Publicado por: Servus Cordis Iesu
La famosa visión de Fray León, es la cosa más indicada para evidenciar las íntimas relaciones que hay entre la devoción a la Santísima Virgen y la salvación eterna de los hombres.
Como sea que casi todos los autores modernos que la cuentan sacan la relación de “Las glorias de María” de San Alfonso María de Ligorio, de este devotísimo mariólogo vamos a reproducirla, el cual, en el capítulo VIII, apartado III, dice así:
“Un día, Fray León, el dichoso compañero de San Francisco de Asís, vio dos escaleras: una de color rojo, sobre la cual estaba Jesucristo, y otra de color blanco, en la cual estaba la Virgen. Empezaron algunos religiosos a subir por la primera, y a los pocos peldaños caían al suelo; volvían a subir y volvían a caer. Entonces oyeron que los animaban a subir por la otra, y así lo hicieron con toda felicidad, porque la Virgen les iba dando la mano, con lo cual llegaban todos arriba”.
Vemos, por ende, que la escalera más firme y segura para subir al cielo es María; cosa que no quiere decir de ninguna manera que Jesucristo no sea el camino recto y seguro para llegar a la Gloria, y que no se pueda subir al cielo por la escalera roja, teñida con su preciosísima sangre redentora.
Lo que pasa es que el buen Jesús, para honrar a su Santísima Madre y hacer que la humanidad se acuerde y compruebe prácticamente que María, además de ser Madre de Dios, es también Madre espiritual de todos los hombres, ha querido que nadie llegue al cielo si no es subiendo por la escalera blanca donde está María, dando alientos y ayudando eficazmente a todos los que suben por ella, y hacen, por su parte, todo lo que buenamente pueden para llegar al último peldaño que llega cabalmente a la Puerta del Cielo, que es María.
Fuente: P. José Ricart, La Devoción a María prenda segura de Salvación