
Fragmento:
“Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.”
— Mateo 5, 3.
Reflexión:
El pobre de espíritu es aquel que no se apoya en sí mismo ni en las cosas de este mundo, sino que depende sólo de Dios. Hoy, vivamos con sencillez, desprendidos del querer tener, dominar o aparentar, y pongamos nuestra confianza sólo en el Señor.
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