afírmase bajo dos aspectos esenciales: el ataque y la resistencia. Hace al alma magnánima y perseverante. Su acto supremo despliégase, principalmente, en presencia de la muerte, y podría expresarse con la célebre fórmula: “Mantenerse hasta el fin”.

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Fiesta de la Santísima Virgen María Reina

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Cuando el Papa Pío XII, al concluir el año mariano 1954, instituía la fiesta de la Bienaventurada Virgen María Reina, no pensaba proponer al pueblo cristiano la creencia de una nueva verdad, ni siquiera en justificar por una razón o un título más nuestra piedad para con la Madre de Dios y de los hombres: “Nuestro designio, dice, en su discurso del 1 de noviembre, sirve más para hacer resaltar a los ojos del mundo una verdad, susceptible de procurar remedio a sus males, librarle de sus angustias y encauzarle por el camino de la salvación que busca con ansiedad… Reina, más que ninguna otra, por la elevación de su alma y por la excelencia de los dones divinos, María no cesa de prodigar todos los tesoros de su amor y de sus tiernas atenciones a la pobre humanidad. Lejos de fundamentarse sobre las exigencias de sus derechos y sobre los caprichos de una altiva dominación, el reinado de María sólo conoce una aspiración: el pleno don de sí misma en la más elevada y total generosidad…”.

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Devoción a la Santísima Virgen

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Por ser tan importante la intervención de María en nuestra vida espiritual, hemos de tenerle mucha devoción. Esta palabra significa entrega voluntaria de sí mismo. Seremos, pues, devotos de María, si nos entregáremos enteramente a ella y, por ella, a Dios. Con esto no haremos sino imitar al mismo Dios que se nos da a nosotros, y nos da a su Hijo como medianero. Haremos entrega de nuestro entendimiento, con la más profunda veneración; de nuestra voluntad, con una confianza absoluta; de nuestro corazón, con un amor ternísimo de hijos; de todo nuestro ser, con la imitación más perfecta posible de sus virtudes.

Esta veneración se funda en la dignidad de Madre de Dios y en las consecuencias que de ella se derivan. Verdaderamente jamás podremos honrar harto a la que el Verbo Encarnado venera como madre suya, contempla el Padre amorosamente como a hija muy amada, y el Espíritu Santo mira como templo suyo de predilección. Trátala el Padre con sumo respeto al enviarle un Ángel para que la salude llena de gracia, y le pida su consentimiento para la obra de la Encarnación, por medio de la cual quiere asociarla consigo tan íntimamente; venérala el Hijo, y ámala como a madre suya y la obedece; el Espíritu Santo viene a ella, y en ella pone sus complacencias. Al venerar a María, nos asociamos a las tres divinas personas, y estimamos en mucho a la que ellas en mucho estiman.

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Cristo Resucitado ante su Madre

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Jesús resucitado, cuya gloria aún no ha contemplado ninguna criatura mortal, ha franqueado el espacio y en un instante se ha reunido con su Santísima Madre. Es el Hijo de Dios, es el vencedor de la muerte; pero es también el hijo de María. María estuvo junto a Él hasta que expiró; ella unió el sacrificio de su corazón de madre al que ofrecía Él mismo sobre la cruz; es justo, pues, que las primeras alegrías de la Resurrección sean para ella. El santo Evangelio no refiere la aparición del Salvador a su Madre, mientras que se extiende sobre todas las demás: la razón es obvia. Las otras apariciones tenían como fin promulgar el hecho de la Resurrección; ésta la exigía el corazón de un hijo, y de un hijo como Jesús. La naturaleza y la gracia reclamaban esta entrevista primera, cuyo conmovedor misterio hace las delicias de las almas cristianas. No era necesario se consignase en los libros sagrados; la tradición de los Padres, comenzando por San Ambrosio bastaba para trasmitírnosla, dado caso que nuestros corazones no la hubieren presentido; y cuando nos preguntamos, por qué el Salvador, que debía salir del sepulcro el domingo, quiso hacerla en las primeras horas de este día, aun antes de que el sol hubiese iluminado al universo, asentimos fácilmente a la opinión de los autores que han atribuido esta prisa del Hijo de Dios, a la inquietud que experimentaba su corazón por poner término a la dolorosa espera de la más tierna y más afligida de las madres.

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Viernes Santo de la Pasión y Muerte del Señor

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo

Este día es dedicado todo a la estación del Calvario, del cual conviene que no te apartes ni un punto; asiste a la sombra del árbol de la cruz, redención de la pérdida del árbol del Paraíso. Levanta los ojos a lo alto de la copa y verás aquel racimo de la viña de Engadí, pendiente de sus ramas, y a tu dulce Esposo entre dos ladrones, reputado por uno de ellos.

Levanta los ojos y lee el título que tiene Cristo en la cruz: Jesús Nazareno, Rey de los judíos. Medita cada palabra de por sí: Jesús, que significa Salvador, y porque lo fue del mundo y tuyo, es condenado a tan acerba y afrentosa muerte. ¡Oh dulcísimo Bien mío, cuánto os costó mi salvación, cuánto hiciste por mí y cuán poco hago yo por Vos! 

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Inmaculado y Doloroso Corazón de María

Publicado por: Servus Cordis Iesu

El Calvario nos pone ante los ojos el doloroso Corazón crucificado de la Madre del Salvador durante la pasión de su Hijo.

¿Qué es el Calvario? Una montaña, la más considerable y digna de la Tierra santa. ¿Y qué es el Corazón de la Madre de Dios? ¿No es acaso una montaña, y la más ilustre, de esta tierra de bendición marcada por estas palabras: Bendijiste, Señor, tu tierra (Sal 85, 2), pues ella es la Virgen bendita, la parte más noble y elevada de su cuerpo y de su alma?

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La Compasión de Santa María junto a la Cruz

Publicado por: Servus Cordis Iesu

La Compasión de Nuestra Señora. La piedad ha consagrado de una manera especial este día a la memoria de los dolores que María sufrió al pie de la cruz de su divino Hijo. La siguiente semana está consagrada toda entera a la celebración de los misterios de la Pasión del Salvador; y aunque el recuerdo de María compaciente también se halle presente en el corazón del fiel, que sigue piadosamente todos los actos de este drama, los dolores del Redentor, el espectáculo que forman la misericordia y la justicia divinas uniéndose para obrar nuestra redención, preocupan con demasiada viveza el pensamiento, para que sea posible honrar, como se merece, el misterio de la participación de María en los padecimientos de Jesús.

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